Fidel Castro, el hombre que vigilaba a casi todo el mundo

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Fidel Castro, de vigilante a vigilado en un documental de Discovery Channel.


Por Miguel Fernández Díaz
En unas semanas Fidel Castro volverá a ser noticia en los medios internacionales -con réplicas inevitables en el patio miamense- por otro documental de fascinación estadounidense por el líder cubano.
Discovery Networks International y American Heroes Channel (AHC) anunciaron ya que estrenarán este otoño el documental de una hora Castro: The World´s Most Watched Man [Castro: el hombre más vigilado del mundo], producido por Pacha Films bajo la dirección de William Hicklin. Sólo que el anuncio se jacta de que la cinta “enfoca la vida de Fidel Castro a través de los ojos de espías que vienen observándolo por más de medio siglo” y resulta que la mayoría de los parlantes en cámara no son espías:
• Chris Simmons, teniente coronel retirado de la inteligencia militar estadounidense (DIA, por sus siglas en inglés), quien no fue espía, sino que más bien, como analista de contrainteligencia, se dedicaba a cazarlos y entre ellos detectó a la súper espía de Castro en el Pentágono, Ana Belén Montes.
• Dr. Brian Latell, ex analista de la CIA que alardea de venir siguiendo a Castro desde 1964 y deja clara constancia de jamás haberlo calado a fondo al suponer que Castro se enteró de antemano de la intención asesina de Lee Harvey Oswald y guardó silencio para que matara a Kennedy (Castro´s Secrets, 2012).
• Félix Rodríguez, ex agente de la CIA en operaciones ajenas al espionaje.
• Antonio Veciana, organizador de cuatro atentados contra Castro, a quien dice haberlo “estudiado como una asignatura”, pero sin haberse empeñado en espiarlo, pues recibía información de alguien que sí estaba muy al tanto de los movimientos de Castro: David Atlee Phillips (1922-88).
• Peter Kornbluh, directivo de la institución no gubernamental Archivo Nacional de Seguridad (Universidad George Washington).
Los únicos oficiales de inteligencia que se anuncian no fueron precisamente espías que vigilaran a Castro, porque prestaban servicios al propio Castro y a la KGB:
• Nikolai Leonov, general retirado de la KGB muy allegado a los hermanos Castro, quien acaba de publicar en español su estudio biográfico Raúl Castro, un hombre en revolución (Editorial Capitán San Luis, 2015) luego de sacarlo en ruso (Joven Guardia, 2015).
• Oleg Nechiporenko, coronel retirado de la KGB, quien fungió como asesor de la inteligencia castrista en técnicas de espionaje entre 1961 y 1980, pero jamás se encontró con Fidel Castro.
• Domingo Amuchástegui, ex oficial de la inteligencia castrista que desertó en 1994.
Kelvin Bennet, gerente general de AHC, reveló el quid de este documental, que gira en torno al “hombre más vigilado del mundo” sin la participación de nadie encargado de vigilarlo: “El restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos y el deteriorado estado de salud de Fidel Castro nos brindan la oportunidad”. El presidente y director ejecutivo de Discovery Networks para Latinoamérica y Mercado Hispano deEEUU. (DLA/USH), Enrique Martínez, viene a ponerle la tapa al pomo: “Esta producción original propiciará una perspectiva única de la personalidad de este líder polémico, que desata discusiones intensas sobre su legado y lugar en la historia”.
La otra historia
Sin embargo, la oportunidad se desaprovecha y la perspectiva se acorta por omisión de la inclinación de Castro al espionaje, por efecto de su experiencia vital en el ambiente de las pandillas urbanas de La Habana.
Al intervenir en el juicio de Marcos “Marquito” Rodríguez, el 26 de marzo de 1964, Castro restó importancia a la imputación de que aquel se había infiltrado en el Directorio Revolucionario (DR) como informante del Partido Socialista Popular (PSP): “Voy a ser muy sincero (…) Yo no creo que lo más grave [sea] que las organizaciones se observaran unas a otras, incluso que se espiaran [Nosotros] (in)filtramos cientos de hombres en la Triple A para ver si recibíamos armas [y] no me avergüenzo, no me apena”.
Desde los preparativos en secreto del asalto al Moncada hasta hoy, Fidel recurrió a la infiltración de los bandos rivales, que resultaría clave para desbancar a la CIA, los alzados y los exiliados en la guerra, así como para desarticular a la oposición en la paz. No en balde el jefe (1961-67) de la KGB Vladimir Semichastny, quien viajó en 1965 a Cuba disfrazado como un tal Yelenin, dejó constancia de la “personal fascinación” de Castro por los medios y métodos de inteligencia y espionaje (tradecraft).
Para el 5 de junio de 1985, Ramiro Valdés confirmaba a Tad Szulc: “Aquí no había nada que se moviera que nosotros no lo conociéramos, porque teníamos infiltrados a todos los niveles”.
Pacha Films tendría entonces que producir otro documental sobre el hombre que vigilaba a [casi] todo el mundo.

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