Rápido y previsible: Exdiplomático estadounidense admite haber espiado para Cuba por décadas

Víctor Manuel Rocha debe regresar ante el tribunal el 12 de abril, cuando formalizará su declaración de culpabilidad y será sentenciado. Pero los enigmas sobre el impacto de su colaboración con el régimen cubano permanecen en pie.

Rápido y previsible: Exdiplomático estadounidense admite haber espiado para Cuba por décadas
Víctor Manuel Rocha en sus días como diplomático en el Departamento de Estado. Foto: Archivo CF.

La estrategia dilatoria del exdiplomático estadounidense Víctor Manuel Rocha cumplió su cometido y de la declarada inocencia transitó hacia una culpabilidad negociada que le podría rebajar sustancialmente su condena por espiar para el régimen cubano durante décadas.

Esposado de manos y con grilletes en los pies, Rocha compareció este jueves en una audiencia no planificada ante la jueza federal Beth Bloom, para confirmar que deseaba cambiar su declaración de no culpable de hace 12 días.

El veterano diplomático, de 73 años, asumirá que trabajó como agente secreto de la inteligencia cubana por más de 40 años, mientras fungía como un alto funcionario del Departamento de Estado y asesor del Comando Sur de Estados Unidos.

“Estoy de acuerdo”, dijo Rocha ante el tribunal federal de Miami al ser interrogado por Bloom si deseaba cambiar su declaración en la audiencia anterior.

La decisión de Rocha fue brusca y sorpresiva, pero no imprevisible. Expertos legales habían vaticinado que la estrategia de la abogada defensora Jacqueline Marie Arango, estaba enfocada en ganar tiempo para negociar un acuerdo ventajoso para su cliente.

Estaba prevista una audiencia para el 19 de marzo con la opción de iniciar el juIcio el 25 de marzo, pero la movida judicial de este jueves cambia totalmente el cronograma del caso.

Los fiscales y Arango indicaron que el acuerdo de culpabilidad incluye una sentencia acordada, pero no revelaron detalles en la audiencia de este jueves.

Rocha estaba acusado de 15 cargos criminales que incluyen actuar como “agente ilegal de un gobierno extranjero”, conspirar para defraudar a Estados Unidos, fraude electrónico, realizar declaraciones y representaciones falsas y obtener un pasaporte con información fraudulenta.

Pero el acuerdo no ofreció más información sobre lo negociado. Como casi todo lo que ha emergido en este proceso judicial.

Rocha debe regresar ante el tribunal el 12 de abril, cuando formalizará su declaración de culpabilidad y será sentenciado. Desde su arresto el pasado 1 de diciembre, permanece en una prisión federal de Miami, sin derecho a fianza.

Los enigmas sobre el impacto para la seguridad nacional de Estados Unidos de las revelaciones hechas por Rocha al gobierno cubano, así como otras comprometedoras filtraciones en momentos de tensión en las relaciones bilaterales, siguen sin esclarecerse.

Y el gobierno cubano, como era de esperarse, mantiene un silencio sepulcral sobre el caso.

Rocha sirvió como experto interamericano en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos entre  1994 y 1995, luego fue vicejefe de la Sección de Intereses en La Habana (julio de 1995 a julio de 1997), y figuró como principal diplomático en Argentina (1997-2000) y embajador en Bolivia (2000-2002) en períodos decisivos para el rumbo político de esos países en el contexto latinoamericano.

Lo que se supo exclusivamente en la breve sesión de este jueves es que a cambio de declararse culpable como agente secreto al servicio de un país extranjero, el cargo de mayor peso, los fiscales acordaron retirarle 13 cargos, incluidos fraude electrónico y declaraciones falsas.

De una sentencia posible de hasta 60 años, Rocha pudiera terminar con 10 o menos años de prisión, lo cual aliviaría notablemente su situación.

Cuando el acuerdo se concrete entre ambas partes, la jueza Bloom podrá aceptarlo o rechazarlo, pero en casos de tan alto perfil e información clasificada por motivos de seguridad, es presumible que sea ratificado.

De cualquier forma, la clave sigue siendo el expediente de decenas de páginas que permanece sellado con los pormenores del comportamiento de Rocha y las implicaciones de sus pasos como topo de altos quilates para Cuba.

Tal vez, las sorpresas hubieran podido salir a ventilarse en un juicio que a toda costa la defensa quiere evitar. Como mismo sucedió en el caso de la superespía de Fidel Castro en el Pentágono, Ana Belén Montes, condenada a 25 años de cárcel y actualmente bajo libertad supervisada en Puerto Rico.

Nadie a estas alturas cree que Rocha está acusado solo por las evidencias de conversaciones grabadas por un agente encubierto del FBI que le hizo creer que Cuba necesitaba reconectarse con su misión de espionaje.

¿Qué es lo enorme que dijo haber hecho al servicio de Cuba? ¿Cuál fue el Grand Slam que conectó en sus años de informante de la DGI, como le confesó al supuesto agente de la inteligencia? ¿Qué papel jugaron los contactos con agentes cubanos cuando estudiaba en la universidad y durante la estancia en Chile en 1973, antes de convertirse en ciudadano estadounidense e ingresar al Departamento de Estado?

El Departamento de Justicia ha asegurado que el caso de Rocha es una de las traiciones más desafiantes en la historia del servicio exterior de Estados Unidos. Las autoridades federales no han soltado prenda sobre los daños ocasionados por su labor solapada, mientras el FBI y el Departamento de Estado están evaluando las ramificaciones posibles del “efecto Rocha”.

Es probable que nunca nos enteremos, al menos en este caso.

Hay voces discordantes sobre un acuerdo que deje a Roca con una sentencia leve sin conocerse realmente las consecuencias devastadoras de su gestión secreta.

“Rocha vivió en el lujo y la libertad, mientras su trabajo ayudaba al régimen cubano a conspirar contra nuestra nación. Por el resto de su vida, Rocha debería pasarla encerrado bajo custodia federal y con la opción de varias prisiones federales o, si no coopera, una instalación Supermax. Este no es un caso ordinario, y la velocidad con la que se está moviendo es preocupante”, dijo el abogado Jason Poblete, experto en leyes de seguridad internacional y presidente de Global Liberty Alliance, con sede en Washington.

Poblete considera que el Congreso debe examinar de cerca este caso antes de que el juez decida sobre el acuerdo de culpabilidad, y exigió como mínimo, “una audiencia de supervisión pública”.

Pero al menos ya hay una acción legal que demandará al exdiplomático responder ciertas preguntas sobre su papel en la transmisión de informes confidenciales sobre personas de interés para el régimen cubano como el prominente opositor político Oswaldo Payá Sardiñas, fallecido en un controversial incidente automovilístico en 2012.

Este jueves, Ofelia Acevedo, viuda de Payá, radicó una demanda civil contra Rocha en un tribunal del condado Miami-Dade, en el estado de Florida, por daños y perjuicios.

En la demanda, de 19 páginas, Acevedo, acusa a Rocha de ser “cómplice” del asesinato de su marido a manos de la Seguridad del Estado del régimen cubano.

“Busco lo que he buscado siempre: la verdad, la justicia y terminar con la impunidad del régimen cubano y sus cómplices”, dijo Acevedo, quien figura como representante personal del patrimonio de Payá.

La presentacióm de la demanda coincidió con la fecha en que Payá hubiera cumplido 72 años.

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