Escoltas de Fidel Castro o el arte macabro de desconfiar

Carne del primer teniente Alberto Leon Lima, integrante de la primera escolta de Fidel Castro,

Carne del primer teniente Alberto Leon Lima, integrante de la primera escolta de Fidel Castro

Por Juan Reynaldo Sánchez*

Es poco conocido que Fidel Castro siempre tuvo a sus espaldas personas encargadas de su seguridad desde que comenzó a destacarse en la Universidad de La Habana por sus acciones egocentristas, y que estuvo seguido desde muy cerca por miembros del Partido Comunista encargados de su protección.

Ya desde los primeros días de la Sierra Maestra, la responsabilidad de su protección estuvo a cargo del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque y posteriormente del también Comandante Ramiro Valdés. Con el decursar del tiempo otros integrantes rebeldes de la Columna No. 1 recibirían la orden de Raúl Castro de velar por la seguridad del líder guerrillero.

Cuando en enero de 1959 se produce la victoria del Ejército Rebelde, un grupo de esos primeros escoltas comandados por el comandante Paco Cabrera se organizan para su entrada triunfal en La Habana. Cabrera murió poco tiempo después en el aeropuerto de Caracas, golpeado por la hélice del avión en que viajaba junto a Castro.

En marcha hacia La Habana

En Oriente, Fidel Castro formó el grupo de combatientes que lo acompañaría en su marcha hacia la capital. El comandante Enrique Lussón Batle recibió la orden directa de Raúl Castro de reforzar la escolta de su hermano con otros miembros del Ejército Rebelde, incorporando 20 hombres más a esta primera escolta.

En su recorrido del oriente a occidente y bajo el pretexto de “no defraudar al pueblo”, Castro se demoró ocho días para llegar La Habana, en una evidente estrategia de dar tiempo para someter al mando rebelde  todas las fuerzas e instituciones del país. Ya estando en Camagüey, recibió al Che Guevara, quien desde los primeros días de enero entró en La Habana para tomar control de la capital y  sofocar la poca resistencia que ofrecieron algunos miembros del antiguo cuerpo militar. El Che le informó de la situación en la ciudad capital y recibió nuevas instrucciones antes de su regreso.

Castro continuó su recorrido. En Matanzas se hospedó en el Hotel Internacional de Varadero. Prosiguió su itinerario e hizo entrada en La Habana el 8 de enero de 1959 a bordo de un tanque. Lo acompañaban Celia Sánchez y los comandantes Juan Almeida, Calixto Garcia y Paco Cabrera. El encuentro con su hijo Fidelito se dio en esta ciudad,  pues el comandante Pedro Miret lo llevó ante su presencia. El comandante Camilo Cienfuegos se le unió en la localidad de la Virgen del Camino y Fidel se dirigió directamente al Palacio Presidencial. Camilo se le adelantó entonces para garantizar las condiciones necesarias del acto que se celebraria en el campamento militar de Columbia.

Del Palacio Presidencial, Fidel Castro salió en los carros que dejó Fulgencio Batista, con cristales blindados de colores oscuros y aire acondicionado, aunque unos metros después se cambió para un jeep. Posteriormente retomaría medios de transporte climatizado y a partir de los años 60 no dejaría de viajar con aire condicionado- y desde los años 70 en carros blindados, tanto dentro como fuera de Cuba.

Palomas adoctrinadas

Una vez finalizado el acto en Columbia, donde ya Celia Sánchez y otros miembros del Ejército Rebelde le habían preparado la farsa de las palomas que se le posaron en los hombros (en 1989 pude comprobar por mí mismo la repetición del espectáculo de las palomas adoctrinadas), Fidel Castro decidió no ocupar la casa presidencial dentro del  recinto militar y se hospedó en el Hotel Habana Hilton con toda su tropa. La comitiva del líder cubano ocupó desde el piso 21 al 25, y el piso 23 fue destinado para Fidel y sus principales allegados y escoltas.

Esta primera escolta de Fidel Castro no duraría mucho, pues antes de los acontecimientos de 1961, el gobernante cubano los liberó de sus obligaciones. Unos siguieron en puestos y cargos militares, otros fueron a estudiar en academias del ejército y los demás pasaron a la vida civil.

En ese primer grupo de escoltas estaba Alberto León, Leoncito, quien se incorporó en Holguín para protegerlo en el viaje hacia La Habana. Conocí de las anécdotas de Leoncito por boca del propio Fidel Castro, que solía contar de las escaramuzas y la valentía de su ex escolta para resguardar su vida. No obstante, Leoncito fue liberado de sus funciones y remplazado por personal de mayor confiabilidad. Hoy es un coronel retirado de las Fuerzas Armadas.

La confianza y el peligro

La segunda escolta de Fidel Castro fue formada por él mismo con miembros del Partido Socialista Popular y la Juventud Socialista. De esa forma entraron en el cuerpo de seguridad del comandante dos jefes a un mismo nivel: Alfredo Gamonal y José Abrantes. Gamonal murió en un accidente en la carretera central y Abrantes se quedó como jefe absoluto de la escolta hasta que años más tarde Castro lo situó al frente del Departamento de Seguridad del Estado.

Lo curioso es que aún cuando Castro no había anunciado el carácter socialista de su revolución, ya estaba tomando las medidas para que los miembros de su escolta personal fueran los comunistas o personas recomendadas por sus organizaciones. Incluso cuando se creó la Dirección General de Seguridad Personal, sus miembros también fueron afiliados o recomendados por los comunistas. De manera que la escolta que se había jugado la vida en combate no resultó finalmente de la total confiabilidad del dictador cubano, quien optó por rodearse de los que tomarían el poder en Cuba, despojándose de los comandantes y demás
oficiales que no tuvieran ideas socialistas.

Castro utilizó a los combatientes rebeldes como mismo hizo con muchos cubanos en el preciso momento que no se adaptaban a sus intereses. Los despachó sin el más mínimo agradecimiento, como quien arroja al suelo unas cuantas cuartillas emborronadas e inútiles.

* Juan Reynaldo Sánchez fue escolta personal de Fidel Castro entre 1968 y 1994, con grados de teniente coronel. Fue destituido y cumplió prisión en Cuba. Logró abandonar la isla en el 2008 y actualmente reside en Miami. Tiene en preparación un libro sobre su experiencia en la seguridad personal del gobernante cubano.

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