El fabulador de Birán: Historias no contadas de la familia Castro Ruz

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El titulado historiador de de Birán, Antonio López, en plena faena frente a la casa natal de Fidel Castro.

Por Nancy Pérez-Crespo

Un día como hoy hace 69 años, el 18 de agosto de 1945, un rayo fulminó a uno de los mejores hombres de mi pueblo natal.

Luis Beltrán García era periodista y director del periódico Ecos de Cueto y un extraordinario ser humano. Murió justo frente a la casa-tienda del español Ángel Castro Argís, en la finca Manacas del poblado de Birán.

Además de dedicarse al periodismo, Luis Beltrán ejercía por esa fecha como inspector del Departamento de la Policía Provincial, bajo las órdenes de su tío, Ramón Corona García, a la sazón gobernador de la Provincia de Oriente.

Y ese día de su muerte lo había llevado a la finca Manacas una encomienda muy importante. Él era el portador de una citación para Ángel Castro porque debía comparecer ante un Tribunal de Santiago de Cuba para responder por una grave acusación. Ángel Castro, que era fanático del franquismo, estaba acusado de fascista.

Tres meses antes había finalizado la Segunda Guerra Mundial y Cuba era firmante de la Junta Interamericana de Defensa. El Congreso cubano había aprobado el Programa de Guerra y todo ciudadano que se sospechara con vínculos con el nazismo o el fascismo era investigado.

El rayo que no cesa

Ese fatídico día, un rayo evitó la vergüenza al padre de Fidel Castro, pero sumió en la orfandad a una familia ejemplar de Cueto. La viuda, República Escobales de Beltrán, supo afrontar con arrojo la pérdida del marido y no solo educó a sus cuatro hijos, sino que además continuó editando el periódico. La familia Beltrán salió al exilio en 1963.

Quizás la trágica muerte de Luis Beltrán fue una advertencia, un augurio, un presagio de la maldición que emanaba de ese lugar e impelería a Cuba toda.

Cuento esta historia porque en estos días de estridentes celebraciones cumpleañeras del anciano dictador he cavilado en todas las historias que se oían en Cueto, una villa a muy pocas millas de Birán y como pueblo chiquito, todos se conocían y convivían en perfecta armonía: los pobladores nativos con los españoles y sus hijos, los criollos, los sirios y libaneses, haitianos y jamaiquinos y hasta algunos americanos y franceses.

Pero también se sabían los secretos de la familia Castro Ruz que Antonio López, el titulado historiador del «Sitio Histórico Finca Manacas» convenientemente ha olvidado repasar, sumándose a la alharaca por el 88 cumpleaños de Fidel Castro.

El nombrado «historiador» de Birán es un fabulador que hace malabarismos para esconder datos, embarajar, inventar, tratando de que cuadre el número con el billete.

Malabarismos y escamoteos

En su afán por ocultar los orígenes de “su Comandante”, el malabarista López no menciona que esa casa-tienda fue construida en 1917 y que allí vivía Ángel Castro con su primera esposa, Maria Luisa Argota, y los dos hijos del matrimonio, Pedro Emilio Castro Argota (1914), el primogénito, y María Lila Perfidia, conocida como «Lydia» Castro Argota (1913).

Tampoco menciona que Lydia Castro estuvo casada con el hijo de Don Fidel Pino Santos, un rico comerciante de la zona de Banes, de origen canario. Don Fidel Pino Santos ayudó en varias ocasiones a Castro Argíz cuando este enfrentó descalabros económicos. Eran muy amigos y fue escogido para bautizar a Fidel Castro. El bautizo nunca se concretó, pero del padrino escogido heredó el nombre. Aunque se conoce que fue bautizado en 1935 con como Fidel Hipólito y con los dos apellidos de su madre: Ruz González. En el Juzgado de Cueto, Fidel Castro aparece inscrito tres veces. La última vez fue cuando Ángel Castro les dio el apellido a sus siete hijos tras haber concluido el divorcio con la señora Argota, en 1941, y contraer matrimonio con Lina Ruz, en abril de 1943.

El intrépido fabulador López se refiere a «la Casa Natal, una hermosa obra de Ángel Castro, y lugar donde nacieron los siete hijos de su unión con Lina Ruz», pero está faltando a la verdad histórica. Esa no es la casa natal. Según cuentan pobladores de Cueto que conocían los detalles, cuando Ángel Castro comenzó la relación extramarital con Lina Ruz, mandó a construir un bohío en un lindero de la finca y allí nacieron los primeros cuatro hijos: Ángela, Ramón, Fidel y Raúl.

De los tribunales a la radio

Fue así que llegó a oídos de Maria Luisa Argota la existencia de la otra mujer y los cuatro hijos. De inmediato pidió el divorcio y se mudó para Santiago de Cuba. Es allí, en Santiago de Cuba, donde, apoyada por su hijo Pedro Emilio (que ya es un joven aspirante a la Cámara de Representantes y activista del Partido Ortodoxo), presentó una demanda contra Ángel Castro, acusándolo de haberle hecho trampa en la repartición de los bienes gananciales.

El divorcio escaló los tribunales santiagueros en medio de un gran escándalo, al punto que todos los hechos de la disputa familiar fueron narrados en una serie radial dramatizada por la Cadena Oriental, bajo el título de «Cosas que pasan amigos».

Siempre se ha sabido que la Historia la escriben los que ganan, pero incluso los que la edulcoran a su conveniencia tienen algún pudor para no hacer el ridículo. Sin embargo, el fabulador López no parece tener límites para poner en ridículo a la propia prensa oficial y llega al delirio cuando narra que el niñito Fidel, con solo tres años, regalaba su ropita a los hijitos de los trabajadores. Y dice tener los testimonios de los «amiguitos». ¿Puede realmente un niño de tres años recordar a quién regaló los zapaticos o la marinera?

Contaré más de estas historias olvidadas o sepultadas, porque los cubanos tienen derecho a conocer la verdad. Creo firmemente que el rayo fatal que mató al periodista Luis Beltrán, frente a esa casa, un día como hoy, fue un presagio de desgracia.

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