Cuba: jóvenes y participación
Los jóvenes de hoy en día/ ya no distinguen el mal del bien:
ya no hay ley, ya no hay derecho,/no hay derecho a que lo pasen tan bien.
Les Luthier
En entrevista ofrecida al canal venezolano Telesur, semanas atrás, Abel Prieto Jiménez, Asesor del Presidente de Cuba, dijo que la juventud cubana no le parecía una juventud despolitizada, que veía en ella un amplio deseo de participación, y puso como ejemplo el encuentro que sostuvo con delegados de la Universidad de Oriente al último Congreso de la FEU, no sin reconocer que una asamblea de ese tipo no era el instrumento preciso para medir los quereres y pareceres de todo un grupo poblacional.
La juventud cubana es pues un concepto bastante disperso, de modo que bien vale esa interpretación del autor de El vuelo del gato. Aunque no lo es tanto si nos guiamos por la prensa: allí los buenos militan disciplinadamente y bailan felices en las actividades a que son convocados; los malos, en cambio, como son malos, hacen mucho ruido en el vecindario con su música ordinaria, usan ropas que enseñan sus tetillas, profieren groserías en las paradas de autobuses, o se equivocan destapando heriditas infectadas aquí en Internet.
La edad de Cristo
Por cierto, no deja de sorprender el hecho de que la mayoría de los delegados directos al próximo Festival Internacional de la Juventud y los Estudiantes al menos aquellos que interesan a los periódicos de circulación nacional tengan casi siempre más de 33 años: o sea, que habría que tener la edad de Cristo para ser considerado joven ejemplar por estos lares. Sin embargo sí bastan 16 añitos para que se invite a los adolescentes a asumir militancia política: así, un cubanito que estrena impulsos hormonales debe ya saber algo tan importante como si es o no comunista.
Pero volviendo a la participación, yo pienso que sí, y también pienso que no, y no estoy loco ni yo tampoco.; vera por qué: como en tantas otras cuestiones cubanas, el interés de los jóvenes nuestros en la participación pasa por los dos extremos, acaso los mismos de que propone la prensa pero sin tanto plástico. Mientras unos se aferran como fieras a la opinión instintiva, a la creación y al movimiento, otros lastimosamente los más, se han dejado desterrar mentalmente de un país que es más suyo que de nadie, para engrosar las nutridas filas del conformismo, el recelo, la paciencia, el aburrimiento, el sueño y el raquitismo intelectual, atributos que ningún sicólogo decente se atrevería a certificar como rasgos normales de las edades tempranas.
Fulanito me dice que las elecciones le importan lo que tres pepinos, que él va y firma el acta y pone una equis en el primer nombre de la boleta y ya, mata´o y sala´o hasta la próxima. Si no fuera porque de no asistir le costaría primero el susto de su familia y luego la mala vista de todo el barrio, Fulanito se quedaría durmiendo la mañana, o gozando la tarde en lo que sea que haga. Sutanito, por otra parte, muestra una visible preocupación cada vez que hay elecciones y nota apatía juvenil: él quiere que la gente conozca los significados de cada actitud electoral que asume. Sutanito, como muchos otros, sigue a la espera de un curso de Universidad para Todos que aborde temáticas sobre participación social.
Un caminito seguro
La naturaleza y la lógica indican que los jóvenes de aquí sí quieren participar. Como mismo indican que ninguna juventud auténtica aceptará mansamente que se les impongan las maneras, menos todavía que otros redacten sus discursos, o intenten encauzarlos desde burdas estrategias. Pero como la confrontación ha demostrado ser una táctica arriesgada, muchos escogen la evasión, que es, paradójicamente, un caminito seguro.
Una joven camagüeyana que cuestionó con severidad en su blog al Partido local por una fastuosa y ágil permuta de sede es la evidencia de que las ganas están. Pero la pronta censura que desencadenó el hecho es la evidencia de que igual existe una reacción tipo 3era Ley de Newton que se opone a sus instintos naturales. Y claro, también a los de otros tantos blogueros que al ver el humo en las barbas de su vecina pusieron las suyas en remojo.
Hace muy poco fuimos testigos de La increíble y triste historia del cándido Darío y su pornodenuncia desalmada, que por fortuna despertó más apoyos que empujones dentro de la blogosfera. El más fuerte de los empujones no pudo sostenerse en pie y terminó de nalgas en el latón de la basura junto a las cáscaras de yuca, contando en todo caso con el aliento de otras moscas en el latón.
Para pedir a las nuevas generaciones una participación ciudadana responsable, es preciso entender primero todo lo bueno y malo que eso acarrea, asumir los riesgos sin tanto dramatismo de novela mexicana, y gratificarse con las ventajas; ya luego valdría educarlos en una cultura del debate sincero y del respeto por el criterio ajeno, lo cual, en esta Cuba de ahora mismo, sería muchísimo menos complicado si los adultos, los mayorcitos…, ya lo hubiesen aprendido bien y tuvieran pues moral suficiente como para predicar con sus propias conductas.
*Periodista cubano residente en Camagüey. Este artículo fue tomado de su blog Alejo3399