Metáforas acojonantes: Granma dice que Fidel Castro está vivo y será eterno

Los ditirambos oficiales por el segundo aniversario de la muerte de Fidel Castro han tenido su punto culminante en una velada político-cultural la noche de este sábado en la Escalinata de la Universidad de La Habana, que según el diario Granma “transpiraba Fidel”.
El artículo de la velada que nos dispara el bastión del oficialismo afirma en su titular que Fidel está vivo y es eterno, algo que ya empieza a preocupar a algunos egiptólogos creyentes en faraones inmortales. La argumentación la dio el segundo secretario de la Juventud Comunista (UJC), Ronal Hidalgo Rivera, en presencia del sucesor Miguel Díaz-Canel: “Hoy no estamos aquí para recordar su ausencia», aseguró Hidalgo Rivera, «ni para lamentar su partida a la inmortalidad, estamos aquí porque sentimos su presencia y porque en estos dos años su estatura ha crecido, sus ideas se han multiplicado y su legado se ha hecho más necesario”.
La mojiganga propagandística certifica el desmedido culto a la figura del patriarca fallecido, para lo cual no hacen falta leyes prohibiendo estatuas y nombres de calles, como proclamó la Asamblea Nacional en el 2016, porque el nombre de Fidel Castro, las evocaciones a Fidel Castro, el ritornello de Fidel Castro, están como platillo central de toda la retórica oficial, de los noticieros de televisión, de los mamotretos gubernamentales, de las reuniones y asambleas que encabezan dirigentes necesariamente adulones, en las canciones de Raúl Torres, y en los discursos del Elegido Díaz-Canel, que no para de mencionar la deuda con Fidel, las menciones a Fidel (hasta aterrizando en Nueva York tuvo que recordarlo), pues para eso -y por eso- fue elegido.
Desbordante insensatez
El Granma se ha desbordado desde el pasado viernes, de cara a este 25 de noviembre, en un Suplemento Especial de 12 páginas, que es una verdadera pieza museable de la insensatez. Es importante que para las próximas generaciones de cubanos se guarden estas estampas de guataconería, viudez intelectual y servilismo, porque de lo contrario no será creíble el desatino histórico.
Uno y otro repite que el líder ha entrado a la inmortalidad, pero sigue acompañando la marcha socialista cotidiana. Una redactora nacida en 1990 declara que ella quiere ser Fidel.
De la docena de artículos, testimonios y textos “rescatados” por este suplemento especial y otras perlas aledañas, hay algunos párrafos que merece la pena reproducir para visualizar, a manera de collage, hasta dónde puede llegar la desmesura periodística del momento. Aquí tienen un botón de muestra:
A la misma universidad donde se hizo revolucionario volvió Fidel este sábado, y allí estuvo con los jóvenes en quienes siempre creyó. En ellos, dos años después, que de pronto serán décadas, siglos…, continúa naciendo…multiplicándose (…) Allí se evocó, en un resumen de vida que desmiente cualquier asomo de muerte. (“Fidel… y la muerte que nunca será“)
Los que no saben irse del todo cuando la muerte alcanza sus cuerpos no precisan de jornadas de homenaje para vivir en el corazón donde dejaron huellas. A veces las estelas alcanzan a un pueblo y se desbordan al mundo. No puede entonces pedírseles ni al mundo ni al pueblo que desestimen el tributo que glorifica. (“Te somos fieles, Fidel“)
Hoy cumple 92 años. Cumple, sí, en presente, porque de otro modo obviaríamos su probada inmortalidad y negaríamos su constante presencia, desde esa dimensión maravillosa llamada corazón del pueblo, donde volvió a nacer, de manera espontánea. Una existencia como la suya debe ser celebrada, aun más allá de las barreras corpóreas. Fidel dejó, en cada lugar a donde lo condujeron sus certeros pasos, las más profundas huellas de esperanza y humanismo, no porque aspirara con sus actos a reconocimiento alguno, sino porque todo su ser devino unidad incorruptible entre pensamiento, discurso y hechos. (“Fidel en infinitas dimensiones“)
El niño encantado
Fidelito y sus hermanos Angelita y Ramón se distraían con los animales domésticos de la finca; les encantaba provocar a la inofensiva vaca Ballena para, cuando esta los perseguía, huir riendo y corriendo a esconderse en la vivienda. (“Un niño llamado Fidel Alejandro“)
Si algo siempre hemos tenido en este tiempo es la presencia del Comandante en cada momento de nuestras vidas. Está allí en las obras que emergen. En los momentos adversos, cuando la naturaleza enfurecida arremete contra el hombre, que lejos de amilanarse, se crece. Está cada mañana en los matutinos de las escuelas. Subiendo o bajando la escalinata universitaria. Contento por la medalla obtenida por jóvenes estudiantes en alguna Olimpiada del conocimiento. Feliz por los logros en la ciencia, la producción de vacunas y otros medicamentos, en todos los casos una ciencia al servicio del ser humano. También lo observamos contrariado por alguna obra mal terminada. Por lo que podemos y no hacemos para que nuestras ciudades estén más limpias y bellas. Por la falta de recursos para poder adquirir modernos medios para la salud. (“Reflexión y evaluación“)
Otra de sus ideas fue la de convocar a padres y alumnos en las vacaciones a compartir juntos en las propias escuelas. Así se creó un plan vacacional estupendo donde competíamos en las labores agrícolas al tiempo que nos enfrentábamos también en varias disciplinas deportivas y hasta nos divertíamos de lo lindo en las noches de recreación. Igual, el Comandante nos visitó varias veces durante estos periodos. Y volví a estar junto a él como tantos otros compañeros. En estos encuentros siempre se interesó por cómo la estábamos pasando, si nos faltaba algo. Lo que faltara al otro día estaba allí. Así siempre fue Fidel, hasta los últimos días de su vida pensando en su gente, en su pueblo y, sobre todo, en el futuro de los niños, adolescentes y jóvenes. Por eso no me importa si me creen o no, yo sé que fui escolta de Fidel. ¡Y a mucha honra! ( “Yo fui ‘escolta’ de Fidel“)
Sacudiendo constelaciones
Poner primero a Cuba antes que todas las pequeñeces individuales, no renunciar a las rebeldías con causa, no avergonzarse de ser comunistas, huir de las mediocridades, reconocer los errores y aprender de ellos, estudiar y trabajar por el proyecto colectivo, son legados fidelistas que asumo como fe de vida. No lo conocí, pero lo hice en la dimensión que nos acerca a quienes determinan nuestra espiritualidad y tejen con sus ideales el mapa de las creencias propias, las que nos echan a andar. Con ese Fidel me quedo, ese Fidel elijo ser. (“Quien sacude las constelaciones“)
Perdóname si no fui todo lo fuerte que hubieras esperado, si no pude contener las lágrimas cuando te vi alejarte sereno de la mano del tiempo, abriéndote camino entre la bruma hacia una dimensión en la que mis brazos ya no pudieron alcanzarte. Pero confío en que puedas entenderme. Hoy he madurado lo suficiente para descifrar ese nuevo mensaje que habías escrito para mí. (…) Mírame, me he empinado hacia el futuro como siempre lo quisiste. Tengo plena confianza en la fuerza de mis razones y en la solidez de mis principios. Mírame, comparte conmigo esta dicha de saber que tu bandera ahora camina entre mis manos, y que en mi pecho está la llave que abrirá las puertas de la historia que aún no ha sido escrita. Lo sé, tengo mucho que aprender todavía. No pienses jamás que me regodeo en insensatas vanidades, porque comprendo que toda una eternidad habría sido insuficiente para beber tu sabiduría, pero algo puedes tener por seguro, tu legado está a salvo conmigo. (“Soy el discípulo que también será maestro“).
Hay existencias así, de obra tan universal, tan nacional, tan de la casa, tan de amigo, que se ve caminando todavía a nuestra derecha una masa de inmortales. Entre ellos, aquel de verde olivo que en el lapso de dos años tira y empuja, alerta y pone luz en los pasos de esta Isla, con igual fuerza vital de sus 90 anteriores. ¿Falta a este pueblo aquel que se le escucha tan cotidianamente en el repaso de sus pensamientos? ¿Falta, de verdad, si hay una foto que ofrece la sonrisa hirsuta en una pared de escuela, a la entrada de un taller, en la efeméride, en el verso, en la canción? (“Comandando“)