Crisis en el ICAIC: No hay sábado sin sol

Sala Fresa y Chocolate, frente al edificio del ICAIC en La Habana.

Sala Fresa y Chocolate, frente al edificio del ICAIC en La Habana.

Por Gustavo Arcos*

Los cineastas cubanos se han reunido frente al edificio Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), tras una espontánea convocatoria que movilizó a casi 60 de ellos en la sala Fresa y Chocolate. Hacía rato que tal encuentro no se producía y el acto, significó el primer punto llamativo de la cita. Los había de todas las generaciones y posturas estéticas, pero esas diferencias se dejaron a un lado para asistir al llamado del realizador Enrique Álvarez a salvar el cine nacional.

Y es que, por una parte, la unidad no ha sido precisamente una de las virtudes que han acompañado a las nuevas generaciones. Demasiadas cosas, que han afectado o contaminado el desarrollo de nuestro cine, se han dejado pasar. Decisiones desafortunadas tomadas por funcionarios sin contar con los artistas, reiteradas censuras de filmes, caóticos diseños de programación y estrenos, insuficiente presencia en mercados internacionales, cierre casi total de los circuitos de exhibición en el país, ausencias de fondos para el fomento de la industria cinematográfica, notable debilitamiento tecnológico, pérdida de espacios legítimos donde promover o comercializar las obras en el territorio nacional, excesivas demoras en la implementación de leyes que amparen al creador audiovisual autónomo, son entre otros muchos, los problemas que han venido mellando la voluntad de los artistas y cineastas alejándolos de la institución y del otrora sentido de pertenencia que tenían por ella.

El camino de las nuevas tecnologías

De otra parte, la llegada de las nuevas tecnologías han abierto el camino para una creación mucho más independiente y efectiva, generándose una conciencia individualizada que confía mucho más en las acciones personales o de pequeños grupos de producción, que se mueven bajo otras dinámicas, presupuestos e intereses. En Cuba, desde hace años se filma mucho, pero se sabe que una parte considerable de esa imagen de la nación está realizada, a cierta distancia del control oficial.

Partiendo de esa realidad, que hace contrastar dos modelos de producción cinematográfica: el centralizado y controlado por el aparato del estado y el conformado por gestores y artistas independientes, se iniciaron por Fernando Pérez, las intervenciones en esa tarde de sábado. Fue unánime el llamado a que el cuerpo jurídico del estado dictara de una vez la Ley del Creador Audiovisual Autónomo. Una figura que legitimaría a muchos creadores con sus pequeñas productoras. Es algo esencial y vital del que parten todas las otras acciones. Esa sombrilla legal, permitiría sanear todo el hoy enrarecido carácter de estas “casas productoras”, que si bien son toleradas, no cuentan con respaldo oficial para hacer, por ejemplo, su actividad financiera, contratar personal técnico o artístico, percibir ayudas monetarias de compañías, empresas, bancos nacionales o extranjeros, proteger adecuadamente su propia obra ante una piratería institucionalizada, construir sus propios fondos de inversión para proyectos futuros, suscribir convenios de coproducción con otros estudios, etc. En el país hay cerca de un centenar de productoras independientes realizando todo tipo de actividades audiovisuales, filmando en el campo de la publicidad, el clip musical, la animación, las películas de largo y mediometraje, los documentales, cortos y hasta obras de video experimentales.

Producir, exhibir, distribuir

¿Debe el ICAIC seguir siendo institución y productora de filmes al mismo tiempo? Esa pregunta fue lanzada, por el cineasta Pavel Giroud, sin encontrar consenso. Es la experiencia que se sigue en buena parte del mundo, pero en Cuba las productoras independientes no existen legalmente y mucho menos hay compañías o estudios de cine encargados de generar los filmes. Por tanto el ICAIC, produce, exhibe y distribuye. Pero es un camino a transitar que parece inevitable. Entonces ¿ para qué esperar?

¿Debería sustituirse la institución por una Academia del Cine Cubano?.  Esa estructura estatal ya creada pudiera por ejemplo, concentrarse en proteger el patrimonio fílmico de la nación, pudiera trazar políticas, crear fondos de apoyos financieros, organizar eventos, premios y festivales, propiciar circuitos de exhibición bajo políticas coherentes de estrenos y promociones al cine nacional, colaborar con las escuelas de cine e instrumentar programas de apreciación audiovisual en los niveles de enseñanza, editar revistas, libros y textos acerca del cine y sus técnicas, abrir locales y espacios de exhibición de filmes de culto o con valores estéticos, atender a las necesidades de los cineastas, en fin, encauzar con acciones y conceptos todo un entramado que impulse políticas culturales en el campo del cine, mientras que la realización directa de los filmes corra a cuenta de las casas productoras.

Otros temas fueron también tratados por los cineastas cubanos, como por ejemplo, el deplorable estado de las salas cinematográficas, reducidas casi a la veintena en todo el país. Urge un rediseño de estas estructuras y locales, que desde hace años debieron, muchos de ellos, ser reconvertidos en multisalas o espacios de exhibición especializada. No se aplican diseños de promoción que muevan al espectador a las salas, puesto que rara vez se produce en ellas un verdadero disfrute del espectáculo cinematográfico. La idea de que el cine puede ser una fuente generadora de riquezas, espirituales y también financieras, parece haber sido abandonada por los funcionarios y decisores quienes las han reconvertido total o parcialmente en espacios para shows musicales, actos circenses o programas humorísticos. Los realizadores alertaron del atraso tecnológico de las pocas que quedan, pues cuentan con equipos en desuso y poco efectivos para la correcta proyección de sus filmes. Resulta paradójico que se invierta en conseguir una alta calidad visual y sonora de las obras y después no puedan apreciarse estas en nuestras salas, dotadas de tecnologías incompatibles.

A espaldas de los cineastas

Para la gran mayoría de los asistentes no hay en estos momentos, una política visible, clara y coherente que defienda el cine nacional. Se toman decisiones a espaldas de los cineastas o creadores audiovisuales y el otrora prestigio y nivel internacional  de nuestra cinematografía  se ha visto superado por el crecimiento y la estabilidad continuada de casi todas las cinematografías del continente. Alguien incluso habló de la nueva ley del cine en República Dominicana, una letra recién suscrita que por su visión de futuro, se entendía, pudiera servirnos de ejemplo. ¿República Dominicana? Pues sí, parece que nuestros vecinos con apenas 20 largometrajes en toda su historia nos pueden enseñar el camino en materia cinematográfica.

He ahí la urgencia de este encuentro, que tal vez devenga en movimiento, en gestos, ideas y acciones que nos permitan rescatar o mejor, rediseñar nuestro cine, mirando sí, hacia ese proyecto cultural, que bajo las siglas de ICAIC fue el primero gestado por la Revolución. Pero también y quizás sobre todas las cosas, observando las dinámicas del presente,  bajo la clara premisa de que no hay mayor impacto en el desarrollo de los valores y la conciencia humana, que el ejercido por una imagen.

* Profesor y crítico cinematográfico, residente en La Habana. La polémica en torno al ICAIC se ha acrecentado luego de conocerse la existencia de una comisión gubernamental, integrada por Miguel Díaz-Canel, primer vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros, y Marino Murillo, vicepresidente del Consejo de Ministros, para transformar el organismo, y que motivó la reunión de los cineastas el pasado sábado. Este artículo se reproduce por cortesía del blog Cine Cubano, La Pupila Insomne.

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