Fidel Castro se desencadena: ¿Moringa senil?
Árbol de moringa oleifera
La mayoría de los análisis de las últimas minireflexiones de Fidel Castro yerran al creer que se trata de una muestra del deterioro de su salud mental. El compañero Fidel está en plenitud de facultades, muy molesto por los tímidos cambios que impulsa Raúl Castro y temeroso de lo que se avecina.
El pensador de Punto Cero debe estar a estas horas profundamente amargado por el rumbo que olfatea tomará su hermano obligado por la desastrosa economía nacional; la crisis económica de Venezuela (que se ha empobrecido con el chavismo) y su convicción de que la Magdalena no está para tafetanes; es decir, que los cubanos estallarían en caso de una vuelta a las penurias de los noventa, tras la desaparición de las dictaduras comunistas en Europa del Este.
Raúl Castro no es un demócrata ni un fan de las reformas; pero sabe que la única manera de solventar la difícil herencia que le dejó su hermano, sin excluir sus propias responsabilidades como vicejefe de todo ese desastre, pasa por conseguir que los cubanos tomen leche, viajen aunque muchos no regresen, y que la poderosa burocracia corrupta que nació y se crió a los pechos de su hermano, desaparezca o deje de entorpecer sus planes para construir campos de golf, por ejemplo.
La hora de las minireflexiones
Pero veamos las minireflexiones del empobrecedor de Cuba: Honecker, sin venir a cuento, con la puya del vodka a Raúl; que nadie se engañe, Fidel Castro no estaba pensando en Yeltsin o en Gorbachov, sino en su propio hermano, cuando aludió a que Honecker no quiso pagar el precio que le exigía otro que se vendió por vodka.
Stevenson y Juantorena: lo que ya sabemos; gloria deportiva y cariño de pueblo frente al dinero y -de paso- que Juantorena releve al anciano “Gallego” Fernández, muy de la guara de Raúl, al frente del Comité Olímpico Cubano (COC). A ver si así consigue persuadir a su hermano y a su hijo Antonio de que los peloteros cubanos no pueden jugar en Grandes Ligas, aunque se sigan escapando.
China. Los chinos ayudan, pero exigen -entre otras cosas- el pago puntual de los créditos; más ahora que están en crisis a juzgar por el Financial Times, a quien Castro concede autoridad en la materia. ¿Quién es el culpable de todo esto?: las reformas capitalistas; así que aprovecha y le saca un trapo sucio al arquitecto de las reformas chinas, Deng Xiao Ping y de paso -por enésima vez- le complica la labor diplomática a Raúl Castro y Bruno Rodríguez, que alguna disculpa discreta tendrán que transmitir a Pekín, uno de sus aliados comerciales más seguros en los tiempos que corren.
Nicolás Guillén. Ni una palabra sobre el poeta de Motivos de Son, sino la reproducción de un verso de su “Elegía a Ernesto Guevara”. O sea, más conciencia frente a las tentaciones del dinero. Otra utilización grosera del mito del Che, al que dejó abandonado a su suerte en Bolivia y luego intentó desacralizarlo, revelando a Gianni Miná que Guevara había vuelto secretamente a Cuba, pese a que Castro ya había publicado su Carta de despedida.
De la factoría Punto Cero Films
La Moringa, una planta exótica, es el penúltimo episodio de su obsesión de intentar cambiar medio ambiente por proletariado y de seguir poniendo palos en la rueda de Raúl Castro. Como ya sabemos que donde peor viven los obreros es en las dictaduras comunistas, Cuba y Corea del Norte. Desde la caída del Muro de Berlín, Fidel Castro (un gran depredador ambiental) intentó jugar la baza verde; ahora mismo se anuncia el estreno de un documental que recoge su gran preocupación por la extinción de la especie humana; o sea, el último chiste de la factoría Punto Cero Films.
Y esto no es baladí porque los mayores oponentes al Tratado de Kyoto y otras medidas de protección del planeta, apoyadas incluso por la administración de Barack Obama, son China y la India, necesitados de un aplazamiento porque necesitan vivir su propio siglo XIX para crecer y dar de comer a sus millones de habitantes. Otro recado envenenado para Raúl y el canciller Bruno Rodríguez.
En el plano interno, su postura también busca criticar veladamente a Raúl Castro por su discreta apuesta por los cultivos transgénicos y los biocombustibles; acordaros de cuando arremetió contra Lula y Raúl Castro (sin mencionarlos) diciendo que una hectárea de caña para producir bioalcohol podría matar de hambre a no sé cuantos seres humanos; o sea, el rey del empobrecimiento y la escasez desvelado por posibles penurias alimentarias.
Y más allá de su conducta política reprochable, y su obsesión permanente con la hecatombe mundial; su juego de las minireflexiones deja desnudo a Fidel Castro; pues demuestra que su única ambición es evitar los inevitables cambios, a costa del sufrimiento de millones de cubanos y sacrificando a su propio hermano, que ha intentado tratarlo con extrema delicadeza; evitando lastimarlo.
Falta tiempo, sobran dificultades
Si alguien desempolva una reciente entrevista de Granma con el líder vietnamita, Nguyen Phu Trong, de visita en Cuba, leerá una y mil veces, que la reforma en Viet Nam requirió tiempo y que se evitaron las precipitaciones. El mensaje no estaba dirigido solo a los cubanos de a pie, que también, sino a Fidel Castro para apaciguarlo, pues la entrevista privada que sostuvieron en Punto Cero debe haber sido más dura aún que cuando en Hanoi, un alto cargo anfitrión le soltó a la cara que el Partido Comunista vietnamita apostaba porque su pueblo fuera rico, mientras que Fidel Castro quería que los cubanos fueran pobres. De nada sirvió.
Pocos días después, el raulismo aprovechó un seminario universitario para apoyar veladamente la tesis del economista Pavel Vidal, profesor de la Universidad de La Habana, quien reclamó mayor velocidad para las reformas económicas.
Y la situación no es la de 2006, Europa -que siempre ha tenido un trato diferente con La Habana al de Washington- está en crisis por mucho que Moratinos y otros jerarcas socialistas españoles vayan por la isla y cenen con Jaime Ortega; Venezuela, aun ganando la papeleta bolivariana, no puede seguir sosteniendo a la economía cubana porque Chávez ha empobrecido al país, dilapidando los recursos petroleros en su compra masiva de votos y otros experimentos made in Punto Cero.
Raúl Castro sabe que le falta tiempo y le sobran dificultades. En esta situación es lógico que tema a internet, al contagio de la primavera árabe e Indignados, y a un verano de calor y desabastecimiento; pero quizá nunca imaginó que su hermano, el mismo que lo metió en un próspero negocio personal hace más de 50 años y que lo nombró Consejero Delegado de Ruina de Cuba, S.A, y único heredero, ahora le esté torpedeando sus intentos de aliviar la vida de los cubanos para poder negociar el traspaso a Mariela y Alejandro Castro Espín y a Luis Alberto Rodríguez Callejas; esos muchachos ataviados con jeans, algodón, lino, automóviles con aire acondicionado y cristales tintados, chalés en Siboney y adyacentes, y Ray Ban; aunque eso sí, disidentes del mundo unipolar que pretende el imperialismo. ¡Qué suerte!