Iberia ya no pasa por La Habana

iberia-displayPor Carlos Cabrera Pérez

Iberia ya no pasa por La Habana. Sus dueños ingleses aseguran que ya no es rentable, para alegría de Air Europa y Air France, y resignación de Cubana de Aviación, que sigue sin aviones para cubrir sus rutas e, incluso, intenta recuperar todas o parte de sus frecuencias históricas, como aquellos tres vuelos semanales a Madrid.

Las razones de Iberia es que La Habana no es destino rentable, como tampoco lo es San Juan, que seguirá sin ver posarse aviones de la línea de bandera española, aunque pasen muy cerca para cubrir la ruta a Santo Domingo que -junto con el vuelo a Montevideo- son los destinos que ha recuperado, al mismo tiempo que desechaba a Puerto Rico y Cuba.

Air Europa debe estar frotándose las alas porque la ocasión puede significar quedarse con los viajeros y la carga hacia y desde La Habana a Europa; incluso alquilarle uno o dos aviones a Cubana de Aviación para que vuele a Madrid y a otros destinos.

Sin tiempo para pensar

La decisión de Iberia data de un año largo y, en todo este tiempo, parece que el gobierno cubano no ha tenido tiempo de pensar en una estrategia aérea que le permitiese aprovechar el espacio dejado por la aerolínea española, diseñando un Hub en La Habana para la región.

Los atentados del 11-S han complicado el tránsito de viajeros hacia y desde Iberoamérica por territorio estadounidense, circunstancia que habría posibilitado crear un centro de distribución de pasajeros en La Habana, pero no ha podido ser y Panamá se hizo con parte del paquete al tener conexiones con 35 países desde Tocúmen.

El embargo podría limitar las opciones de usar los eficientes Boeings, pero Cubana ha rentado el mítico 747 y tiene contratado Airbus sin que Washington haya dicho ni pío,  aunque los jerarcas cubanos parecen fascinados con los aviones rusos, incómodos y grandes consumidores de combustible.

Algunos técnicos vinculados a la aviación cubana vieron con esperanza silenciosa que Raúl Castro comenzara a usar un reactor made in USA facilitado por el extinto presidente Hugo Chávez, pero no debe haber servido de mucho, pues Cubana es casi una línea aérea sin aviones.

La alianza con Brasil habría podido ayudar a La Habana en un plan aéreo racional porque los EMBRAERs son aviones muy versátiles en el corto y medio alcance. Pero quizá el nuevo puerto del Mariel eclipsó esa posibilidad o quizás la condición de ex piloto de aviones rusos matice las decisiones de Raúl Castro en el ámbito aéreo, donde la corrupción parece haber volado más alto que los pocos aviones.

Letanía castrista

Los portavoces de La Habana y sus altoparlantes en el mundo no se cansan de repetir la letanía castrista de que Cuba es el país más independiente del mundo, un argumento de risa si no fuera porque ya hasta los uniformes de colegios se están vendiendo en Miami para que sean enviados o llevados a la isla.

El nuevo mantra de la gerontocracia es que están enfrascados en la construcción de un socialismo próspero y sostenible, tarea complicada mientras no se percaten -entre otros detalles- de que donde hay agua hay negocio aéreo, sobre todo, con un exilio tan numeroso y generoso con su familia en la isla.

Todos los días del año vuelan a aeropuertos cubanos aviones desde diferentes aeropuertos norteamericanos con exiliados cargados de amor y paquetes para sus familias, sus amigos y para el bussiness de chinchal aprobado por el Buró Político, que es su modalidad preferida, al menos hasta que muera Fidel Castro.

Ni uno solo de esos aviones es de bandera cubana. Todos están matriculados en Estados Unidos y su explotación sirve para engrosar las arcas de sus empresas, salvo las tasas, combustible y los servicios que pagan en los aeropuertos cubanos.

Hasta el momento, ni el Ministerio de Transporte, el Instituto de Aviación Civil o el Ministerio de Asuntos Exteriores ha dicho una palabra sobre la decisión de Iberia de dejar de volar definitivamente a La Habana. Pareciera comosi no les importase el aislamiento de Cuba.

Resistir un día tras otro

La decisión de Iberia es una decisión de sus dueños británicos, amparados en criterios de rentabilidad. Que el gobierno de una isla no reaccione a una decisión ajena, pero que afecta a su imagen, a sus planes turísticos y sus exiliados, confirma que la prioridad del Palacio de la Revolución parece radicar en resistir un día tras otro y en seguir exprimiendo a los que un día arrojó a playas extrañas.

La subida de precios en los billetes afecta directamente a los cubanos residentes en España y otras naciones europeas, en su mayoría trabajadores con sueldos normales o dependientes de cónyuges o familiares extranjeros.

Nada como la dictadura del proletariado para que todo empeore para los proletarios, incluso para ese exilio leal que apoya el despilfarro por los 5 u 4 espías, pero es incapaz de pedir que bajen el coste indecente de un pasaporte para dos años o de protestar con vigor y mesura por la penúltima canallada de la Aduana contra ellos y sus familiares, necesitados de todo.

Tampoco sabemos la suerte que corran los trabajadores cubanos de la unidad de Iberia en La Habana, los del aeropuerto, los de la calle 23 y los del Centro de Negocios Miramar.

Que la aerolínea española deje de volar a La Habana tiene también un componente sentimental, pues durante años fue como una puerta al mundo real para muchos cubanos que rebuscaban en la basura del aeropuerto habanero para hacerse con los despojos de revistas y periódicos de vivos colores y lenguaje; mientras muchos otros se acercaban a las inmediaciones de Boyeros para ver aterrizar y despegar a Iberia.

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