De la cúpula cubana en retirada: Osmany Cienfuegos ante el juicio de la Historia

Ha muerto este sábado, a los 94 años, el hermano mayor de Camilo Cienfuegos (1932-1959) y figura de máxima confiabilidad en las altas esferas del poder en Cuba.

De la cúpula cubana en retirada: Osmany Cienfuegos ante el juicio de la Historia
Osmany Cienfuegos Gorriarán (1931-2025). Foto: Centro de Estudios y Servicios Ambientales Artemisa/Facebook.

Ha muerto este sábado Osmany Cienfuegos Gorriarán, hermano mayor del comandante rebelde Camilo Cienfuegos (1932-1959) y figura de máxima confiabilidad en la cúpula gobernante en Cuba durante décadas. Tenía 94 años.

Osmany estaba retirado de las tareas gubernamentales desde 2009 y a partir de entonces apenas apareció en lugares públicos. Fuentes cercanas al entorno familiar confirman que su estado salud se había deteriorado severamente en los últimos años, incluyendo pérdida de la memoria.

Falleció en su casa en la comunidad de Las Terrazas, provincia de Artemisa, según informó su hija María Cienfuegos Leiseca a través de una publicación del arquitecto y profesor Universo García Lorenzo.

Como viene sucediendo en estricto cumplimiento de las leyes biológicas, la jerarquía del régimen cubano prosigue su indetenible paso hacia la desaparición. Por muy longevos y perseverantes que sean, los veteranos patriarcas que sirvieron como fieles edecanes de Fidel Castro están desapareciendo. La llamada generación revolucionaria es hoy un puñado de nonagenarios en fuga inevitable. Osmany era apenas cuatro meses mayor que Raúl Castro.

El breve obituario oficial y el tributo del gobernante Miguel Díaz-Canel en las redes sociales mencionan a Osmany Cienfuegos, arquitecto de formación y fidelista indeclinable, como alguien que fue “mucho más que el hermano de Camilo”. Y a pesar de que resultó siempre una personalidad sin un sello personal ni particular brillo en sus desempeños, lo cierto es que siempre estuvo designado para tareas de primer orden, con la total confianza y los repetidos espaldarazos de las altas esferas del poder.

Nacido el 4 de febrero de 1931 en el barrio habanero de Lawton, hijo de inmigrantes españoles de Asturias y Cantabria, Osmany y su hermano se forjaron en un ambiente familiar de ideas anarquistas y comunistas, lo cual explica la proyección política de ambos jóvenes.

Osmany fue militante del Partido Socialista Popular (PSP). Se graduó de Arquitectura por la Universidad de La Habana, en 1954, y laboró con Antonio Quintana Simonetti en los proyectos constructivos de las Cabañas del Sol en la playa de Varadero.

Desde muy joven se vinculó a la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, sufrió prisión y torturas, y en 1957 se exilió en México, donde proyectó una expedición armada de apoyo al Ejército Rebelde que debía desembarcar por Pinar del Río, pero el desplome del régimen batistiano se adelantó a la iniciativa.

Al triunfo revolucionario de 1959 ostentaba grados de capitán. Fue designado para ocupar varios puestos gubernamentales y responsabilidades políticas, orientado como un recio militante comunista, con posicionamientos dogmáticos de aliento estalinista.

Fue ministro de Obras Públicas y como tal presidió el proceso de la Reforma Urbana, iniciado en 1960. Fue miembro de la Dirección Nacional  de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), establecida en 1962 y que muy pronto derivaría hacia la creación del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba bajo el mando único de Fidel Castro.

Con tales credenciales a su favor, estuvo entre los fundadores del Partido Comunista de Cuba, en 1965. Meses después, en enero de 1966, sería designado como secretario general de la Conferencia Tricontinental, un esfuerzo fraguado desde La Habana para internacionalizar la influencia cubana en los movimientos de liberación en Asia, África y América Latina.

Osmany se quedaría presidiendo la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAL), que fue un frente de penetración y subversión alrededor del mundo, con apoyo decisivo del gobierno cubano.

Para 1968 emprendería el proyecto de las terrazas de la Sierra del Rosario, en Pinar del Río. Era la época de los proyectos faraónicos de Fidel Castro y Cienfuegos contribuyó con su propuesta, que se descarriló en pocos meses y anticipándose al momento supremo del descalabro económico que fue la Zafra de los Diez Millones.

El geógrafo cubano Armando Portela recuerda que el proyecto de Cienfuegos representó un gasto enorme sin que sirviera para nada ni arrojara un solo resultado de lo que se planificó. El plan coincidió con la fiebre cafetalera en el llamado Cordón de La Habana y buscaba sembrar café en las montañas pinareñas con métodos ultramodernos, imitando el sistema de terrazas de países montañosos que siembran arroz (Asia) o trigo (Albania).

“Cuba supuestamente iba a aportar la siembra de café a la experiencia mundial, pero las terrazas se hicieron sobre la roca viva debido a que en esas lomas hay pocos suelos, y el café no creció y hubo que abandonar la aventura… Hoy están cubiertas de bosques y ese es el único derivado útil del disparate”, comentó Portela.

El Centro de Estudios y Servicios Ambientales de Artemisa se apresuró este sábado a destacar que cuanto late y vive en esos parajes conservará siempre su impronta. “La Reserva de la Biosfera Sierra del Rosario le agradece mucho a este gran hombre”, resaltó la institución.

Cienfuegos fue elegido a la Asamblea Nacional del Poder Popular y al Comité Central del Partido Comunista (PCC) en su primer congreso, en 1975. También integró el Buró Político del PCC entre 1980 y 1987.

Se desempeñó como titular fundador del Ministerio de Turismo (1994-1999), secretario y vicepresidente del Consejo de Ministros, hasta ser relevado de su cargo en 2009. El propio Fidel Castro se encargó de despejar las especulaciones sobre su sustitución en un artículo editorial que exalta a Osmany porque “fue siempre y es revolucionario” y sirvió “cumpliendo instrucciones mías”.

“Sus funciones fueron cesando progresivamente, desde mucho antes de que yo enfermara. Ya no ejercía como Vicepresidente del Consejo de Ministros. El compañero Raúl Castro, presidente del Consejo de Estado, no tiene responsabilidad alguna en esto. Se trataba, en ambos casos, de trámites simplemente legales”, aseveró Fidel Castro en una de sus “reflexiones”, escrita en marzo de 2009.

Sin embargo, hay al menos tres dramáticos episodios que no están escritos en la historia oficial ni en la trayectoria de “servidor revolucionario” de Osmany Cienfuegos, desdibujados entre las sombras de la confabulación y la maldad, y que merecen quedar fijados en la memoria de sus contemporáneos.

En la primera semana de enero de 1959, Osmany tomó una decisión clave que retrasó la aplicación de justicia contra Marcos Jiménez, Maquitos, delator de las víctimas de Humboldt 7. Como jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, Camilo Cienfuegos permitió a Marta Jiménez, viuda del mártir Fructuoso Rodríguez, entrevistarse con dos de los gestores del asesinato de los líderes estudiantiles en 1957.

En esa entrevista en el campamento de Columbia, le fueron mostradas a los asesinos más de 100 fotografías de carné de diversas personas, entre las cuales estaba una foto de Marquitos. Ambos detenidos identificaron a Marquitos como el chivato que reveló el lugar del escondite al coronel Esteban Ventura Novo. De inmediato, a petición de Jiménez, Camilo cursó una orden de detención, y Marquitos fue arrestado. Pero horas después Osmany liberó al delator y dio la orden de fusilar a los dos sicarios batistianos, sin avisar a ningún miembro del Directorio Revolucionario ”13 de Marzo”.

Marquitos puedo luego salir del país y evadir temporalmente la justicia por su responsabilidad en la masacre de Humboldt 7 hasta que fue capturado y condenado a pena de muerte en 1964.

El capitán Osmany Cienfuegos (izq.) junto a Fidel Castro en Playa Girón, en 1961.

Durante la invasión de Playa Girón, en abril de 1961, el capitán Osmany Cienfuegos dio la orden de trasladar hacia La Habana en un remolque hermético a un centenar de prisioneros de guerra, entre ellos varios heridos, de la Brigada 2506. El viaje de la llamada “Rastra de la Muerte” duró unas ocho horas, en las que los prisioneros se turnaban para respirar por las rendijas del metal del vagón. Cuando llegaron a su destino, nueve muertos por asfixia era el saldo de la aviesa acción criminal.

En 1989, fue un factor decisivo para propiciar la detención de su excuñado, el General de División y ministro del Interior, José Abrantes, condenado a 20 años de cárcel en la Causa No. 2. De acuerdo con testimonios de personas familiarizadas con el suceso, Osmany fue a buscar a Abrantes y le mintió diciéndole que Fidel Castro quería ir de pesquería con ellos. El señuelo resultó efectivo. En camino hacia el supuesto destino, pidió hacer una parada en el Consejo de Estado. Ambos se bajaron del auto, tomaron el ascensor y la escena quedó preparada para el arresto de Abrantes.

En la exaltación póstuma de Osmany, el gobernante Díaz-Canel lo califica como un “combatiente y dirigente de la revolución cubana en disímiles frentes”. Acaso fue el hombre con menos visibilidad y menos discursos entre todos los jerarcas del régimen, enmascarado en los entresijos silenciosos del poder, pero no por ello menos culpable ante el juicio de la Historia.

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