No nos engañemos con la cancelación del viaje de Kerry a Cuba

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John Kerry, en la encrucijada de un polémico viaje a Cuba.


Por Mauricio Claver-Carone*
La administración de Barack Obama se ha colocado entre la espada y la pared.
En una entrevista de diciembre de 2015, el presidente Obama declaró que sólo viajaría a Cuba “si, de hecho, yo puedo decir con confianza que estamos viendo algunos progresos en la libertad, los derechos y las posibilidades de los cubanos”.
Dos meses más tarde, Obama (de nuevo) cruzó la “línea roja” al anunciar que viajaba a Cuba “por diversión”.
Inmediatamente, el régimen de Castro aprovechó la promesa rota por Obama. El diario estatal Granma propagandizó el viaje de Obama y, por lo tanto, lo presentó como la prueba de que no hay violaciones de derechos humanos en Cuba.
En dirección opuesta
Por supuesto, la verdad es todo lo contrario. Las detenciones políticas están en sus máximos niveles históricos, los golpizas de pacíficas disidentes se ha convertido en un ritual diario, las violaciones de libertad religiosa  se han multiplicado por diez, y los presos políticos liberados como parte del acuerdo entre Obama y Castro han recibido nuevas sentencias, mientras que otros están siendo expulsados ​​antes de que ocurra el viaje de Obama a la isla.
En las audiencias del Congreso, la semana pasada, el secretario de Estado John Kerry -vergonzosamente- no podía mencionar alguna mejoría en materia de derechos humanos en Cuba.
Incluso los partidarios de la política de “normalización” de Obama han sido críticos con este viaje prematuro.
En la noche de este jueves,el diario L. A. Times informó que Kerry canceló un viaje preparatorio a la isla debido al “regateo” sobre con cuáles disidentes cubanos se le permitiría reunirse a Obama.
Por supuesto, la ironía es que al anunciar el viaje a Cuba, el asesor de Obama, Ben Rhodes, dijo, “nosotros determinamos con quién nos reunimos en diferentes países”.
Otra mentira
Sin embargo, el mero hecho de que la Administración Obama está negociando con el régimen de Castro sobre los disidentes con los que el Presidente de Estados Unidos puede reunirse en Cuba es prueba de que esto era otra mentira.
La cancelación del viaje de Kerry puede ser más una cuestión de logística y de “salvar la cara” para Obama que de asumir una postura sobre derechos humanos.
Ojalá nos equivocáramos. Pero cuando los presidentes estadounidenses rompen su palabra y se cruzan sus propias “líneas rojas”, debilitan su posición.
El hecho es que la administración Obama se ha colocado (como siempre) en una débil posición negociadora. Por lo tanto, Kerry está cancelando su viaje, para que Obama no tenga que cancelar el suyo.
La pregunta que permanece es si Obama va ceder (una vez más) ante el régimen de Castro sobre con quién puede encontrarse en Cuba.
Aquí hay una justa y simple prueba de honor:
Obama debería -por lo menos- reunirse con disidentes reconocidos internacionalmente, como los receptores del Premio Sajarov de la Unión Europea, las Damas de Blanco, Guillermo Fariñas y Rosa María Payá (en representación de su padre asesinado, Oswaldo Paya); y el doctor Oscar Elías Biscet, premiado con la Medalla Presidencial de Estados Unidos.
Si Obama quiere dejar una huella verdaderamente honorable en la historia, debe apartarse de la zona turística de Castro y visitar a las Damas de Blanco en su sede en el barrio de Lawton de La Habana, que es pobre y predominantemente afrocubano.
Nos gustaría ser el primero en felicitarlo.
Pero nos hagamos ilusiones, pues Castro no le dará permiso.
*Director ejecutivo de Cuba Democracy Advocates y editor del sitio digital Capitol Hill Cubans.

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