El Prisionero 329 de Guantánamo y mi visa uruguaya

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Abdelhadi Omar Faraj, libre en Uruguay

Por Renay Chinea

El Prisionero 329 de Guantánamo ha llegado a Uruguay, ese país de ondulantes pastizales, caudalosos ríos y gente que anda con una sola mano, porque en la otra cargan con una bombilla, un mate y un termo de agua caliente.

He pasado varias temporadas en el Uruguay, viendo como El Plata se vuelve mar, el pasto, heno y mueven las vaquitas sus mandíbulas rumiantes en la paz de los paisajes.

Eso que Borges llamaba la “Banda Oriental”, tiene el encanto de los pequeños países que van recostados, como Pepe Grillo, al hombro de uno grande. Y son su conciencia crítica, el foco de su ira, pero a veces su Bebé travieso. Nada joroba más a un argentino, que un uruguayo: Los mismos Mundiales, pero una Copa América más, escuche decir.

En Uruguay -Tierra de Caracoles, según alguna etimología precolombina- el tiempo es lento. Nada sucede en el país más allá de las 11 de la mañana.  Jorge, el cónsul en Rosario, Argentina, tenía un único demandante de visado al año. Bajo los floridos jacarandas de la calle San Luis, donde a lo lejos se ve discurrir el lomo marrón y manso del Paraná, acudía yo a mi cita: cada verano pidiendo papeles que no llegaban nunca y que casi siempre acababan en ese “vuelva usted mañana” que terminó por hacernos casi amigos.

Un cónsul es alguien que se exilió a las buenas. Y un emigrante es alguien que se exilió a las malas. En el instante de convergencia de estas dos lunas, pude hacerle una pregunta:

-Jorge, ¿por qué tu gobierno, cada año, le exige a tu hermano cubano este visado? ¿No sabes que Martí fue cónsul del Uruguay en Nueva York?.. ¿Por qué no dejás de hinchar las bolas?

-Ché, ¡pero vos ya me querés dejar sin laburo! -me dijo entre carcajadas.

Los únicos de América

Abdelhadi Omar Faraj -el ex preso 329, recién liberado de Guantánamo- seguramente ha traído trabajo para todos. Allí su carta en El País dirigiéndose a esos hinchas de la Celeste, jurando que siempre ha hinchado por ellos. Allí su explicación a gente que ahora busca un Atlas y adivina qué pasó en Yemen, algún instante antes de las 11 de la mañana de un día de donde seguramente no ocurrió otra cosa.

“Hemos ofrecido nuestra hospitalidad para seres humanos que sufrían un atroz secuestro. La razón ineludible, es humanitaria”, agrega ajetreado el ex presidente horticultor Mujica, en la misma carta que le envió a Obama para exigir de paso que sean liberados tres espías cubanos que cumplen prisión en Estados Unidos.

-No digas nada… pero cubanos y haitianos son los únicos de América que no pueden libremente visitarnos… Yo te entiendo.. ¡es una pena! -me dijo Jorge la última vez que nos vimos. Su voz, tenía la ceremonia de quien en Sudamérica confiesa una congoja.

-No te preocupes, Gordo -respondí. Vengo a decirte que esta vez ya me dieron el pasaporte español… ¿no me pondrás objeción para entrar a tu país libremente?

-Lo ves.. ¡Ya sabía yo que un día me dejarías sin laburo..!

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