Nada nuevo bajo el sol: “Revelaciones” del General Escalante sobre el asesinato de JFK

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El General Fabián Escalante, historiador de la Seguridad del Estado y analista obsesionado del asesinato de Kennedy.


Por Miguel Fernández Díaz
El deshielo de las relaciones entre Washington y La Habana ha descolocado -y desconchunflado- a muchos analistas, activistas y programas mediáticos de ambos lados del diferendo. Y ha puesto en punto de mate a muchas teorías de los expertos que hasta ahora han diseccionado el “problema cubano”.
Así que no nos sorprendamos si por la necesidad de reinventar la Historia se nos aparezca uno de los tradicionales sesudos de la investigación oficial cubana a ponernos por fin sobre la mesa, en cuerpo y alma, al verdadero asesino de John F. Kennedy.
Al estilo de los telecentros de la televisión cubana en Miami, los medios en La Habana largaron que el programa La pupila asombrada (Canal Educativo 2) del sábado 26 de marzo traía “nuevas revelaciones sobre el asesinato de John F. Kennedy” con la entrevista al General de División Fabián Escalante, ex jefe y actual historiador de la Seguridad del Estado.
Nada de eso. Tal y como puede apreciarse en el video del programa, no hubo revelación alguna, sino mero avance del decimoquinto libro de Escalante: Más allá de toda duda razonable. El asesinato de John F Kennedy y la agresión a Cuba (en prensa), sin que la entrevista fuera más allá de los hechos expuestos en otro libro suyo: 1963. El complot (Ciencias Sociales, 2004).
El tridente del General

Sobre esta base fáctica ya conocida, Escalante saca tres conclusiones sobre el asesinato del Presidente Kennedy:

  • La hipótesis del asesino solitario [Lee Harvey Oswald] no guarda lógica correspondencia con los hechos comprobados. La mejor explicación estriba en que hubo conspiración, a la cual Escalante atribuye escala nacional con participación del complejo militar-industrial-congresional, la CIA, la Mafia, el FBI y exiliados “fundamentalistas” cubanos
  • Los ejecutores del asesinato se enmarcan en el triángulo CIA-Mafia-Exilio, ya que sus elementos comparten motivaciones, medios y oportunidad para cometer el crimen
  • El complot se tejió con ánimo de matar dos pájaros de un tiro: eliminar a Kennedy y echarle la culpa a Fidel Castro para esgrimirla como plausible justificación de otra invasión a Cuba

Para llegar a estas conclusiones, Escalante dice haber seguido dos pistas cardinales: el rastro de Oswald como agente de la inteligencia estadounidense —más o menos por la senda que abrió el finado Philip Melenson con Spy Saga (Praeger Pub, 1990)— y el testimonio del prisionero Tony Cuesta sobre los exiliados Herminio Díaz y Eladio del Valle como francotiradores en Dealey Plaza.
Así mismo considera que la muerte de Kennedy no derivó tanto del ánimo de venganza por sus actuaciones en Bahía de Cochinos y la Crisis de los Misiles ni por coquetear con Castro, sino más bien del interés por impedir que saliera reelecto en 1964, ya que las políticas de Kennedy se iban apartando cada vez más del dictado del establishment.
A tenor del núcleo duro del castrismo, Escalante compara el giro de la política de Kennedy hacia Cuba con el viraje táctico de la administración Obama para emplear poder blando con el mismo objetivo de destruir a la revolución cubana.
Revelaciones incómodas
Aunque Escalante aportó en la entrevista elementos de sobra para sostener su triple conclusión como plausible, reveló que no está del todo arriba de la bola:

  • Todavía maneja que el oficial de la CIA Howard Hunt y su agente Frank Sturgis eran dos de los tres vagabundos detenidos por la policía cerca de Dealey Plaza el día del asesinato y fotografiados por reporteros locales. Mary y Ray La Fontaine revelaron hace rato, a la luz de los registros del Departamento de Policía de Dallas, que los detenidos eran Gus Abrams, Harold Doyle y John Gedney (Houston Post, 9 de febrero de 1992, p. 1), tal y como sería confirmado enseguida por el FBI (Houston Chronicle, 3 de marzo de 1992, p. A9).
  • Asevera que “Kennedy llegó muerto al hospital Parkland Memorial y de inmediato, el vicepresidente Johnson ordenó limpiar la limosina donde había sido asesinado”. Aparte de que Kennedy llegó con vida a las 12:36 pm y falleció más de un cuarto de hora después, los investigadores más acuciosos de la “escena rodante del crimen” [desde Pamela McElwain-Brown hasta Vasilios Vazakas] nunca dieron con semejante orden, sino con que agentes del Servicio Secreto -como George Hickey y Sam Kinney-limpiaron imprudentemente las áreas correspondientes a los sujetadores del techo de plexiglás para colocarlo sobre la limosina descapotada, tras recibir Kinney autorización del jefe de escolta, Roy Kellerman, para llevar el vehículo de vuelta al aeropuerto.
  • Incluso si de este modo se buscaba lavar indicios, la clave no estriba en la limpieza, sino en que al menos seis testigos apreciaron un orificio de bala en el parabrisas y este fue desmontado para ocultar la evidencia de otro disparo, tal como Doug Weldon demostró en su artículo “The Kennedy Limousine” para la antología Murder In Dealey Plaza (Open Court, 2000, pp. 136-40 passim).
  • Sobre Oswald afirma que “en diciembre de 1959 solicitó la baja del servicio y después de un largo periplo se dirigió a Moscú donde solicitó asilo político, rompió su pasaporte y se declaró marxista”. Tal como consta en la minuciosa cronología de Mary Ferrell, Oswald obtuvo la baja de los Marines el 11 de septiembre de 1959 y se embarcó el 17 con destino a Le Havre (Francia); arribó el 8 de octubre y el 16 ya estaba en Moscú vía Finlandia. El 31 fue a la embajada americana con intención de renunciar a su ciudadanía y entregó su pasaporte intacto al cónsul Richard Snyder.

Caso Veciana
Escalante alega que “en septiembre [de 1963] Oswald se reunió con el oficial CIA David Phillips en Dallas, Tejas, a quien lo acompañaba el conocido terrorista de origen cubano Antonio Veciana, para el planeamiento de un operativo”. Sin embargo, en la conferencia por el aniversario 50 del informe de la Comisión Warren sobre el asesinato de JFK, Veciana sostuvo que apenas vio a Oswald cuando ya se retiraba de haber hablado con Phillips, a quien Veciana conocía como Maurice Bishop desde 1960.
Aquel encuentro casual había sido revelado por el propio Veciana el 22 de marzo de 1976 al Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre Asesinatos (HSCA, por sus siglas en inglés). Veciana agrega que, antes del encuentro, Bishop le había preguntado si podría obtenerse rápido una visa en el consulado de Cuba en Ciudad México y, después del asesinato, le incitó a conseguir con muy buen dinero la deserción a EE. UU. de Guillermo Ruiz, esposo de una prima de Veciana y jefe de la oficina comercial de la embajada cubana en México, a fin de apearse con que allí mismo el G-2 castrista había contratado a Oswald como hitman.
Escalante contrapone que tanto la pregunta como la incitación coincidieron en el tiempo como parte del operativo planeado por Phillips junto con Veciana y Oswald, ya que antes del asesinato sobrevino un extraño incidente en el trayecto a pie de la prima de Veciana hacia la embajada cubana en México: en la acera había un grueso rollo de dólares y un mexicano le dijo: ¡Señora, ese dinero es suyo! Otras dos personas se acercaban y ella corrió espantada hasta la sede diplomática. De haber recogido el dinero, la escena habría sido registrada en el puesto de vigilancia fotográfica de la CIA [Código LIONION] sito enfrente de la embajada. Y enseguida se habría procedido a chantajear a Ruiz.
Aunque el Archivo Nacional anunció para el año próximo la desclasificación masiva de expedientes aún secretos sobre el asesinato de Kennedy, Escalante largó por televisión que se pospuso para 2029. No obstante, lleva mucha razón en que no haberlos desclasificado aún indica tanto la irresponsabilidad de los sucesivos presidentes frente al esclarecimiento del crimen como la sospecha fundada de que así se ocultan pruebas de la conspiración.
Pero estas son las revelaciones que nos zumba La pupila asombrada para quien quiera entretenerse en reciclar viejos mitos desechables. Aquí los dejó con la palabra del General Escalante:

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