ETECSA: El indecente negocio de extorsionar

El cambio de tarifa materializa un viejo anhelo del gobierno cubano: no proveer el acceso a Internet o limitarlo al máximo, y tratar de generar divisas para su bolsillo descapitalizando a las empresas que las producen.

ETECSA: El indecente negocio de extorsionar
Edificio de ETECSA. Foto: CubaTravel.

El texto que publicamos a continuación sobre la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA) y la tormenta desatada por las nuevas tarifas impuestas a la población, fue elaborado por un analista vinculado durante años al gobierno cubano y con conocimiento cercano de los pormenores del conglomerado empresarial. El autor, que pidió anonimato por razones personales, lo hizo llegar a CaféFuerte, que ha mantenido íntegramente su contenido, solo modificado en algunas partes por correcciones de edición.

ETECSA, INSTRUMENTO DEL GOBIERNO CUBANO

ETECSA no es más que un instrumento del gobierno. Los presupuestos de ETECSA, como los de la Unión Eléctrica (UNE) y otras empresas importantes del país, han sido aprobados a lo largo de los años por niveles gubernamentales jerárquicamente superiores a los propios ministerios a los que responden. Por lo general, las empresas presentan sus propuestas de presupuestos y tarifas a sus respectivos ministerios, donde se hacen los primeros ajustes, y a continuación los ministerios elevan los suyos, consolidados, a otro nivel gubernamental superior para su conciliación y aprobación.

ETECSA no pertenece al grupo empresarial del Ministerio de Comunicaciones y concilia sus presupuestos y tarifas directamente con instancias superiores de gobierno. Entre las razones por las que ETECSA opera de esta forma están el volumen de ingresos que genera al presupuesto gubernamental, y el control técnico y financiero que el gobierno desea tener sobre las comunicaciones provistas por ETECSA, debido a sus implicaciones para la seguridad del gobierno.  

El Ministerio de Comunicaciones, como los demás ministerios, tiene entre otras funciones, las de establecer marcos legales de operación para sus empresas y las que el gobierno les indica (ETECSA, por ejemplo), que incluyen, entre otros aspectos, los de tarifas. Convierten en regulaciones y pone cuños a las órdenes que la instancia superior de gobierno les dicta.

La ruta del dinero

Los dineros que ingresa en moneda dura ETECSA, después de deducidos sus costos de operación y financieros (previamente aprobados y frecuentemente reajustados por el gobierno), van a parar directamente al gobierno. El monto y empleo de estos dineros se decide exclusivamente por el gobierno, no por la administración empresarial. Si ETECSA no tiene dinero para inversiones, ni mantenimientos, ni para el pago de deudas, es porque las personas que hacen las políticas y toman las decisiones en las verdaderas capas de poder del gobierno, no se lo entregan para satisfacer esas necesidades.

No es que ETECSA no genere divisas, es que las divisas para satisfacer sus necesidades empresariales no se les entregan o se entregan de manera insuficiente por quienes en la práctica las manejan: el gobierno. Algo similar sufre la UNE. Los presupuestos de inversiones y mantenimientos que planifican se les aprueban por el gobierno con recortes y luego menos se les asignan. No es la UNE la responsable de los apagones.  

La presidenta de ETECSA, Tania Velázquez Rodríguez, es una caja de resonancia del gobierno, que le asignó la tarea de elaborar y anunciar la inhabilitante reducción del monto total a colocar en el saldo del móvil, y el monstruoso incremento de pesos cubanos que cuestan ahora los Gigabytes adicionales. No cumplir con el cometido asignado les cuesta el puesto, las comodidades que lo acompañan y puede que hasta su propia seguridad. Las motivaciones de la presidenta y su directora comercial, Liset Díaz Vera, presentadoras públicas del espectáculo de las nuevas tarifas, son la ambición, la autopreservación, y el miedo.  

Tarifazo sin aviso previo

La elevación de las tarifas fue anunciada por el primer ministro Manuel Marrero, el pasado enero, y es responsabilidad directa del gobierno, no de su instrumento, ETECSA. Es obvio que ETECSA tiene que haber presentado alternativas de tarifas al gobierno y la que se aprobó fue decidida por la más alta dirección del gobierno.  

El anuncio del cambio de tarifas, sin aviso previo por parte de ETECSA ni consulta popular por parte del gobierno, incumple la obligación contractual de ETECSA con los usuarios de sus servicios, algo de lo cual la presidenta de ETECSA y el Ministerio de Comunicaciones debieron haber advertido al gobierno. Por las propias palabras televisadas de la presidenta de ETECSA, el anuncio fue hecho público sin advertir a sus usuarios, porque había que proteger a las computadoras que tramitan los pagos, debido a que no habrían tenido capacidad de responder a las múltiples solicitudes de incremento de saldo de sus usuarios presentadas simultáneamente.

Pero ETECSA sí tiene todos los recursos para segmentar en grupos dichas solicitudes, de haberse presentado éstas por causa de hacerse público con anterioridad el incremento de tarifas. Lo que se hizo, se hizo con conocimiento de que se incumpliría el contrato. La violación del contrato no fue casual ni por imprevisión: fue intencional, con la aprobación del gobierno. Por lo general el incumplimiento intencional (o no) de cláusulas contractuales de prestación de servicios son penados con multas y compensaciones. No por las leyes cubanas implantadas por el gobierno.  

El cambio de tarifa por fin materializa un muy viejo anhelo del gobierno: no proveer o suprimir el acceso a Internet, o limitarlo al máximo, y tratar de materializar su esperanza de generar divisas para su bolsillo descapitalizando a las empresas que las producen. Son dos, al menos, los objetivos con que se diseñó y aprobó este cambio. Aumentar las tarifas a niveles prohibitivos es políticamente mejor que eliminar el acceso a Internet por decreto. Así, la responsabilidad por no acceder a Internet recae sobre los familiares en el extranjero que no aman lo suficiente a los parientes que dejaron atrás para proporcionarles el cubrimiento en dólares de esa necesidad.

Exportando la extorsión

Los dólares que eventualmente llegan a ETECSA desde el extranjero aumentan las muy menguadas reservas de divisas del gobierno. ETECSA, por instrucción del gobierno, no exporta servicios, exporta extorsión e implanta prohibición. El gobierno gana por todas partes al ser ETECSA la “responsable” de las nuevas tarifas y enfocarse sobre ella la inconformidad popular.  

Con la imposición de las brutales y restrictivas tarifas de los paquetes “extras” a pagar en moneda nacional, el gobierno ha reconocido y oficializado a través de su pelele que la tasa de cambio del peso respecto al dólar es de entre 350 y más de 400 pesos (CUP) por dólar, detalle que no queda desapercibido para el mercado informal de dólares en el país. Los astronómicos precios fijados impiden que los dólares que antes recibía ETECSA directamente por los paquetes de datos continúen llegando a particulares, que los cambian por pesos a la tasa informal al menos tres veces más alta que la oficial, pagan el paquete en pesos y con el sustancial resto cubren todo tipo de necesidades básicas. Esto confesó la propia presidenta de ETECSA, lo que no dijo es que el entuerto es resultado de la política y medidas del propio gobierno.  

Las nuevas tarifas confirman, una vez más, la naturaleza extractiva de las políticas gubernamentales. Reiteran que el gobierno no paga a sus trabajadores lo mínimo necesario para sostenerse, y mucho menos lo requerido para materializar anhelos o hasta para procrear y criar hijos. Exige a los que desterró en contubernio con otros nefastos gobernantes y para provecho económico de ambos, que paguen en nombre de sus familiares lo que el propio gobierno impide que esos cubanos paguen con el fruto de su trabajo dentro del país. Los gobernantes presionan a los que viven en Cuba a que soliciten este tipo de remesa, con lo que les restan dignidad y estatura moral. Curiosamente, en contextos individuales o grupales el gobierno sentencia a largas penas a quienes presuntamente delinquen, por tráfico de personas, enriquecimiento ilícito, proxenetismo, corrupción, robo, explotación de personas, y otros crímenes. Esos mismos delitos, con más graves consecuencias, comete el propio gobierno en escala nacional e internacional.

Erosión del poder 

Otros mensajes del gobierno que subyacen en la imposición del cambio de tarifas también están presentes. Les representa un peligro el libre acceso de la población a la información y la inconformidad con el statu quo que esta genera o refuerza en ella. Están molestos con el impacto que tienen en la población las críticas y opiniones contrarias al gobierno que emiten desde el extranjero un elevado número de periodistas que recorren la gama desde los profesionales de la noticia hasta los repulsivos y cobardes cotorrones de mentiras. Siguen preocupados por la capacidad de coordinación que el uso del celular permite. Están irritados porque se conoce internacional y nacionalmente el verdadero sufrimiento y opinión de la población y la situación en la que han sumido a las infraestructuras fundamentales del país. Les resultan muy poco amables a los inflados ombligos fisiológicos y sicológicos de la directiva nacional y de sus comitivas de adulones y parásitos, las burlas constantes a sus personas y cargos, por la autoridad que les restan y la falta de confianza que la exposición de sus ineptitudes e impudicias les generan.

En suma, el acceso a la información desde la apertura a Internet, por sí mismo, sin contar con la proliferación y profundización de las miserias materiales y morales cotidianas, ha erosionado sustancialmente su poder y lo pone en peligro. Por eso demoró siete años la apertura de Internet después de la instalación del cable, en 2011. La aspiración del gobierno en cuanto a Internet siempre fue la de no ofrecerlo, u ofrecerlo de manera limitada con muy restringido acceso a contenido extranjero, y mayoritario a los relatos oficiales publicados en versiones electrónicas de Granma, Juventud Rebelde, y otras publicaciones de su elección.  

Ahora la gran solución que menciona la presidenta de ETECSA es el uso priorizado de aplicaciones nacionales para mensajería e intercambios sociales. Aplicaciones y servicios que no tienen el respaldo tecnológico para absorber la avalancha de usuarios y tráfico que supuestamente las emplearían, que no ofrecen posibilidades de comunicación con fuentes foráneas, o lo hacen de forma limitada. Esas tienen la ventaja adicional de poder ser intervenidas y controladas totalmente por los interesados en conocer quiénes expresan qué cosas y en qué grados de efervescencia, y hacerlo de manera mucho más simple, completa, y barata.  

De recargas y transferencias de saldo

Otra “ventaja” que ofrece ETECSA es la de la transferencia de saldo entre nacionales residentes. Consiste en que se organicen cadenas de intermediarios que viven en Cuba que sí tienen relaciones con personas que viven en el extranjero para que les envíen recargas pagadas en dólares a sus móviles, que ellos a su vez se encargarían de revender a precios especulativos a quienes padecen el infortunio de no contar con parientes en el extranjero. El esquema –indecente desde su concepción– expandiría los ingresos en dólares del gobierno. Para ello ETECSA abandona a los cientos de agentes que venden sus viejas tarjetas de recarga en el país y crea una red ilegal de proveedores especuladores, lo cual de por sí constituye delito. Mientras tanto el gobierno ignora la aplicación de sus propias leyes a los nuevos especuladores convertidos en “agentes”, aunque con esas mismas leyes castigan a quienes son de su ojeriza. Esto, por supuesto, no es corrupción, sino un magnífico ejemplo de moralidad.  

Para muchos que tienen sus propios negocios y que utilizan Internet para promoverlos y hacer operaciones, las tarifas representan un alto obstáculo que salvar. Los que puedan pagarán los abusivos montos y los recuperarán aumentando más los precios de sus productos y servicios a sus clientes. O no los podrán pagar, y los suministros decrecerán, para en cualquier caso empeorar la paralizante inflación. No resulta preocupante para el gobierno, sino por el contrario, pues finalmente son (salvo sus negocios particulares) “especuladores improductivos que expolian al pueblo” y que convenientemente existen como chivos expiatorios para criticarlos, descabezarlos si lo hacen incómoda o peligrosamente bien, y responsabilizarlos por los problemas de la economía cuando por extraño acontecimiento la culpa no recae completamente sobre el llamado bloqueo.

Reclamos estudiantiles   

Por primera vez en 60 y tantos años algunas organizaciones estudiantiles universitarias, al menos varias de La Habana, han exigido que se respete el derecho universal a la información. Aunque más bien enfocada en las necesidades específicas de los estudiantes, su valentía es algo completamente inusitado que sin duda algún castigo les acarreará. Pero también es sumamente ilustrativo del pensamiento y del sentimiento general en la actualidad cubana. Por enésima vez la gente ha publicado sus demoledoras opiniones respecto al gobierno en todas las redes sociales en Cuba, en avalancha de memes, escritos serios, comentarios, canciones, y chistes, que mayoritariamente mencionan solo a ETECSA, pero que aluden a quien controla la cadena del mono. Esta vez ni los mercenarios de las redes se han atrevido a defender la medida. Y una vez más, muchos han sido detenidos, interrogados, presionados, y quién sabe si encausados, solo por hablar. Al fin y al cabo, para eso la ignominiosa Asamblea Nacional aprobó recientemente por unanimidad las represivas leyes de comunicación.  

La historia aún no ha terminado. Preveo un misérrimo reconocimiento por parte de ETECSA de pequeñas incorrecciones en la forma silenciosa que se hicieron las cosas, pero nunca de la barbaridad cometida. Si la repulsa sigue con alguna fuerza, el Iluminado, actuando según las cuerdas que lo manejan en fervoroso abrazo paternal al pueblo, hará la magnánima concesión de “solicitar” a ETECSA que reajuste algún precio a ciertos grupos, pero no a toda la población. De esta manera trataría de desinflar la efervescencia, para continuar un rato más dándole palos al burro, pensando que cuando se acaben los seis GigaBytes, de todos modos, se acabará el origen de su mal, y que más vale hundir al país y seguir ordeñando y sacrificando a sus gentes que perder las riendas, aunque lo que vaya quedando de la nación no sea más que una carcasa llena de zombis.

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