Carnicería desata “furor por las vísceras” entre residentes de Santiago de Cuba

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Esta es el local de la discordia entre los residentes de Santiago de Cuba. Foto: Eduardo Pinto Sánchez

Por Daniel Benitez

Una céntrica carnicería ubicada en el corazón de Santiago de Cuba se ha convertido en sitio de obsesión y angustia para sus clientes.

Un reportaje del diario Juventud Rebelde describe a personas, sábanas en mano, posicionándose para dormir en las aceras aledañas al lugar y acaparar los primeros puestos en una tensa batalla popular por la carne.

Literalmente, una batalla visceral.

El establecimiento Las Tres Niñas fue inagurado el pasado 3 de noviembre para -según el artículo- dar “un servicio especializado en vísceras de animales -sobre todo de res y cerdo”, con precios asequibles de entre seos y diez pesos cubanos (CUP) para la adquisición de un kilogramo de los productos ofrecidos: hígado, corazón, lengua, morcilla, riñón y cabezas de animal.

Muchas personas acuden esperanzadas a realizar sus “compras de carne” en moneda nacional, pero entre la acción de los coleros y revendedores,  las informalidades en la distribución y el horario de apertura del local, y la poca oferta de productos, se esfuman sus suenos de llevarse a casa algún kilogramo de las piezas en disputa.

Tres colas

El local está administrado por la Empresa de productos alimenticios y no alimenticios (Empana) del Grupo Empresarial de Comercio, y se encuentra en la  intersección de las calles Bayamo y Barnada.

Según el reportaje, fue abierto con el objetivo de “extender la comercialización de productos que, aunque no satisfacen del todo la demanda existente, mejoran la oferta alimentaria”.

Pero esta situación se queda solo en el propósito, porque cada mañana algunos individuos tratan de acapar todo la venta.

El fenómeno de los revendedores en Cuba es inherente a sitios donde se ofertan productos de alta demanda en la mesa cubana, sobre todo si se trata de carne. O de la ilusión de un bistec mediante las vísceras.

La situación ha llegado a ser tan caótica que el administrador del local, Osvaldo Carbonell, dio cuentas de las medidas tomadas para tratar de controlar el desmadre: “Orientamos que solo se puede vender un kilogramo de cada producto por persona y exigimos orden hasta donde podemos en las tres colas para acceder al local: una de hombres, otra de mujeres y una de personas con discapacidad física, donantes de sangre o embarazadas”.

Falsificando los carnés

Pero ni eso parece detener a los revendedores, quienes cada día marcan para 10 o 15 personas, e incluso tienen ideas mucho mas ingeniosas, como  falsificar los carnés de discapacitados o de donantes.

El reportaje tilda a estas personas como “individualistas”  y cuestiona que el establecimiento debería recibir unos 300 kilogramos de productos cárnicos, pero que en realidad solo una docena de kilos llegan hasta allí.

Para hacer la situación  más desesperante el diario comenta que  la carnicería tiene un horario irregular, escasea la variedad de productos como la panza de res, muy solicitada y a la cual a penas “se le ve el pelo”.

Los cárnicos no se empacan para su expendio. Y todo esto ocurre a solo cuatro meses de la apertura del local, promovido como una lúcida iniciativa al calor de los “cambios” que tienen lugar en el país.

Descripciones kafkianas

Hay realmente descripciones kafkianas, Según reconoce Roberto Álvarez Solano, director de la Empresa Cárnica Santiago, el asunto de la panza de res es mucho más serio porque “no tenemos el equipamiento adecuado para ello, y hacerlo de forma manual resulta muy dificultoso; no podemos empaquetar los productos porque las condiciones están creadas solo para los destinados al turismo, y Comercio tampoco tiene condiciones para ello, por lo que entregamos los surtidos en bolsas de nailo”.

El directivo alega -como justificación de mayor peso- que la “industria pasa por un momento complejo en cuanto a la cantidad de animales que llegan a los mataderos desde los distintos proveedores de res y cerdo, lo que ha causado la disminución en la entrega de las vísceras a esta y otras unidades”.

Los “Varios autores” que firman el artículo advierten del “peligro de que ocurra un lamentable accidente con los recurrentes tumultos que se presentan cuando llega el camión del cárnico en esa esquina”.

“Esta es una manifestación de indisciplina social que prefigura una situación o cadena de delitos que pueden ser más complejos”, dice el texto.

Las vísceras en Santiago se han transformado en otra pesadilla cubana.

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