La canción en Cuba: La intrincada operación de separar unos hermanos siameses

La canción en Cuba: La intrincada operación de separar unos hermanos siameses

Por Cristóbal Díaz Ayala

Acaba de publicarse en España La canción en Cuba a cinco voces, un lujoso volumen de 680 páginas en papel cromo, pródigo en fotos de lugares, personas y partituras musicales. Está escrito por cinco importantes críticos, musicólogos y escritores cubanos (Dulcila Cañizares, Marta Valdés, Margarita Mateo, Joaquín Borges Triana y Guillermo Rodríguez Rivera), con prólogo y unas palabras preliminares de otras dos figuras importantes en la música de la isla.

El libro fue presentado recientemente en la Casa de las Américas de La Habana por el cantautor Silvio Rodríguez y el musicólogo Radamés Giro, quien lo calificó como “la más monumental y hermosa historia del género” en Cuba.

La primera duda que tenemos con este libro es qué se entiende por canción cubana, porque no se define lo que se va a considerar canción y cuáles cubanas. Según la definición del diccionario de María Moliner  (porque el de la Real Academia Española, como en casi todas sus definiciones, lo que hace es complicar) canción es “composición en verso, cantada, con música”. En la página 7 (aunque no tiene el número, porque la numeración empieza, en números romanos, en la página IX) se divide el trabajo en la siguiente forma, y ya con numeración normal:

Nuestra trova tradicional
(Sin fecha) (Primera duda)

Tres décadas de la canción 1930-1960

La fiesta cubana
1959-1972 (Segunda duda: al parecer, durante los años 1959 y 1960, coexistieron ambos periodos)

La Nueva Trova
1972-1990 (Tercera duda: Al parecer, en 1972 coexistieron ambos periodos)

En el cambio de siglo
Cuarta duda: Este no tiene años, suponemos que empezó en 1991 y está vigente…

El problema mayor es que no se define lo que van a considerar los escritores, qué es y qué no es canción: En el  segmento de la Trova tradicional, se incluyen danzas, que no  son cantadas, y por otra parte, en los períodos siguientes, se van a excluir géneros musicales cubanos y sus intérpretes, cuando son bailadas solamente, o bailadas y cantadas, como sucede con muchos géneros musicales cubanos. Pero no se establece el mtivo de la exclusión.

Es de conocimiento general, que la mayoría de los numerosos géneros musicales que ha producido Cuba, son cantables-bailables: Tratar de hacer una división en dos grupos, equivale a operar a unos siameses.

Los siameses -como se sabe- son los hermanos gemelos que nacen unidos por alguna parte de sus cuerpos: en algunos casos, es posible separarlos quirúrgicamente y en otros no. La canción y el baile, serían en este caso los separados y, en consecuencia, este libro se supone trate solamente de la canción y no del baile.

De Saumell y Cervantes

El primer capítulo está dedicado a  “Nuestra Trova tradicional” de la que no da una fecha determinada de creación, y  nos confunde, porque la primera lámina de la página 9, nos muestra la conocida litografía de Mialhe , “El zapateado” donde hay una pareja bailando y un caballero tocando la guitarra: ¿Donde está la parte cantada, la canción? El texto sigue mencionando las composiciones de Saumell y Cervantes, casi todas ellas, instrumentales en el caso de Cervantes, y todas en el de Saumell… ¿ Donde está la canción?. La página 11, es la partitura  de una danza de Saumell, “La tedezco” sin parte cantada… Se sigue hablando de ellos hasta que en la página 15 se habla de La bayamesa, compuesta en 1851: Esto haría pensar que ese es para la autora, la fecha de inicio de la canción cubana, pero más adelante en la página 19, se cita que entre 1820 y 1830, dos canciones patrióticas cantadas, y señala que para 1897, “hubo una eclosión de canciones patrióticas en décimas, guajiras y guarachas”. O sea, que tenían letras.

Cuando Cañizares habla de “canciones patrióticas en décimas” suponemos que se refiere al punto cubano o guajiro, que ya estaba reconocido en el Diccionario provincial de vozes y frases cubanas,  de Esteban Pichado, edición “correjida” de 1875… ¿Cómo puede hablarse del primer género musical cubano, el punto, tan a la ligera?  Cómo puede obviarse la importancia del punto cubano, que en su letra sigue rígidamente  la forma de la décima o espinela española, inventada allí en el siglo XVII, y arraigada en Cuba?

El punto cubano, que no es tan solo nuestro primer género cantado, sino  también nuestra primer forma de canción protesta, que se tocó y cantó en la manigua desde la guerra del 1868, que después de 1902, fue grabado y publicado en innumerables discos que circularon en Cuba, muchos de ellos verdaderas canciones de protesta. El punto cubano, que se sigue practicando y venerando en Cuba y fuera de ella, donde hay cubanos, ¿No es canción?

El danzón cantado

No encontré en mi ojeada al libro que se establezca un concepto de canción por sus autores. Los danzones tradicionales, que como nos enseñara Alejo Carpentier en su libro excepcional La música en Cuba tenían seis partes, con cuatro melodías diferentes que se desarrollaban en esta forma ABACAD, donde generalmente la A es una melodía original que va a servir de puente a las otras tres melodías, B,C  y D, que muchas veces, eran tomadas de canciones cubanas, o de otros  países,  o pasajes de música clásica y  óperas…Y desde los años 30, Antonio María Romeu, empieza a introducir la voz humana en el danzón cantado…¿Esto no es canción?

Igual duda me asalta en cuanto a cantantes que como María Teresa Vera y otros, grabaron, desde 1926, canciones en que en parte de sus letras se cantaban en lenguas usadas en Cuba, pero de origen africano… Esto por supuesto, hace a Cuba el primer país de Latinoamérica en grabar idiomas que no fueran el español, o las lenguas de las distintas razas que existían en latinoamerica…

Otro caso curioso es el del feeling o filin, como se le llama ahora en Cuba. Nacido desde la guitarra, y después también con el piano como elemento creador, fue en su origen un género no bailable, y  como tal, con un público muy limitado; es cuando con arreglos musicales, se convierte en un género musical que empieza a grabar el conjunto Casino, y así se hace popular primero en Cuba, y después en toda América. Al parecer, solo se han tomado ejemplos de los ejecutantes de la primera etapa. El cuchillo quirúrgico del que efectúa esta operación de separar siameses musicales, pasa  muchos trabajos…

Por supuesto, la misma pregunta me hago con géneros como la canción, que de pronto se convierte en bolero, y como tal bailable….Y lo mismo me pasa con géneros, que son de baile, como el guaguancó, mambo, chachachá, pachanga, que son bailables, pero también cantables, sin baile…Y ni que decir tienen himnos y marchas, como el Himno Nacional o la marcha del 26 de julio: ¿Están entre los cantables, o no?

Un género cantable

Sí me queda claro que la Nueva Trova era un género casi exclusivamente cantable, de ahí que sea más notable su extraordinario éxito en Cuba y después universal, y mantenerse así por muchos años hasta que en la propia Cuba y otros países fueron surgiendo géneros nuevos bailables, que suplantaron en gran parte el favor del público por la canción protesta. Y lo mismo me sucede con el último periodo de los cinco en que se divide el libro, de 1990 hasta la fecha, en que determinadas formas no bailables surgen siguiendo el proceso siempre creativo de la música cubana.

Los casos de Buenavista Social Club y Compay Segundo, son también intrigantes: De pronto, un grupo que cultiva básicamente el son cubano clásico se hace universalmente famoso, y lo mismo sucede con el cantante. Atrae la letra evidentemente, pero son sones bailables… Si están ellos, ¿por qué no se incluye a otros soneros?

Quizás los autores debieron crear un nuevo nombre para estos casos de música cantable-bailable; como se  ha hecho con la cuestión sexual, y se habla de personas bisexuales, Tal vez pudiera hablarse de la “Bi canción bailable en Cuba”.

Cuando se está leyendo una novela que narra las tribulaciones de náufragos en el mar o perdidos en un desierto, la narración de los efectos de la sed, se hacen presentes en nosotros e, instintivamente, sentimos sed. Lo mismo pasa con este libro; el desfile de figuras tan importantes de nuestra música nos hace nacer la necesidad de escuchar voces y melodías casi olvidadas, pero desgraciadamente el libro no trae un índice de CD’s que pueda calmar ese deseo.

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