Plaza: Reclamos sin respuesta

Mi manifestación de hoy en la Plaza es solo un capítulo de mi incondicional solidaridad hacia la profesora Alina Bárbara López y hacia todos los que de una forma u otra son reprimidos por expresarse y hacer valer sus derechos.

Plaza: Reclamos sin respuesta
El autor de este artículo en su protesta pacífica en el perímetro de la Plaza de la Revolución en La Habana. Foto: Facebook/Jorge Fernández Era.

Por Jorge Fernández Era*

Traspasé el perímetro de la Plaza de la Revolución en dos ocasiones en los últimos días.

Ayer fue la primera. Tenía pendiente ir por la Oficina de Atención a la Población del Palacio de la Revolución a averiguar en qué estado se encuentra mi reclamación ante Rogelio Polanco, ideológico del Comité Central del PCC, por las ilegalidades y presiones que contra mí han ejercido la Seguridad del Estado y la Policía Nacional Revolucionaria desde el 27 de enero del actual año. La entregué el 11 de agosto, casi tres semanas después que hiciera ídem ante la UNEAC, la UPEC, el Mincult, Cubadebate y el ICRT.

No es que tuviera esperanzas de que iban a darme respuesta alguna o al menos hacer comentarios a favor o en contra de la carta de solidaridad hacia mi persona firmada por más de 600 ciudadanos de Cuba y de otros países. Deseaba constatar hasta dónde se burlan de la Constitución y de la obligatoriedad de que los funcionarios públicos respondan ante el pueblo.

En la Oficina de Atención a la Población, a medio camino entre el edificio del Consejo de Estado y el Teatro Nacional, me informaron que ellos, a la vez que entregan el documento a sus destinatarios (consta en acta que lo hicieron el 23 de agosto), le pierden el rastro, pues no tienen cómo (ni están obligados a) exigir una respuesta. La compañera agregó que yo debía llamar a ese lugar («donde solo se atienden asuntos partidistas»), y me dio los teléfonos (ya los tenía; es de esos sitios donde a nadie le gusta descolgar un auricular).

En fin, que mañana van a ser 100 días de mi carta a Polanco y este anda tan ocupado con la desideologización del país que para mí no tendrá ni dos minutos el pobre.

Hoy volví a la Plaza, pero esta vez a cumplir con la protesta pacífica que prometí y que tocaba hoy, día 18 de noviembre. Allí estuve parado, calle Paseo por medio y frente por frente al monumento a Martí, desde las 11:13 am hasta las 12:15 pm, sin que nadie se metiera conmigo. En tres ocasiones se acercaron policías, pero ninguno pasó de una distancia de 20 metros, como tampoco hizo nada un carro patrullero que le dio la vuelta a la Plaza y hasta circuló por entre los múltiples ómnibus y automóviles de turismo parqueados en el lugar.

Concuerdo con la profesora Alina Bárbara López en que la orden es no molestarnos, dado que sobre el país hay muchos ojos ahora mismo evaluando el desempeño en materia de derechos humanos. He ahí una prueba más del doble rasero con que se exponen al mundo. Es de suponer que si impedir una manifestación pacífica, esposar al que la hace y meterlo a un calabozo es lo más normal que puede hacerse contra el que comete el «delito» de pararse en una plaza pública, no tendrían que esconder su actuar por intereses de ninguna clase, mucho menos ante personas como Alina y como yo, que hemos sido consecuentes desde que decidimos revelarnos ante las injustas medidas cautelares que se nos imponen.

Quedan todavía varios días para el anunciado (y aplazado por similares consideraciones) juicio de Alina en la ciudad de Matanzas. Mi manifestación de hoy en la Plaza es solo un capítulo de mi incondicional solidaridad hacia ella y hacia todos los que de una forma u otra son reprimidos por expresarse y hacer valer sus derechos.

*Periodista, escritor y humorista cubano. Las autoridades le impusieron una medida cautelar con reclusión domiciliaria, sin derecho a salir del país, mientras aguarda por un proceso judicial por supuestos delitos de desobediencia y sedición.

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