Crisis en Venezuela: ¿Hay razones para una marcha contra la “injerencia cubana”?

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Estudiantes de la Universidad de Los Andes protestan contra la intromisión cubana en Venezuela. Foto: El Nacional

Por Sergio Valdivieso

La escalada de la crisis política y la violencia desatada en Venezuela está apuntando cada vez más hacia la colaboración cubana en el país sudamericano. Y también a definiciones mayores sobre la suerte de los cubanos allí tras más de una década de misiones que van desde el real aporte humanitario a la inmersión en las estrategias de inteligencia y control social.

Opositores venezolanos con la diputada María Corina Machado a la cabeza convocaron a una nueva marcha nacional para el próximo domingo, con la peculiaridad de que la movilización va dirigida contra la “injerencia cubana” en las Fuerzas Armadas de Venezuela (FANB) y en la vida pública.

“Contra la represión cubana y por la dignidad venezolana. Este domingo #16M ¡todos a la calle!”, escibió Machado en su activa cuenta de Twitter luego de un encuentro con la prensa.

La concentración a nivel nacional planea tomar las calles para repudiar las acciones de las fuerzas gubernamentales en toda Venezuela.

Injerencia humillante

“Las ordenes de represión brutal vienen de La Habana (…)  hay una injerencia humillante de militares cubanos”, aseguró la diputada, una de las figuras de mayor liderazgo y capacidad movilizativa dentro de las fuerzas opositoras al gobierno de Nicolás Maduro.

En su argumentación de la convocatoria, Machado dijo que este miércoles la represión llegó a un nivel sin precedentes en la historia de Venezuela.

“Ni en las peores dictaduras del siglo XX vimos lo que ocurrió ayer en distintas ciudades de Venezuela”, aseveró.

Las cifras oficiales dadas por la fiscal general Luisa Ortega Díaz este jueves ante una sesión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas confirmaron 28 muertos y 365 heridos como resultados de las protestas populares que han sacudido el país desde el pasdado 12 de febrero. Hay tambien más de mil detenidos.

El llamado a una marcha contra la presencia cubana ocurre en un momento crucial del convulso panorama venezolano.

Desenfreno oficial

Maduro valora reemplazar a efectivos de la Guardia Nacional por fuerzas del Ejército Nacional e imponer un toque de queda en medio de la ola imparable de protestas, que amenaza con paralizar al país. El oficialismo parece abocado a medidas desesperadas y eso puede ser un detonador de peores acontecimientos, con final imprevisible.

Pero es significativo que ahora, en plena ebullición de las protestas, la colaboración cubana se identifique como un blanco de ataque y movilización. Este paso es significativo y puede traer una cola de acontecimientos, pues es consecuencia de una acumulación de denuncias, inconformidades y obstinación por parte de sectores antagónicos al oficialismo, que constituyen la mitad -y a estas alturas quizás algo más- del país.

No es fortuito que la “marcha contra los cubanos” ocurra cuando el cerco comienza a cerrarse en torno a las opciones de Maduro para solucionar la crisis. Y cuando también la Casa Blanca y el Congreso estadounidense parecen sintonizados en la búsqueda de medidas más enérgicas para lidiar con la debacle del chavismo.

Desde hace semanas vienen produciéndose en las manifestaciones quemas de banderas cubanas en reacción a la injerencia del personal de colaboración de la isla. En días recientes varias fuentes han reportado que en los bastiones gubernamentales y dispositivos policiales  parapetados para cortar avenidas se escucha, junto a discursos del difunto Hugo Chávez, el himno nacional cubano como factor de reafirmación del chavismo.

Injusta distorsión, gobierno intruso

Se trata de una injusta distorsión de los símbolos nacionales cubanos, identificados por manifestantes como insignias de un gobierno intruso. Un error colosal, pero en la hora de los hornos las distinciones suelen no tener cabida ante los muertos y la sangre derramada. La imagen de Cuba, lamentablemente, es ahora eso para unos y otros, por mucho que la colaboración médica, educacional y deportiva tenga otros caminos ajenos a la represión y el injerencismo.

En Cuba, la situación venezolana no es poca cosa para el régimen de Raúl Castro. A pesar de las recientes declaraciones de solidaridad inquebrantable del canciller Bruno Rodríguez Parrilla, la cúpula castrista sabe que la carta de Maduro se desvanece y que el horno no está para maniobras raras.

Más que las lecturas sobre el desprendimiento del asta de la bandera cubana en pleno recibimiento a la comitiva de La Habana, resulta sintomático que la estancia de Raúl Castro en Caracas haya sido de pocas horas y reducida a las ceremonias oficiales de recordación a Chávez.

Los tiempos de las movilizaciones internacionalistas hacia Angola y Etiopía forman parte de la historia del siglo XX y el gobierno cubano no va a mover ninguna pieza que pueda embadurnar su reposicionamiento diplomático y sus planes de atraer inversiones extranjeras para paliar su tambaleante economía. Porque no está claro tampoco si el prolongamiento de una situación de crisis pueda dar al traste con el suministro de los 100,000 barriles de petróleo con que Venezuela socorre la superviviencia de la isla.

Por todo eso, la marcha de 16M va a ser un importante termómetro sobre lo que se avecina para Cuba y los colaboradores cubanos en una tierra que hasta ahora les parecía su propia casa. Los venezolanos tienen razones para estar cansados de una solidaridad que se hizo impertinencia y extorsión hace mucho rato.

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