De la exquisita divinidad: Virgen de la Caridad del Cobre en Lladró

De la exquisita divinidad: Virgen de la Caridad del Cobre en Lladró

Por tradición familiar, la víspera del 8 de septiembre es una fecha que siempre resultó motivo de celebración y gratitud a la Patrona de Cuba. Ni en los más oscuros días de las décadas de los 60s y 70s en mi natal Sancti Spíritus, mis seres más allegados, especialmente mis abuelos y mi madre, dejaron de rendir tributo a la Virgen de la Caridad del Cobre. Era siempre una jornada de paz y veneración que he tratado de mantener en el recuerdo con una imagen, una foto, una emoción revivida, y de prolongar cada año con un gesto desde mi asentamiento como exiliado en Miami.

Hay una imagen de la Virgen que me ha seducido desde que la vi por primera vez en una casa de Miami. Es una pieza exquisita, realizada en porcelana de Lladró, y que forma parte de la colección privada de la familia de Nancy y Juan Manuel Pérez-Crespo. Fue encargada por la filantropista y mecenas de las causas cubanas, Elena Díaz-Verson Amos, a la Casa Lladró, en Tabernes Blanques, Valencia, en la década de los 90s, como parte de una serie de tres reproducciones, y una de ellas fue obsequiada a su entrañable amiga.

La Virgen de Lladró

El éxito de las porcelanas de Lladró se internacionalizó hacia finales de la década de los 80s y la compañía se aventuró a abrir un museo- galería en Nueva York, y luego en 1991 vino su gran momento con una exhibición de sus esculturas en el Museo del Ermitage, en San Petersburgo, Rusia. Poco después abrió sus puertas el Centro Lladró en Madrid, en 1995, y la marca se posicionó en los primeros niveles mundiales de aceptación y mercado por sus obras artísticas y ornamentales.

Al parecer esta pieza que ahora comparto aquí pertenece a una edición limitada, con diseño único. He tratado de indagar sobre la existencia de otras piezas de la Virgen cubana en Lladró y he encontrado algunas parecidas, pero no idénticas a esta, que no deja de sobrecogerme cada vez que acudo al sitial donde permanece, presidiendo y protegiendo una sala hogareña de singular cubanía.

En el preámbulo de este 8 de septiembre, lleno de exabruptos, pandemias y crispaciones de toda índole, viene bien ampararse en este manto azuloso, tenue y protector, con que Lladró ha vestido a nuestra Patrona. Acaso sea un momento único para reflexionar en las cosas que nos unen y que permanecen por encima de circunstancias políticas y reproches de fe.

A ver si María termina por sacarnos de esta encrucijada que no termina. Con la divinidad que reina y deslumbra desde que Cuba es una noción de tierra prometida.

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