Chávez momificado o el espectáculo de la orfandad latinoamericana

El féretro con el cuerpo de Hugo Chávez es conducido desde el hospital militar hasta la academia militar para ser expuesto en velatorio público

El féretro con el cuerpo de Hugo Chávez es conducido desde el hospital militar hasta la academia militar para ser expuesto en velatorio público

Por Sergio Valdivieso

Como Vladimir Ilich Lenin, como Mao Tsetung, como Ho Chi Ming. Como los norcoreanos Kim Il Sung y su hijo Kim Jong Il en el Palacio Conmemorativo Kumsusan. Hugo Chávez será embalsamado y colocado en una urna de cristal en un museo militar donde pueda ser visto y adorado por sus seguidores de hoy y los que vendrán.

La noticia la anunció el vicepresidente ejecutivo -y virtual candidato a tomar el mando en Miraflores- Nicolás Maduro en un discurso transmitido este jueves por la estatal Venezolana de Televisión.

“El comandante Chávez va a estar en posibilidad de ser visto por lo menos siete días más por parte del pueblo de Venezuela”, dijo Maduro. “Se va a “preparar el cuerpo del comandante presidente, embalsamarlo para que quede abierto eternamente…”

El velatorio de Chávez no termina este viernes, como inicialmente se anunció. Los restos serán expuestos siete días más tras los funerales oficiales que se efectuarán a partir de las 11 de la mañana, con la asistencia de delegaciones de 55 países y más de 20 jefes de Estado o de gobierno.

“Va a haber posibilidades por lo menos siete días más para que pueda ser visto sin limitación alguna”, recalcó Maduro. El féretro permanecerá en capilla ardiente de la Academia Militar, donde ahora es honrado por multitudes de venezolanos. Luego vendrá el proceso de embalsamado y traslado hacia el Museo Histórico Militar, un lugar mítico para la neohistoria chavista que ahora comienza a ensalzarse: fue allí donde Chávez ubicó su comando, en una colina cercana a Miraflores, cuando la fracasada intentona golpista que protagonizó el 4 de febrero de 1992.

Sorpresivo anuncio

El sorpresivo anuncio de Maduro habla de muchas cosas que no dejan de alarmar en medio del duelo y el dolor que, sinceramente, vive más de la mitad de la población venezolana.

El chavismo necesita ganar tiempo y nada más efectivo para la idea del tiempo detenido que prolongar el funeral del líder mientras mantiene en movilización por al menos una semana a sus partidarios. El mensaje lo dejó clarísimo el canciller y vicepresidente para la acción política, Elías Jaua: “Estamos haciendo los mayores esfuerzos para canalizar el dolor de este pueblo”.  Canalizar el dolor es dejar a los chavistas en las calles para que no se extinga la llama de la combatividad frente a los peligros inminentes que ya mencionó Maduro en vísperas de anunciarse la muerte de Chávez.

Así se pavimenta el camino hacia unas elecciones dictadas por la Constitución bolivariana, pero cuya convocatoria podría ser ajustada en base a las contingencias que dicten los ” latidos del pueblo” y el “fervor de la Patria”. A fin de cuentas, el Ministro de las Fuerzas Armadas, Diego Molero, lo ha advertido para que no quede margen de duda: los militares venezolanos son socialistas, antimperialistas y chavistas, y están prestos a defender el legado del patriarca fallecido.

Pero hay algo mucho más transcendente en esta momificación anunciada. El oficialismo no quiere perder el ícono del patriarca. La muerte prematura de Chávez ha dejado en pura orfandad al chavismo, que apenas ha cumplido 14 años en el poder. Sin el carisma ni la legitimidad política de Chávez, con una situación económica que se vislumbra crítica como nunca antes y un palpable deterioro productivo y de abastecimientos en un país dividido y conmocionado, Maduro y la plana mayor venezolana necesitan aferrarse a la imagen del líder muerto como un ente “más vivo que nunca” para asegurar que no se descarrilen las aspiraciones de la cohorte chavista de permanecer al mando.

Voluntarismo político al duro

Por eso el embalsamamiento de Chávez es un acto de puro voluntarismo político a la vez que gesto simbólico para perpetuar el cadáver insepulto como si nada hubiera pasado en la nación. Chávez vive, Chávez no está muerto, Chávez te quedas, repiten los chavistas, y su momificación viene a sublimar la posibilidad de “mantenerlo entre nosotros”, de complacer la ilusión del imaginario popular de que sigue ahí, al cuidado de la revolución bolivariana.

La designación del Museo Histórico Militar como el “primer lugar de reposo” deja abierta a la vez la alternativa de “dar otros pasos que el pueblo ha pedido”. En otras palabras, el cadáver embalsamado de Chávez pudiera ir a parar a un mausoleo en el Panteón Nacional, junto al libertador Simón Bolívar. Hay solo un obstáculo constitucional que requiere que los venezolanos ilustres deben esperar 25 años después de su fallecimiento para ser llevados a ese exclusivo sitial de la patria, pero eso pueden resolverlo de manera expedita los chavistas, como han demostrado.

“Es su comandante, les pertenece a ustedes, estará siempre presente”, repite Maduro en un esfuerzo de legitimarse a través del jefe desaparecido. Y sigue hablándole a Chávez, de las orientaciones que se quedaron sobre la mesa, prometiendo que se pondrán en vigor.

Maduro, Jaua y Diosdado Cabello lo necesitan ahora más que nunca.

Triste que la era de las momias ilustres del “socialismo real” irrumpa ahora en Latinoamérica. Pobre Venezuela, con una carga tan pesada para arrastrar por el siglo XXI.

CATEGORÍAS

COMENTARIOS