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Votación de Naciones Unidas contra el embargo: 188-2.

Por Carlos Cabrera Pérez

El eje Castro-Estados Unidos ha derrotado al exilio y a la oposición anticastrista mediante un pacto que posibilita una política de doble cara: agresividad pública, incluso extrema en momentos puntuales, y un acuerdo clave de no agresión, que data de 1962, o incluso antes.

Fidel Castro se hizo famoso mundialmente gracias a un reportaje de The New York Times, y a su capacidad para ganar la guerra cultural, atrayendo a La Habana a buena parte de la intelectualidad mundial y consiguiendo algo único: que el exilio cubano fuera atacado y vilipendiado, de todas las maneras posibles.

Por tanto, exiliados y oposición interna somos los perdedores de una peculiar contienda del siglo XX iberoamericano, en que casi nada es lo que parece, aunque algunos insistan en catalogarlo como reliquia de la Guerra Fría y desconozcan que los rebeldes castristas no ganaron con el apoyo del Ejército Rojo, sino del gobierno de Estados Unidos y de buena parte de la burguesía cubana.

Complicada negociación

Las mentes más lúcidas del tardocastrismo saben que levantar el embargo comercial norteamericano implica una complicada negociación bicameral en Washington y una ardua bilateral entre ambos países que implique el reconocimiento de largas décadas de hostilidad pública y cooperación en muchos órdenes, por la izquierda.

Este lunes, Naciones Unidas volvió a votar, de manera abrumadora y casi unánime, por el levantamiento del embargo a Cuba, con el apoyo de 188 de los 193 de sus Estados miembros. Con la abstención de Micronesia, Palau e Islas Marshall, y la oposición de Estados Unidos e Israel, el resultado fue idéntico al de una resolución similar del 2013 y elevó a 23 las ocasiones consecutivas que la entidad se opone a la política de Washington respecto a la isla.

La algarabía anual del castrismo en Naciones Unidas cuando se vota su propuesta de que se elimine el embargo comercial, tiene más de movilización interna, que de simpatía internacional, pues EEUU hace años que está aislado en la ONU en esta votación, que apoya abrumadoramente la tesis de La Habana.

De hecho, hay innumerables mofas de Fidel Castro al “bloqueo yanqui”, cuando creía que la Unión Soviética y su ayuda ¿generosa y desinteresada? eran eternas. Y cuando tenía 277 empresas de su propiedad personal alrededor del mundo, según el testimonio de Manuel de Beunza, funcionario de la entonces empresa tapadera MC, que desertó en 1989, en Canadá.

Cubanos capaces y con sólidos valores cívicos y bondad están sirviendo de mano de obra barata en todo el orbe y no me refiero únicamente a los colaboradores oficiales en diferentes partes del mundo, sino también a una buena parte de los exiliados que trabajan para vivir y ayudar a su familia en Cuba.

¿Y para qué sirve el embargo?

¿Para qué ha servido el embargo? Para que los cubanos de a pie vivan peor desde la caída del Muro de Berlín, para dar legitimidad internacional a la tiranía cubana y como perfecto comodín para justificar el desastre socioeconómico de 55 años de experimentos fatigosos e inútiles.

La idea perversa de hacer saltar a un pueblo por hambre, no ha funcionado en el caso cubano por la habilidad represiva del castrismo, la emigración constante y solidaria con su familia en la isla, y la ofensa que supone para muchos cubanos anónimos que alguien pretenda derrotar y humillar a los Castro desde su confort, pero contando con un ejército de estómagos vacíos ojos con neuritis, giardiasis congénita, dengue recurrente, cólera endémico y otros males.

¿Qué impide entonces a ambos gobiernos sentarse a dialogar para restablecer las relaciones diplomáticas? como paso inicial para levantar el embargo comercial y el resto de absurdas e injustas sanciones económicas. Vietnam y Estados Unidos de América tienen una cordial relación diplomática y un ágil vínculo económico; pese a los miles de muertos de ambos lados.

El miedo de Castro S. A. a perder el poder y las presiones de lobbies norteamericanos y pequeños empresarios de agencias de viaje y telecomunicaciones, temerosos de que una Cuba libre y ordenada arruine o perjudique a productores agropecuarios y a laboratorios farmacéuticos que -hasta ahora- han conseguido sabotear la comercialización de algunos productos biotecnológicos made in Cuba.

Raúl Castro y sus asesores más lúcidos saben que negociar con el enemigo implica concesiones y ese forcejeo puede llevarse por delante su idea de morir en paz y que, luego, los que vengan detrás que arreen.

Los miedos de Raúl Castro

Resulta inaudito que un viaje de Miami-Cuba-Miami sea, proporcionalmente, más caro que la vuelta al mundo en Bussines Class, que el minuto telefónico para hablar con la isla cueste casi un euro, cuando el resto del mundo habla gratis por Skype, Messenguer y otros soportes.

El miedo puede explicar la respuesta de Raúl Castro a Obama, vía diplomacia española, de crear un canal secreto.Washington fue ágil y replicó que usaría los canales ya existentes, que no son pocos.

La vejez de la cúpula cubana, el hartazgo de la mayoría de los cubanos con un gobierno que solo introduce cambios y reformas cuando no le queda otra alternativa, la gravedad de la economía venezolana y la incógnita Brasil (Dilma Rouseff triunfó el domingo con el 51 % de los votos, es decir, en un país dividido), coinciden con el posicionamiento de un grupo de empresarios norteamericanos y de algunos hijos de la sacarocracia cubana en favor del levantamiento del embargo y la reanudación de relaciones diplomáticas, como defiende The New York Times, cuando Obama no tiene nada que temer, porque ya no tiene que reelegirse.

Pero los cubanos tenemos la responsabilidad de contribuir -en la medida de los posible- a dibujar un futuro próspero, justo y solidario y no debemos dejar solo en manos de la cúpula castrista y de la Casa Blanca y la Unión Europea la negociación de la suerte de nuestro país y de nuestra gente.

Los ecos de la oposición

Por eso mismo sería deseable que la oposición pacífica intentará equilibrar el eco que tiene en el extranjero con el necesario eco que debe ganar dentro de Cuba, sabiendo que la dictadura es tremendamente eficaz en la represión y que una parte de los cubanos sigue teniendo miedo.

La coyuntura es favorable para Cuba y los cubanos, que merecen librarse de una tiranía obsoleta y vivir con normalidad; por tanto, todos aquellos cubanos de ambos lados, fans de Baraguá y deseosos de vivir una noche de San Bartolomé, pueden citarse en donde mejor les convenga, para matarse entre ellos.

En definitiva, Antonio Maceo, tras la historica protesta y su alarde de intransigencia, solo pudo salir de la isla con un salvoconducto de Valeriano Weyler.

Déjennos entonces a los zanjoneros, a los indignos, a los dialogueros el intento de construir una Cuba posible donde quepamos todos con justicia, democracia y prosperidad económica, y sigan ustedes jugando al ping pong sobre el Estrecho de la Florida a costa de la infelicidad de 11 millones de personas, que son nuestros hermanos, aunque cada uno piense de una manera diferente.

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