Del zafarrancho de los espías: La Colmenita contra Eusebio Leal

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Los cinco espías condecorados como héroes. Modelos del socialismo cubiche.


Por Carlos Cabrera Pérez
La puesta en escena del tardocastrismo para condecorar a los cinco espías en el 120 aniversario del independentista Grito de Baire, confirmó la decadencia cultural cubana y la trascendencia de la cultura republicana.
Sin venir a cuento, la irrupción de La Colmenita -grupo artistas infantiles y adolescentes preferidos del régimen- trivializó una puesta en escena formal, que tuvo su mejor momento en el discurso de Eusebio Leal, pese a su fallido y oportunista paralelismo entre las familias Maceo Grajales y Castro Ruz.
Leal ponderó las virtudes de Miguel Velázquez, Félix Varela, José Cipriano de la Luz y Caballero, Domingo del Monte y José María Heredia, como forjadores de la nación cubana,nombres que a muchos de los presentes les sonaría a chino, porque la historia de ocasión impartida en colegios e institutos ha cometido el pecado de intentar dibujar un camino recto desde La Demajagua hasta el castrismo, con poco espacio para algunos ilustres.
Una torpeza del Buró Político
El historiador de La Habana criticó la torpeza de quitar a José Martí el título de Apóstol y se entretuvo aclarando su significado, en clara alusión a la decisión del Buró Político del Partido Comunista, en los años 70, de llamar a Martí Héroe Nacional, soslayando su imprescindible apostolado en la nación cubana.
Pero de nada valieron los esfuerzos de Leal en su canto a la nación cubana y a la primera Guerra de Independencia, “forjada en las Logias” masónicas y a los esfuerzos de Martí por restañar las heridas entre Maceo y Gómez, como paso previo a la Guerra del 95, precedida por los regresos de Antonio Maceo (Duaba), y Gómez y el propio apóstol por Playitas de Cajobabo, ambos sitios en la costa oriental.
De hecho, Miguel Barnet bostezaba sin disimulo, sentado junto a Armando Hart, y la mayoría del auditorio se removía en sus asientos como deseando que aquel hombre acabara su pequeño acto republicano de tributo a los padres de la patria. Una actitud normal en el gentío acostumbrado a la soflama y el lenguaje de barricada.
Eusebio Leal fue ovacionado y Raúl Castro agradeció vivamente sus palabras que culminaron con un vibrante “Viva Cuba”; que contrastó con el espía Gerardo Hernández Nordelo, quien cerró su intervención con un simple “Muchas gracias” tras repartir su Medalla de Héroe de la República de Cuba entre Fidel y Raúl Castro, los que se movilizaron por su liberación y los que -según él- ahora luchan dentro de las filas del enemigo.
Los cinco espías, singularmente, se cuadraron y extendieron el saludo militar ante el General Castro que les imponía las medallas con paciencia octogenaria. También abrazaron una y otra vez al gobernante. René González hasta le susurró algo al oido durante el segundo abrazo.
La Colmenita, torpe vulgaridad
Pero lo peor vino con la irrupción de La Colmenita, que ya podría llamarse La Colmena o La Colmenota, a juzgar por la edad y tamaño de algunos de sus integrantes. Una puesta en escena vulgar, desfasada con el pretendido espíritu de la ceremonia y una clara muestra de la debilidad cultural que ha generado el castrismo en sus largos años de monólogo totalitario.
Eusebio Leal, que es un hombre de la República, mostró solidez y conocimiento; los de La Colmenita, que son aseres nuevos, trivializaron una ceremonia con un guión vulgar y ramplón del que se libró Fidel Castro, que sigue sin aparecer públicamente junto a los cinco espías, lo que en lenguaje político puede interpretarse como un desacuerdo con la forma en que fueron liberados y la normalización con Estados Unidos, o que el anciano líder no está presentable para las cámaras.
Previo al canto cubano de Eusebio Leal y el discurso simplista de Hernández Nordelo (recibido con beso apasionado de Adriana al llegar al lunetario), el secretario del Consejo de Estado, Homero Acosta Álvarez, leyó el acuerdo para otorgar a los espías la Orden Playa Girón, que Raúl Castro colocó en la solapa de cada uno, junto al distintivo de Héroe de la República de Cuba, en la misma fecha que también hace 19 años, por órdenes suyas y con certificación de su hermano mayor, mandó a pulverizar en el aire a cuatro pilotos cubanos que intentaban salvar vidas en el Estrecho de la Florida.
Tristes paradojas de un país que sigue salvándose por la solidez de su cultura republicana, el mejor antídoto contra la Batalla de Ideas que -hasta fechas recientes- libraban unos cubanos contra otros por voluntad del máximo responsable de esta interminable confusión. De este colosal estropicio nacional, con espías trastrocados en héroes en el acto final de la función.

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