Cuba, lengua materna y totalitarismo
Jóvenes cubanos participan en un mitin de repudio bailable frente a la casa de Laura Pollán en Centro Habana: La cultura del hombre nuevo.
Los idiomas son entes vivos y en constante transformación. De no ser así, en la actualidad no fuésemos hablantes de una lengua como la nuestra, el castellano, que se fue conformando a través de la historia gracias a sucesivas conquistas de poderosos imperios.
Primero fueron los romanos, quienes llevaron el latín a la península ibérica y en contacto con las lenguas que se hablaban allí, provocaron el surgimiento del portugués, el gallego, el catalán y el castellano; tal como sucedió también en otras regiones cercanas en el Mediterráneo y que dieron lugar al rumano, el francés y todas las lenguas que se hablan en la península itálica, incluido el italiano.
El otrora dialecto del reino de Castilla se extendió por toda España, y después de recibir durante siete siglos de influencia del árabe en Andalucía, cruzó el Atlántico hace más de 500 años para convertirse en la lengua oficial de la mayoría de las naciones que posteriormente surgirían por las tierras de América.
Es vieja la polémica sobre su correcto uso y resulta frecuente escuchar que en tal o más cual región de España es donde mejor se habla; o en este o aquel país de América. En Cuba sucede lo mismo. Unos abogan por los camagüeyanos y otros por los habaneros. La realidad es que cada región tiene su norma, su entonación y términos locales. Eso sí, hay una norma culta a nivel de todo el país, que es la forma en que producen el idioma las personas con mayor nivel educacional.
Laboratorio lingüístico
Semanas atrás el profesor español Francisco Moreno Fernández, catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares y director académico del Instituto Cervantes, dijo en La Habana que Cuba ha sido tal vez el mayor laboratorio lingüístico hispánico desde el siglo XVI al XXI.
“Aquí se han generado rasgos sociolingüísticos y ha encontrado soluciones idiomáticas mucho más temprano que en otras latitudes”, advirtió Moreno al ser recibido oficialmente por la Academia Cubana de la Lengua como Miembro Correspondiente en el Extranjero.
Hoy el “laboratorio lingüístico” a que se refiere el profesor Moreno está generando resultados muy cuestionables, y no son pocos los que se preocupan por la involución y el empobrecimiento del castellano en Cuba. El incorrecto estudio de la lengua materna, la falta de profesores y los grandes problemas que enfrenta la sociedad cubana, han incidido en este fenómeno negativo.
Como tantos otros males de Cuba, en este caso tenemos que buscar la génesis en el ya lejano primero de enero de 1959. Pudiera parecer contradictorio que después de una Campaña de Alfabetización que hizo posible que casi el ciento por ciento de los cubanos aprendiera a leer y escribir, se produjera un proceso de empobrecimiento en el uso de nuestra lengua materna.
La obsesión de Fidel Castro por transformarlo todo, reinventar la Historia y tratar de hacer ver al mundo que Cuba había empezado de cero a partir de su asunción al poder, introdujo lamentables cambios que condujeron a un proceso de vulgarización y banalización de la sociedad. El hombre nuevo que pretendieron construir resultó finalmente un ser inculto, vulgar, de poco pensamiento, con una rudimentaria expresión oral y que se vanagloria del mal uso que hace de su idioma.
Desde los primeros años del régimen imperante en Cuba ha sido una constante el déficit de maestros. Uno tras otro se sucedieron programas para formarlos de la manera más rápida posible. Podemos recordar a los Makarenkos, lo destacamentos pedagógicos y los más recientes profesores integrales emergentes. Educadores improvisados y con grandes lagunas de todo tipo. Siempre hubo sus excepciones, pero los mejores maestros abandonaban constantemente las aulas desestimulados por los bajos salarios, las difíciles condiciones de vida y trabajo en las escuelas en el campo, o las constantes transformaciones en los programas y planes de enseñanza. El resultado ha sido siempre el mismo, maestros improvisados, inexpertos y con pocos conocimientos.
Igualitarismo y vulgarización
A todo esto se suma en los últimos tiempos una drástica reducción de las capacidades para acceder a niveles superiores de educación. En la actualidad solo el 40 por ciento de los estudiantes puede continuar sus estudios en el preuniversitario. O sea, que más de la mitad se queda solamente con noveno grado y prosiguen su formación prácticamente de manera formal en supuestas carreras técnicas realmente irrelevantes. De los que van al preuniversitario casi la mitad suspenden las pruebas de ingreso para entrar a la Universidad una vez concluido el duodécimo grado. Pero aun así, después de un proceso aparentemente muy selectivo, la mayoría de los graduados universitarios lee poco y mal, escribe con numerosas faltas de ortografía y se expresa de forma incorrecta.
Se comenzó por borrar del diccionario términos como señor o señora, se impuso el uso de compañero para todo. Un falso igualitarismo devino en vulgarización. La educación formal cayó en estrepitosa picada. Jóvenes que no leen, que no ven buenas películas y que no van al teatro o galerías de arte, no tienen tema alguno de conversación. Se crea así una subcultura, que con el reguetón como música de fondo acompaña el discurso de la sociedad cubana, salpicado por palabras obscenas en medio de un ambiente acentuado por la promiscuidad y la violencia, la falta de caballerosidad y de respeto.
En las guaguas o las camionetas llenas de gente, en las fiestas populares, en los numerosos sitios que expenden bebidas alcohólicas, en la vía pública y las escuelas, en las discotecas y las playas, la mayoría de los jóvenes se expresa de manera grosera sin distinción de sexos. Hasta en las instalaciones deportivas se escuchan multitudinarios coros de improperios y groserías que se amplifican a todo el país por la radio y la televisión.
Este es otro síntoma, doloroso y alarmante, de la decadencia de la sociedad cubana contemporánea. Algunos piensan que esto no es casual, que ha sido un resultado más del maquiavélico plan puesto en práctica hace más medio siglo en el país. Jóvenes sin ideas, proclives al consumo de alcohol e incapaces de expresarse correctamente no son una amenaza para el régimen.
La vulgaridad y la chabacanería son, en última instancia, sus más auténticas perlas de cultivo.
*Escritor cubano recién llegado a Miami. Es autor de numersos títulos de poesía, narrativa y ensayo. Entre sus libros recientes figuran La casa en un morral. Voces de los niños de la Guerra Civil Española (2011) y Aves con rimas (2012).