Golpes en la memoria: Las muertes de Benny Kid Paret

Los magnates del lucrativo negocio del boxeo se quitaron de arriba las verdaderas causas de la muerte del cubano, en una de las páginas negras de este deporte en toda su historia.

Golpes en la memoria: Las muertes de Benny Kid Paret
Una página negra de la historia del boxeo: la pelea de Paret y Griffith el 24 de marzo de 1962.

Por Alberto Aguila

La reciente muerte del campeón mundial Emile Griffith a los 75 años me lleva  inevitablemente a recordar los grandes momentos del boxeo cubano, y una tragedia sobre el cuadrilátero que marcó para siempre la carrera y la vida del espectacular peleador de Islas Vírgenes.

El año de 1962 prometía ser halagueño para los boxeadores profesionales cubanos. Atrás habían dejado el comunismo y la obsesión de Fidel Castro por suprimir el boxeo rentado. Las grandes figuras se marcharon a Estados Unidos, hogar común para pugilistas de la isla.

Urtiminio Ramos, con éxito desde 1961, le pasaba las manos a todo el que se le enfrentaba en México; José Mantequilla Nápoles estaba a punto de salir de Cuba rumbo a tierras aztecas; Isaac Logar se imponía en los cuadriláteros al igual que Luis Manuel Rodríguez y Florentino Fernández. Eran los mejores peleadores cubanos de esa época gloriosa.

También Benny “Kid” Paret se enfrentaba por entonces a hombres de nivel en buenas carteleras, porque su mánager, Manuel Alfaro, tenía contactos seguros con los jerarcas del boxeo, y porque el Kid daba fieros combates frente a todos sus rivales.

El deceso de Griffith me remite sin remedio a Paret, fallecido a causa del violento combate que realizaron por la corona de los pesos welter (147 libras) el 24 de marzo de 1962, en el Garden de Nueva York. Como se conoce el villaclareño murió 10 días después, sin recuperar el conocimiento.

Demasiados golpes

Una avalancha de artículos periodísticos trataron el tema, entonces y ahora, pero en los recuentos aparecidos ninguno se refirió a que la muerte prematura de Paret, a los 25 años, no tuvo como causa exacta el rally de golpes que le propinó su oponente en menos de medio minuto del round 12. El Kid, ya había recibido demasiados y contundentes golpes en pleitos anteriores.

Los magnates del boxeo, esos que viven a costa de los peleadores, los que compran y callan a jueces, los que designan quienes pelean, en aquella época, antes y ahora también, empujaron a numerosas peleas desventajosas a Paret, quien en sus ansias de ganar dinero, tuvo que enfrentar a rivales de mucha clase con superioridad enorme sobre él en el peso.

“Tuvo que iniciar sus actuaciones como peso semicompleto (175 libras) y peleó con Víctor Salazar, Cecil Shorts y Eddy Thompson, que le vencieron y fue cuando su manager Alfaro, decidió bajarlo de división”, afirma la Enciclopedia del Boxeo Cubano, editada por Willy del Pino en 1988. Más adelante el periodista señala: “En su incursión en el  peso mediano (160 libras), se observó inmediatamente que se encontraba todavía en una categoría que no le correspondía y lo bajaron a su peso natural de las 147”.

En su división, Paret logró excelentes victorias, que convencieron a los que “manejaban” el negocio para una pelea con el monarca Don Jordan, a quien despojó de su título.

De un artículo publicado en el Diario de la Marina, por el admirable cronista Eladio Secades, extraje esta observación: “Frente a Jordan debe estar Isaac Logar, otro cubano rankeado en el número 3 pero los que mandan decidieron que fuera Paret”. El glorioso periodista se refería al hecho de que El Kid discutió y ganó la faja de las 147 libras frente a Don Jordan el 27 de mayo de 1960, en 15 rounds.

El arco y la flecha

Mucho seguidores del pugilismo conocen de la carrera profesional de Paret, que tuvo una trayectoria amateur de la que no se ha escrito casi nada. Del Pino explica en su libro que subió 29 veces al encerado como aficionado y que solo perdió una vez.

Estuve presente en dos de sus pleitos, cuando todavía no le llamaban Benny. Por ese entonces era Bernardo Paret y en los pasquines y carteles le anunciaban como “El ídolo de los carniceros”, debido a que su patrocinador era un señor que vendía carne en su establecimiento.

Corría el verano de 1955 y yo había aprendido a boxear junto con una docena de alumnos de diferentes pesos, en la Escuela Politécnica de Matanzas. Allí me preparé bajo la pupila de Jorge Castro, quien fue un excelente entrenador del Gimnasio de Los Bomberos en La Habana.

En las vacaciones de ese año, debuté y vencí por nocao a José Rodríguez en la Valla de Gallos de la ciudad de Cienfuegos, en una velada en la que la pelea estelar estaba a cargo de Paret frente a José “El Indio” Nevares. La instalación estaba repleta de punta a punta, debido a que ambos eran fajadores que no daban cuartel. Previamente, mientras me vendaban las manos, hacían lo mismo con Bernardo, que estaba sentado a mi lado en el único camerino existente en el local.

“¿Tú conoces al indio ese?”, me preguntó Paret. Le respondí que sí, que era valiente y popular. Entonces me dijo tranquilo: “Esta noche le quito el arco y la flecha…”. No le quitó las armas al indio, pero venció por decisión cerrada en un peleón con el público de pie todo el tiempo.

Envuelto en elegante bata amarrilla de seda, y con impecables zapatillas y trusa blancas, regresó al recinto, un par de semanas más tarde y aventajó cerradamente a José Herrera en una verdadera batalla campal.

Dos gladiadores impresionantes

Volviendo a la carrera profesional del Kid, ganó y perdió con púgiles de categoría y fueron tantas y tan seguidas sus refriegas que llegó cansado al trono de su división a causa del castigo recibido.

Fue entonces cuando Paret expuso su título frente a Emile Griffith, quien le arrebata la corona por nocao en 13 episodios, el 1 de abril de 1961. Pero poco después, el 30 de septiembre de ese mismo año, recupera el cinturón dorado en un segundo pleito de campana a campana frente a su enconado rival.

Ambos gladiadores tenían una fortaleza física impresionante, pegaban duro con ambas manos, recibían castigo a cambio de golpear con perseverancia y ese estilo era un manjar para los manejadores del negocio de los puños y de la televisión.

En el panorama de las 12 cuerdas apareció Gene Fullmer, recio fajador del peso welter, uno de esos boxeadores que no daban tregua a nadie, mucho más fuerte que Paret. Su entrada en la escena obligó al cubano a una pelea de espanto, ya que desde que sonó el primer campanazo lo puso en punto de mate con violentas andanadas de golpes.

“Paret fue lanzado al matadero, en pelea desigual, muy interesante para la televisión, en la que las apuestas corrieron por millones, frente al recio Fullmer, que noqueó al criollo en 10 rounds, que le dejaron en malas condiciones”, recordó Del Pino en su enciclopedia boxística.

Para el tercer enfrentamiento con el nativo de Islas Vírgenes, el cubano no tuvo tiempo de reponerse de los golpes sufridos con Fuller y fue entonces que perdió la faja y la vida, recibiendo entre 19 y 26 derechazos seguidos y varios ganchos de izquierda, antes que el referí Ruby Goldstein decidiera detener el ya desigual combate.

Como resultado del trágico incidente, la cadena NBC dejó de transmitir peleas de boxeo y se creó una comisión para investigar lo sucedido. Goldstein jamás volvió a encaramarse en un cuadrilátero para arbitrar una pelea.

Empujado a la muerte

En su libro Historia del Boxeo Cubano, el periodista Julio Ferreiro Mora recuerda el suceso: “Kid Paret fue empujado a la muerte en plena juventud, por la inhumana aspiración de sus promotores de forzarlo a consecutivas peleas con adversarios difíciles. Griffith le convirtió en un guiñapo humano, sin que su propia esquina suspendiera el combate o el árbitro interviniera, hasta que fuera demasiado tarde”.

La culpa se la achacaron al propio Benny Paret, quien durante el pesaje, se manifestó burlonamente acerca de las preferencias sexuales de su oponente.  El cubano lo llamó maricón (faggot), mencionando que Griffith había trabajado en una fábrica de sombreros femeninos. El incidente cobró calor en los medios de comunicación bajo el eufemismo de que Griffith había sido nombrado “anti-hombre”. La propia novia de Griffith llegó a cuestionarlo en esa hora de confusiones: “I didn’t know about you being that way”. (Años después Griffith se declararía indistintamente como gay y bisexual). Y la mesa quedó servida para una pelea de odio más que una confrontación boxística.

Así, los magnates del lucrativo negocio de las 12 cuerdas se quitaron de arriba las verdaderas causas de la muerte del cubano, en una de las páginas negras de este deporte en toda su historia.

Han pasado 51 años de aquel capítulo trágico en el Garden. En la añorada isla del Caribe siguen los mismos gobernantes de entonces y los peleadores continuaron marchando hacia la Meca del Boxeo en busca de fama y dinero. Pero la batuta del pugilismo permanece entre magnates de cuello y corbata, que siguen dominando a su antojo, escudados en organizaciones y franquicias de lujo.

Griffith ha muerto este 23 de julio. Su vida posterior a la muerte de Paret fue un calvario emocional. En sus últimos años batalló con la demencia y necesitó asistencia a tiempo completo.

“Nunca fui el mismo boxeador después de eso. Después de esa pelea, hacía sólo lo suficiente para ganar. Usaba el jab todo el tiempo, no quería lastimar a mi oponente… Me hubiese retirado, pero no sabía hacer otra cosa además de pelear”, confesó el boxeador años después.

La historia de Paret y Griffith acaba de cerrar su último y definitivo round. Ningunó ganó.

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