La saga JFK: De cómo la Inteligencia cubana confluye con la CIA

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Lee Harvey Oswald. Foto policial tras su detención en Dallas.


Por Miguel Fernández Díaz
Las conmemoraciones por el 50 aniversario del magnicio de John F. Kennedy han dejado curiosas secuelas entre historiadores, periodistas y expertos de inteligencia en los dos bandos del espectro político respecto a Cuba. También entre fabuladores impeninentes de la obsesión castrista, que gravita a ambos lados del estrecho de la Florida.
Pero las coincidencias entre los inspirados creadores de teorías de conspiración y nexos de los presuntos asesinos resultan verdaderamente deslumbrantes. Un banquete a dos manos entre la Dirección de Inteligencia y la CIA.
El coronel retirado Néstor García Iturbe, ex director del Instituto Superior de Inteligencia (ISI) y actual profesor del Instituto de Relaciones Internacionales (ISRI), echó a andar una teoría sobre el asesinato de Kennedy sobre la base del complot “entre la CIA y el Pentágono con la participación de algunos miembros muy selectos de las organizaciones [anticastristas]”.
Aunque el general retirado Fabián Escalante reiteró que Lee Harvey Oswald “fue un gente de la CIA”, García Iturbe se aparta de esta línea oficial: “Oswald fue reclutado bajo ‘tercera bandera’ [por] uno de los agentes del FBI que había infiltrado el Comité Pro Justo Trato a Cuba [FPCC].”
Falsa bandera
Si Oswald fue “reclutado” para Cuba, entonces apuntó su rifle contra Kennedy en la creencia de que trabajaba para Fidel Castro. Así, García Iturbe confluye con Brian Latell, ex analista de la CIA y actual investigador del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos (ICCAS) de la Universidad de Miami, quien asevera en Castro´s Secrets (Palgrave, 2012) que Oswald regresó a Dallas siendo ya “a fully primed soldier of Fidel” en virtud la cuerda que le dieron oficiales de inteligencia en el consulado cubano de Ciudad México..
García Iturbe, evidentemente, no ha leído el artículo “Leftist Lee at Work” (The Third Decade, Vol. 2, No. 5, julio de 1986), en el cual Philp H. Malenson demuestra que Oswald actuaba contra la misma bandera bajo la cual habría sido reclutado.
Por ejemplo, Oswald debatió por radio en Nueva Orleans (“Conversation Carte Blanche,” WDSU, 21 de agosto de 1963) con el exiliado cubano Carlos Bringuier y el anticomunista estadounidense Ed Butler sobre la política de Estados Unidos hacia Cuba. Ellos sacaron el sable de que había desertado a la Unión Soviética en 1959, pero Oswald replicó y repitió una y otra vez que el FPCC nada tenía que ver con la URSS ni con el Partido Comunista de EEUU (PCUSA).
Para el 28 de agosto consultaba al PCUSA “un problema de táctica personal:” si debía pasar o no a la clandestinidad. Y aquí el fundador y único miembro de la filial del FPCC en Nueva Orleáns dejó constancia en blanco y negro de la misma conexión que  había negado enfáticamente en el aire: “Francamente, he usado mi posición para promover los ideales comunistas.” Oswald nunca notificó al FPCC sobre esta y otras cartas que venían como anillo al dedo a la la CIA y el FBI para desacreditar al FPCC vinculándolo al PCUSA y a la URSS.
Crasa ignorancia
Para García Iturbe, la ubicación laboral de Oswald en el Almacén de Libros Escolares de Texas (TSBD, por sus siglas en inglés), frente a la Plaza Dealey, “merece un análisis”, pero su primera interrogante indica, de antemano, que no sabe de qué está hablando: “¿Quién le proporcionó ese trabajo a Oswald?”
El 25 de agosto de 2013, C-SPAN3 trasmitió la entrevista con Buell Wesley Frazier, el compañero de trabajo que dio a Oswald su último aventón. Frazier reiteró algo bien sabido por quienes, a diferencia del Dr. García Iturbe, leyeron las Cronologías de Mary Ferrell.
Desde 23 de septiembre de 1963, la esposa de Oswald se había mudado a casa de su amiga Ruth Paine en Irving, a 20 kilómetros de Dallas, a la espera del parto de su segunda hija. El 14 de octubre ambas fueron a tomar café adonde la vecina Roberts y allí estaba otra, Linnie Randle.
Al comentar Paine que el esposo de Marina no había encontrado trabajo, Randle (apellido del marido) dijo que su hermano Buell Wesley había sido contratado en TSBD y a lo mejor quedaban plazas vacantes. Paine habló por teléfono con el superintendente y quedaron en que Oswald presentara la solicitud de empleo. Paine avisó a Oswald, quien al día siguiente se presentó en TSBD y consiguió un puesto por $10 diarios, de 8 a.m. a 4:45 p.m., con almuerzo de 12 a 12:45 p.m.
García Iturbe reafirma su desconocimiento con esta monserga: “¡Qué casualidad que el depósito estaba situado precisamente en la calle por donde días después pasaría la caravana presidencial! ¿Quién sabía que la caravana pasaría por esa calle a esa hora? Regularmente esa es una información Top Secret precisamente para proteger la vida del presidente, sin embargo Oswald la conocía con anticipación y pudo introducir el fusil en el edificio”.
García Iturbe no para mientes en que, para salir a la calle a ver al presidente, la gente tiene que saber antes por donde pasará. El 19 de noviembre de 1963, la ruta de la caravana presidencial se describió en detalle por los periódicos The Dallas Morning News y en The Dallas Times Herald. Este último publicaría el mapa del recorrido en su edición vespertina del 21 de noviembre.
Al igual que Latell, García Iturbe urde teorías antes que fijar hechos y lanza suposiciones sin prueba alguna, como eso de que Oswald fue reclutado bajo tercera bandera o que ninguna de sus peripecias biográficas hacia el 22 de noviembre de 1963 acaeció por pura casualidad.

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