Cuba en las mismas: Constitución a la cañona

Cuba en las mismas: Constitución a la cañona

El presidente cubano Miguel Díaz-Canel en el vórtice de la propaganda por el SI.

Por Jorge Gonzalez

Habrá comunismo para rato en Cuba, o “avance hacia la sociedad comunista”, como nos hace creer la “nueva” Constitución del país .

Pensar que el resultado del referendo constitucional celebrado el pasado 24 de febrero arrojaría un alto índice de la población cubana en contra de la continuidad del sistema imperante en la isla era desconocer las circunstancias en las que se desarrolló esta consulta. Pero la desafección al régimen se manifestó, y ese debería ser buen punto de partida para opositores y partidarios de promover un cambio en la isla.

Una vez más, el régimen cubano se las arregló para salir triunfante y presentarse ante la población local y el mundo, como la alternativa política que mejor puede resolver los problemas de la isla, como si sesenta años de fracaso no fuera suficiente.

Aun así, si en las altas esferas del régimen se ha brindado por el nuevo triunfo, también se debe haber pensado que el escenario político-social es muy diferente al de décadas atrás, y que hay una gran dosis de hastío e irreverencia en los electores, mucho más de lo que una lectura fría y apresurada de los resultados del pasado domingo puede concluir.

Estadísticas oficiales

Si bien la “nueva” Constitución fue aprobada por el 86,8% de las personas que ejercieron su derecho al voto, lo que generalmente es interpretado como un buen respaldo al gobierno si este resultado se reporta en cualquier otra consulta en otros países, en el caso cubano, donde los procesos de consulta popular y electorales han refrendado más de un 97 por ciento de apoyo al régimen, la cifra definitivamente marca un hito.

El 9 por ciento de los que votaron rechazo activamente la propuesta del gobierno, y otro 4,1 por ciento optó por dejar la boleta en blanco o anularla. Ello hace un total de 13,1 por ciento de oposición a la propuesta gubernamental, una cifra nunca antes registrada en estos procesos celebrados en la Cuba comunista.

Además, 15,60% (1,449,934) se abstuvo de su derecho al voto, lo que en cualquier contexto electoral puede tener dos causas: la carencia de una opinión al respecto a lo que se somete a votación; y el hastío, la desesperanza y la certeza de que nada cambiará. Esta segunda fue probablemente la que más peso tuvo en esta parte del electorado que decidió no votar.

Asi, la participación ciudadana también registró su número más bajo: sólo el 84,4 por ciento del padrón electoral (9.292.277) acudió a las urnas, a pesar de la constante exhortación propagandística de los medios de comunicación y de los persistentes activistas o miembros de los Comités de Defensa de la Revolución tocando puertas desde muy temprano en la mañana para asegurarse de que el mayor número posible de personas acudieran a las mesas electorales.

Una batalla muy desigual

 Pese a que la Constitución entonces vigente y la ley electoral cubana prescriben la realización de campañas políticas, el régimen llevó su politiquería a niveles muy altos. Los medios de comunicación oficiales, los únicos legalmente autorizados a operar en la isla, saturaron sus espacios con contenidos a favor de la campana progubernamental Yo Voto Sí.

De cara al referendo, parecía que no otra cosa pasaba en Cuba, que no otro tema era trascendental para la vida de los cubanos, a pesar de que el pasado 27 de enero la capital fue golpeada por un inesperado tornado que dejó a cientos de familias sin techo. Una catástrofe que vino a incrementar la calamidad material y la pobreza en la que vive la mayoría de la población cubana.

La oposición política en Cuba sigue atomizada debido a la represión policial. La mayoría de los cubanos no tienen idea de la existencia de movimientos opositores. La referencia más común que tienen es la de casos aislados de individuos arrestados en sus barrios por hacer activismo a favor de los derechos humanos. Al mismo tiempo, que el régimen lleva más de sesenta años pregonando que los opositores son mercenarios al servicio de las embajadas de Estados Unidos y de países europeos.

Por supuesto la oposición no tiene voz en los medios monopolizados por el Estado. El poco activismo que estos grupos pudieron realizar fue básicamente en medios de comunicación sociales digitales como Facebook y Twitter, un terreno que sigue siendo poco accesible a la mayoría de la población cubana, pues se trata de un servicio que muchos no se pueden costear cuando tienen que priorizar otros asuntos más vitales como el pan de cada dia.

Vencer el miedo 

No obstante, se pudo percibir un buen movimiento a favor de Yo Voto No, y muchos desde dentro de la isla vencieron el miedo a expresar abiertamente su opinión política en contra del régimen y de la Carta Magna que se somete a la consulta. Aun así, el mayor respaldo al NO en este terreno vino desde las comunidades cubanas en el exterior, a quienes no se les permite expresar su opinión en estos asuntos en una mesa electoral. Los únicos cubanos residentes en el exterior a quienes se les autorizó votar fueron los que trabajan para el gobierno en sus misiones oficiales.

Consciente de esta batalla paralela en el terreno digital, el régimen utilizó a sus comandos de profesionales de la comunicación y de otros sectores que han sido privilegiados con el acceso a internet, para llevar a cabo su politiquería.

Falta de cohesión

Además de que la oposición no la tuvo fácil, estos grupos no actuaron de manera cohesionada, ni tuvieron una opinión uniforme en torno al referendo.

Unos defendieron la idea de que la Carta Magna que se sometía a la consideración popular no estipulaba cambios, y que ejercer el derecho del voto en un contexto de intimidación, represión y con un sistema electoral totalmente controlado por el Partido Comunista, sería hacerle el juego a un sistema que buscaba sustentarse y continuar reproduciendo su control.

Los defensores de esta postura aseguran que el gobierno no podría desconocer un alto nivel de abstencionismo, mientras que una mayor participación daría mayor oportunidad al gobierno para cometer fraude y alterar los votos a su favor.

De hecho, ya se han reportado denuncias respecto al padrón electoral. La Comisión Electoral Nacional no sabe explicar cómo el número de votantes incremento de 8,6 millones a 9.2 millones en solo dias, cifra que finalmente tuvo que corregir. Tampoco es que esta instancia se vea en la necesidad de dar explicaciones cuando responde a un régimen totalitario.

Por ello mismo, operaciones estándares que se llevan a cabo en procesos de elecciones y referendos en otros países, como auditorías de los listados de votantes para comprobar que no existen electores duplicados o inscritos en diferentes centros, no tienen cabida en Cuba.

Otras denuncias redundan en el hecho de que muchos electores marcaron la boleta con lápiz.

La otra postura defendida por organizaciones opositoras fue votar activa y abiertamente por el NO contra los cambios cosméticos de la Constitución y el sistema imperante.

Gobernar en disensión

Aprobada la “nueva” Constitución, Cuba sigue en las mismas: un régimen abusivo y dictatorial, el Partido Comunista como la única agrupación política legítima para regir los destinos de una nación, sin aceptar la oposición política y el disenso. Aspiraciones populares como el voto directo para elegir a un Presidente que conecte con los problemas de la gente y tenga la voluntad política de resolverlos, tampoco estuvieron recogidas en la Carta Magna.

El texto aprobado mantiene los mismos postulados políticos e ideológicos que han sumido a Cuba en una crisis que ya es crónica y parece no tener salida.

La Carta Magna reconoce por primera vez la existencia de la propiedad privada, pero ello no se traducirá en grandes cambios, cuando el gobierno sigue decidiendo qué sectores liberalizar, poniendo obstáculos a la expansión de negocios que han probado ser exitosos y rechazando la inversión de cubanos residentes en el exterior.

Aun así, el presidente Miguel Díaz-Canel tendrá que gobernar una ciudadanía políticamente diversa y en medio del disenso. Los resultados del referendo dejaron claro que el electorado cubano ya no es una masa homogénea que sigue ciegamente absurdas doctrinas totalitarias.

Los grupos opositores deben tomar nota de esto y aprovechar todas las plataformas posibles, mayormente internet, para divulgar su mensaje. Y sobretodo, proponer un proyecto político que explique a la ciudadanía qué tipo de nación se comenzaría a construir una vez que se logre destronar a la dictadura. A fin de cuentas, la oposición a las propuestas gubernamentales no se pueden traducir como un apoyo a la oposición política.

La desafección y el desafío al gobierno se hizo notable y puede que sean mucho mayores que lo que arrojan los números. Es un sentir que está destinado a crecer en medio de las paupérrimas circunstancias de la isla y con la terquedad de la élite gobernante.

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