De la adulonería histórica del cubano: Las perlas de Nelson Domínguez y Virulo

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El pintor Nelson Domínguez junto a un cuadro dedicado a Fidel Castro, su Adonis inspirador.

Por Carlos Cabrera Pérez

La adulonería del notable pintor Nelson Domínguez con Fidel Castro, llamándole el Adonis de la revolución, ha levantado las justas iras de buena parte del exilio y el inxilio, pero no es una novedad en la historia cubana aunque muchos crean lo contrario.

Domínguez ha marcado quizás la nota del año en sus recientes declaraciones para el diario provincial El Artemiseño a propósito de una exposición de cuadros y fotos de Fidel Castro, descrita por el cronista oficioso como “soberbio acontecimiento cultural”. Según el pintor, “dibujar al hijo de Birán es dibujar  la Historia; dibujar al hermano de Raúl y Ramón, es dibujar la belleza”. Y remató ante los presentes, con una frase para todos los tiempos: “Si Miguel Ángel estuviera vivo, no hubiera hecho un David, sino un Fidel”.

Para Domínguez, “Fidel Castro debe ser recordado por su belleza física también, como el más grande Adonis de todos los jóvenes hermosos” que ha tenido el proceso político cubano de los últimos 55 años, eso que alguna vez se llamó revolución.

Guataquería de Virulo

Las declaraciones de Domínguez han servido a la vez para opacar la guataquería del ocurrente humorista Alejandro García, Virulo, que dice tener dos límites en su humor: Fidel y Raúl Castro Ruz, en una postura oportunista e innecesaria, pues aunque lo hayan dejado expatriarse, nunca más confiarán en él.

Obviamente, Domínguez y Virulo están en todo su derecho de expresar su amor hacia los hermanos Castro. Los cubanos que no comparten ese amor deben respetar el criterio de ambos creadores y tienen el mismo derecho a expresar su desamor hacia los ídolos del humorista y el pintor amorosos.

Pero lo que realmente subyace en esta estupidez sin sentido es una arraigada tradición cubana de guataquería con el poderoso de turno, magnificada por la prolongación en el poder del castrismo.

Gerardo Machado Morales, al que muchos cubanos llamaron y llaman “el asno con garras” sufrió un percance en la Universidad de La Habana, al quedarse su automóvil  sin gasolina. La reacción de los estudiantes fue la de solicitar al entonces presidente, “el honor de empujar el vehículo con sus propias manos desde la colina universitaria hasta el Palacio Presidencial”, según el testimonio de Herminio Portell Vilá.

En 1957; tras el ataque del Directorio Revolucionario al Palacio Presidencial, las fuerzas vivas del batistato y una parte de la burguesía  promovieron un movimiento de desagravio a Batista, que culminó con la ya famosa cena de la ternera y un acto de masas en la Avenida de las Misiones, congregando a 257 mil cubanos de la época, según las crónicas periodísticas.

Recibiendo al Comandante

Dos años más tarde; muchos cubanos recibieron alborozados a Fidel Castro y demás barbudos de Sierra Maestra, en su entrada a La Habana, el 8 de enero de 1959. Es probable que algunos de los 257 mil cubanos que fueron a desagraviar al general Fulgencio Batista acudieran a saludar al Comandante y su tropa. Tal vez el veterano comentarista radial Armando Pérez Roura, quien acudió al desagravio batistiano y luego estuvo en primera línea junto a los interventores de la CMQ, en 1960, nos ayude a recordar algunos nombres vinculados a ambos pasajes.

En el castrismo solo han sobrevivido los más guatacas, los más abyectos y siempre dispuestos a obedecer sin rechistar al Comandante en Jefe, aunque cambiara de opinión sobre un mismo tema en 15 minutos; aquellos que han discrepado o cuestionado una decisión han sido mandados a la ECOTRA (Empresa Consolidada de Otras Tareas Revolucionarias), aunque luego la vida les diera total o parcialmente la razón.

Los viejos comunistas (PSP), acostumbrados al cabildeo con Grau, Prío y Batista a cambio de participar en el reparto del jamón, se prestaron para que el núcleo duro del Ejército Rebelde se impusiera sobre el Directorio y el Movimiento 26 de Julio urbano. Incluso consintieron la destrucción de una de sus mejores obras -el movimiento obrero- a manos de una dictadura del proletariado.

José Lezama Lima tuvo que sufrir el alejamiento de su amigo y compañero Cintio Vitier, en los primeros años de la revolución, porque el poeta católico desconfiaba de la simpatía inicial de Lezama con el castrismo y después ya sabemos cómo acabaron uno y otro respecto del régimen.

Una fórmula simplista

Poetas y narradores silenciados durante años se han conformado con la fórmula simplista de Ambrosio Fornet del “quinquenio gris”, cuando muchos de los que suscriben esa tesis acomodaticia estuvieron hasta 17 años sin poder publicar, apartados por no compartir las tesis del realismo socialista, por católicos y por homosexuales, como Virgilio Piñera, una excepción cuando avisó en el temprano 1961 que tenía miedo, mucho miedo… y nadie escuchaba.

Antón Arrufat aprovechó su reconocimiento justo y tardío con el Premio Nacional de Literatura para arrojar luz sobre los acontecimientos que lo llevaron durante años a la oscura biblioteca de Marianao y César López, al recibir igual distinción, reclamó un espacio para los creadores cubanos del exilio.

Cuando la conocida como “guerra de los emails”; un grupo de cobardes oportunistas pretendió hincar el diente en la carne flácida de Jorge  “Papito” Serguera, Luis Pavón y Armando Quesada, porque alguien tuvo la ocurrencias de mostrarlos en la televisión. Ni uno solo de los guerreros del éter cubano reconoció que eran tres funcionarios que cumplían órdenes de Fidel y Raúl Castro.

Cuando, más tarde, el propio Fidel Castro se responsabilizó de la persecución de homosexuales, lesbianas y creyentes en una entrevista con el diario La Jornada, ni un solo pensador o jinetero cultural de los tantos que padecemos aprovechó la oportunidad para ofrecer su testimonio.

¿Quién se atreve a romper su espada?

Durante los traumáticos procesos del verano de 1989 (Causa I y II) no trascendió una sola discrepancia del ámbito militar o civil con la decisión del tribunal de condenar a pena de muerte a cuatro altos cargos militares con méritos abundantes; esta vez no hubo un Federico de Capdevila que rompiese su espada ante un tribunal.

¿Cuántos diputados han votado en contra o se han abstenido en una votación en la Asamblea Nacional? Parece que Mariela Castro y porque ella misma lo contó, porque la prensa cubana no se enteró de su voto particular en el tema del reconocimiento de los derechos de homosexuales y lesbianas.

Curiosamente, cuando la oposición o el exilio discrepan sobre determinadas cuestiones como el embargo económico norteamericano o la estrategia política frente a la dictadura, no faltan las voces que destacan lo dividido que está el anticastrismo, las mismas voces que ponderan la unanimidad de 11 millones de cubanos en torno a Fidel, Raúl y la revolución. ¿En qué quedamos?

Nelson Domínguez y Virulo no son la excepción, sino “deficiencias que aún subsisten” en un país con escasa tradición de discrepancia serena, respetuosa y coherente. Ymuy dado al oportunismo de ese grito de guerra que retrata a buena parte de la sociedad cubana: “Pa lo que sea, Fidel, pa lo que sea”.

Cámbiese el Fidel por el nombre que más os guste, del pasado o el futuro, para seguir en combate contra nosotros mismos.

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