Cabrera Infante: una conversación inédita sobre Bacardí y Cuba

Cabrera Infante y el autor de esta entrevista en 1998.

Cabrera Infante y el autor de esta entrevista en 1998.

Por Juan Carlos Sánchez Reyes

En 1998, un año después de recibir el Premio Cervantes, Guillermo Cabrera Infante me regaló esta entrevista al dulce amparo de su inseparable Miriam Gómez y en compañía de Ciro Ríos Ortíz, entonces director de Bacardí Canarias.

Con su rostro de tigre triste y un humor insobornable que inundaba de calor su casa de Gloucester Road, Cabrera Infante me confesó entonces su inquebrantable amor por Cuba y por algunos referentes del patrimonio histórico cubano como la Compañía Bacardí, la marca de ron de origen cubano más famosa y vendida del mundo, que este 4 de febrero celebra 150 años de historia.

Comparto ahora con los lectores de CaféFuerte aquella conversación a manera de tributo a dos pilares de la cultura cubana, esa savia que constituye el único asidero permanente en medio de nuestros extravíos nacionales.

¿Qué significa para usted haber nacido en Cuba?

De cierta forma un privilegio. Yo no me concibo habiendo nacido en otra parte del mundo. Las posibilidades que tuve siempre en Cuba de educarme  desde el kindergarten hasta que estudié en la escuela de Periodismo fueron muchas y nunca tuve que pagar un centavo por ello. Además tuve la suerte de vivir La Habana de los años 40, una ciudad de un fermento cultural extraordinario en compañía de personas con un profundo conocimiento de la historia, de la literatura, del mundo, como jamás he conocido. Me he tropezado con la ignorancia en muchas partes de Europa. La gente sabe muy poco del resto del mundo. Ni siquiera conocen su historia nacional, su historia literaria. Y todas esas cosas las sabíamos nosotros en Cuba.

Edificio Bacardi en la Habana Vieja.

Edificio Bacardi en la Habana Vieja.

¿Y esa capacidad genuina que tiene usted por la ironía, por el humor rápido e inteligente, se lo debe de alguna manera a la idiosincrasia cubana?

Eso forma parte de las características cubanas, sin la menor duda. Aún hoy día, después de haber sido envilecido ese pueblo durante 40 años, permanece la actitud irónica, el gusto por el chiste, quitarle importancia a las cosas más serias “relajeándolas”. Todo eso me formó porque era parte de mi vida de estudiante, sobre todo en el bachillerato donde yo sobreviví gracias al uso del humor, porque eran tiempos difíciles y yo era muy pobre.

Las tradiciones, los juegos, las comidas, las fiestas populares definen la cultura y la idiosincrasia de un pueblo. ¿Qué lugar ocupa Bacardí en la cultura cubana?

Bacardí era muy conocido en Cuba no solamente como productores de ron, sino también por su destacada labor a favor de la cultura creando el Museo Bacardí, por ejemplo, o creando el edificio Bacardí en La Habana que era una verdadera joya art-decó, donde yo participaba en conferencias  y charlas culturales e intelectuales que se organizaban en su barra Bacardí. Yo viví entre 1946 y 1950 en la calle Zulueta, apenas a tres manzanas del edificio, y allí en la barra Bacardí conocí a mucha gente interesante, entre ellos al animador cultural Felito Ayón, al pintor Carlos Enriquez y al poeta Nicolás Guillen.

Sin la menor duda Bacardí, junto con otros importantes comerciantes como Crucellas, Partagás [fábrica de puros y cigarrillos], jugó un significado papel en la publicidad artística, en la radio y  televisión cubanas. Apostaron siempre por la cultura popular tan legítima como la considerada alta cultura. Porque la cultura es toda. Los versos de los boleros son tan importantes como los versos de un poema.

¿Cómo ha podido usted escribir literatura cubana viviendo fuera de Cuba durante más de 30, es decir, casi la mitad de su vida?

Porque yo tengo un reservorio de cultura, de lenguaje y de literatura cubanas en esta casa que se llama Miriam Gómez, mi mujer. Nosotros vemos programas en inglés de televisión (excepto el noticiero español que acabamos de ver), leemos periódicos ingleses, yo leo literatura en inglés. Peor siempre, siempre, conversamos absolutamente en cubano. Y eso es lo que nos ha mantenido realmente durante tanto tiempo juntos y con una presencia  cubana en esta casa que es lo que irradia Miriam Gómez y de lo que yo me beneficio.

También cuenta su memoria prodigiosa…

La memoria ayuda, pero la memoria es un don de  Dios. No es algo que tu puedas decir que la cultivas. Al contrario, la memoria te cultiva a ti.

Museo Bacardi en Santiago de Cuba.

Museo Bacardi en Santiago de Cuba.

Y además de los libros, ¿le rodean otros recuerdos que preservan ese matrimonio indisoluble entre usted y Cuba?

Esta casa está llena como puedes ver de elementos cubanos y de otros que hemos forzado en hacer cubanos, como por ejemplo la decoración de esta casa, toda en blanco. O la presencia de esta planta doméstica [monstera] que lleva con nosotros desde el año 1967.

¿Qué opinión tiene acerca de la trayectoria intelectual de Emilio Bacardí?

Emilio tuvo una participación  esencial en los fundamentos de la nación cubana  en el siglo pasado. Confieso que no estoy lo suficientemente capacitado para opinar concretamente acerca de la obra de Emilio Bacardí [1844-1922], aunque él está considerado entre los mejores investigadores e intelectuales de finales del siglo XIX. Todos los manuales de historia, todas las conversaciones culturales cubanas recogen la personalidad de Emilio como uno de los hombres más insignes de la época. Y es que todas estas personalidades de fines de siglo, siguiendo el ejemplo de Martí, se preocuparon por los destinos de su patria y por ayudar a crear la nación cubana, aunque Fidel Castro se arrogue el derecho de decir que la nación cubana comenzó en 1959.

Como usted sabe, la compañía Bacardí siempre ha estado indisolublemente ligada al desarrollo sociocultural de Cuba. Numerosas instituciones se deben a sus patrocinios, entre ellos, el museo Bacardí, el acueducto de Santiago de Cuba, la escuela de Bellas Artes, el primer policlínico para investigadores oncológicos, entre otras. ¿Conoce usted compañías que hayan apostado por su país tan en serio como lo ha hecho Bacardí con Cuba?

Ha habido grandes empresas en el mundo capitalista que se dieron a cultivar la cultura bajo su égida y han creado premios literarios, museos -la familia Guggenheim, la familia Pulitzer, por ejemplo- y es un orgullo para nosotros los cubanos haber contado con una familia como Bacardí que junto con otros elementos han ayudado a crear la cultura cubana. Bacardí forma parte sin duda de nuestro patrimonio histórico.

Emilio Bacardi Moreau.

Emilio Bacardi Moreau.

Como conocedor profundo de la noche habanera, ¿en su opinión qué papel ha jugado Bacardí en la apasionante cultura de la hostelería?

En realidad, la invención de diversos tragos que han recorrido el mundo como el Daiquiri, el Cuba Libre, el Mojito, vienen de la asociación de la cultura de bares con el ron Bacardí. Y no solo eso, existen elementos de la cultura de hostelería como son unas hermosas batidoras de mano que yo vi usando en la barra Bacardí de La Habana que según me explicaba un camarero eran ya propiedad exclusiva de la firma Bacardí.

¿Qué sería Cuba sin música?

Sería un país muy aburrido. Y sin el aporte de la cultura africana lo sería más aún. La música cubana viene en gran medida dada por la conjunción de los aportes españoles y africanos. Es decir, es eminentemente una música mulata.

El actor cubano Andy García ha dicho recientemente que la música terminará por unir a los cubanos ¿qué usted piensa al respecto?

Es difícil hablar en esos términos. Yo creo que la música nos une de cierta manera, lo que sucede es que el cultivo de la música ha estado dejado de la mano de los gobernantes de Cuba. Fidel Castro odia la música. Y ahora solamente se ocupan de ella porque han visto que pueden sacarle dinero. Ahí está el ejemplo de ese eminente músico, tal vez el más grande músico popular que ha dado Cuba en este siglo que se llama “Cachao” [Israel López], cuyo éxito extraordinario en todo el mundo  yo creo que ha animado a los gobernantes de la cultura cubana a tratar de emularlo.

Edificio Bacardi en Biscayne Boulevard, Miami.

Edificio Bacardi en Biscayne Boulevard, Miami.

¿Le gustaría volver a sentarse en los cines de La Habana?

Si claro que me gustaría pero más me gustaría sentarme en el malecón de La Habana porque en realidad, estoy ahora muy confinado al cine televisivo y me cuesta volver a integrarme en una  cultura del cine como teatro.

¿Cuál es su libro más intimo?

Puede ser La Habana para un infante difunto, que es un recorrido de la memoria por los rincones que yo frecuentaba de la ciudad, pero el más decisivo fue Un oficio del siglo XX porque fue mi primer libro en el cual yo hice del juego de las palabras y del humor un estilo.

¿Cuál considera el secreto de su vida?

La persistencia, que es lo único que me ha servido para el ejercicio de la literatura. Yo siempre he persistido a pesar de situaciones realmente amenazantes que han ido no solo contra mis ideas sino contra mi vida. Y la persistencia me ha ayudado mucho.

¿Es usted el escritor que soñaba ser?

Yo nunca soñé ser escritor. Yo llegué a la literatura por mi gusto por la parodia. Lo primero que yo quise ser fue un jugador de béisbol. Pero mis características físicas y mi pobre coordinación me condenaron muy temprano al fracaso. Después quise ser músico. Tengo muy buen oído pero tengo una pobre capacidad de ejecución musical. Ni cantar siquiera sé. Después el otro fracaso fue querer ser pintor. Yo recuerdo haber comprado unas acuarelas en el Ten-Cent de San Rafael y pinté algunos cartones que colgué detrás de la cocina. Mi ilusión era haber sido un pintor impresionista. Pero no pudo ser.

¿En qué lugar de la sociedad debería ubicarse el intelectual?

Debería ser un guía de la sociedad. Alguien que no sólo descubre el camino sino que también lo señala. Pero eso sólo ha ocurrido en algunos momentos de la historia como en la Atenas de Sócrates. Pero todos recordamos que Sócrates fue luego condenado a beber la cicuta. Desde entonces el intelectual es una persona bajo vigilancia.

Sabemos que ya usted es un ciudadano del mundo, pero ¿regresaría algún día a Cuba cuando sea un país libre y democrático?

Sí, pero no regresaría en el primer avión. Yo esperaría a que me invitaran a volver. Porque en realidad, en Cuba no van a hacer falta escritores. Ya habrá en esa época allí una plétora de escritores. En Cuba lo que harán falta son economistas, ingenieros, arquitectos, y reconstructores. Va a hacer falta un verdadero Plan Marshal como ocurrió en Alemania.

Y en ese futuro cree usted que Bacardí jugará un papel importante?

Claro que jugará un papel esencial. La cultura cubana, la sociedad cubana sin Bacardí no tiene sentido. Es como decir una cultura cubana sin café, sin libros. Bacardí ha formado y ha seguido formando parte de la cultura cubana desde el siglo pasado y su presencia en Cuba será indispensable. A lo mejor no le interesa a Bacardí regresar a Cuba. Pero ya eso es otra cuestión.

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