Ecuador: la pesadilla andina de los cubanos

Muchos cubanos laboran en provincias turísticas como Tungurahua

Muchos cubanos laboran en provincias turísticas como Tungurahua

Por Ramón Mir

QUITO.- Álvaro llegó a Ecuador por primera vez en el 2011. Ingeniero mecánico y con 30 años, es uno de los miles de cubanos que vienen por el “sueño andino”, ese que espera encontrar en el sur cuando el “sueño americano” del norte se torna inalcanzable.

Él nos cuenta que decidió volar a Ecuador por la facilidad que dio el gobierno de Rafael Correa al eliminar las visas de entrada al país para 130 nacionalidades en el 2008, lo que provocó una verdadera avalancha no solo de “turistas” de Cuba, sino también de Asia, principalmente China, y de África, a quienes con regularidad se les niegan los visados o los someten a rigurosos procesos selectivos por considerarlos emigrantes en potencia.

Sin embargo, la alegría y la esperanza de Álvaro sufrieron una sacudida inesperada a su llegada en diciembre de 2011 pues, aun con su pasaporte en regla y la copia notarizada de su carta de invitación, tuvo una desagradable sorpresa en el Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre de Quito.

Novedades de la Aduana en Quito

Él, junto a otro grupo de unos 15 cubanos que también entraban por primera vez, fueron separados de la fila normal frente al servicio de Aduana, llevados a un sitio aparte del resto de los viajeros hasta que un oficial de esa institución se les acercó y les dijo sin miramientos que si no pagaban $300 dólares se olvidaran de entrar al Ecuador.

Álvaro ya estaba prevenido de que eso podía sucederle, pues otros cubanos ya habían sufrido el mismo percance antes que él. Entonces le echó mano a su billetera y dio los $300 dólares sin chistar.

Complacido, el propio oficial le “orientó” que se dirigiera a la misma taquilla en la que había sido detenido para que le sellaran su pasaporte con el sello de la correspondiente entrada. “Bienvenido a Ecuador”, la frase de cajón que los aduaneros pronuncian casi siempre, le produjo esta vez un sabor amargo.

A la pregunta de por qué no se quejó de semejante atropello, respondió: “Nada ganaba, al contrario, esa es una mafia bien organizada y experta en ese asunto de sacar dinero a quienes entran a Ecuador, allí dentro no tienes a quién dirigirte, pues están de acuerdo… Quizás alguno no, pero no sabes quién, y quejarse a la Embajada de Cuba es imposible desde allí dentro, además ni afuera ellos te paran bola”.

Álvaro -aún sin papeles- consiguió un trabajo de empacador en la madrugada en el que gana cerca de $400 dólares y tiene los domingos de descanso. Se considera afortunado y acaricia la ilusión de traer algún día a su esposa e hijo.

Inmigrantes cubanos trabajan en las calles de La Mariscal, zona cosmopolita de Quito.

Inmigrantes cubanos trabajan en las calles de La Mariscal, zona cosmopolita de Quito.

Indefensión del inmigrante

La falta de garantías a los cubanos que entran a Ecuador no es un asunto nuevo, sin embargo sí lo es el “cobro de peaje” de la Aduana, donde funcionarios inescrupulosos intentan sacar partido a la ola de posibles emigrantes, pese a que entran con todos los requisitos legales requeridos.

Existen los casos extremos de quienes han sido devueltos a Cuba y han perdido el dinero desembolsado en el pasaje, que oscila en alrededor de $600 dólares más el precio de la carta de invitación, que oficialmente cuesta $160. Pero si la carta es obtenida irregularmente, como muchas veces ocurre, puede alcanzar cifras exorbitantes de entre $1,000 y $2,000 dólares.

A esto se añaden los $150 dólares que exige Cuba como “permiso de salida” y el precio del pasaporte (más de $80 dólares).

El caso anterior lo vivió un médico cubano radicado en Quito, quien invitó el pasado año a su mamá, ya anciana, y a una prima para que lo visitaran. El galeno contó que a ambas las retuvieron dentro del aeropuerto, pues le pedían la copia notarizada de su carta de invitación, requisito que hasta entonces no se exigía.

Tras muchas gestiones y ruegos, a la anciana la dejaron salir y reunirse con su hijo, pero a la prima la mantuvieron encerrada en la terminal aérea durante dos días hasta el próximo vuelo de la aerolínea, en el que fue enviada de regreso a La Habana.

Un drama familiar

Iraida y Ronel llegaron desde el occidente de Cuba y dejaron atrás a sus dos hijos, el varón bajo peligro inminente de arribar a la edad militar y, por tanto, de quedarse “del otro lado” por largo tiempo.

“Compartíamos primeramente una casa con otros 15 cubanos, ya sabes, costumbres distintas, algunos muy correctos, pero otros con malas costumbres y hasta vicios. Llorábamos sin consuelo pero pudimos conseguir trabajo, irnos de allí y arrendar un apartamento, y entonces hasta mandamos a buscar a nuestra hija pidiendo dinero prestado y con muchas privaciones”, contó Ronel.

Ella “consiguió” su nacionalidad en medio de una avalancha de irregularidades denunciadas por la prensa y por las que varios abogados y funcionarios de Migración terminaron en prisión. Ese enmarañado proceso de naturalización le costó $2,000 dólares.

Él, por su parte, siguió trabajando con un sueldo aceptable -un verdadero privilegio pese a su condición de indocumentado-, pero hasta hoy espera su legalización, aunque hizo los trámites correspondientes.

El hijo en edad militar logró viajar milagrosamente y pudieron, al fin, realizar la tan anhelada reunificación familiar. Se consideran entre los cubanos afortunados en medio de los miles que aún son ilegales y que no pueden aspirar a reunir a sus familias.

Gastos por las nubes

La prensa ecuatoriana ha denunciado sistemáticamente el abuso a que son sometidos los cubanos que entran al país, a quienes funcionarios y abogados les cobran elevadas sumas de dinero para obtener su regularización, aprovechando la opción de “navegar en río revuelto”

El caso de un joven matrimonio graduado en la Universidad de La Habana sirve para ejemplificar esos turbios manejos. A ellos el proceso de legalización se les tornó en una espera de más de un año con un monto que alcanzó los $3,000 dólares.

“Era un ir y venir constante, unas veces pedían un documento, luego otro, se vencían los papeles, vuelve a sacarlos, nos exigieron pasajes de ida y vuelta a Cuba, aunque no fuéramos a viajar… Finalmente a la hora de tramitar la cédula no había especies, un martirio, me quedé sin uñas pues me las comí por el estrés acumulado, adelgacé, me bajaron las defensas y sufrí enfermedad respiratoria”, relató Amalia.

Cualquier trabajo

El pasado 12 de febrero, el diario local La Hora publicó que en los exteriores de los bares de la zona rosa de Quito, en el barrio La Mariscal, extranjeros indocumentados entregan flyers publicitarios de los centros de diversión, en los que se anuncian promociones 2 X 1, entradas gratis hasta las 11 p.m., tragos de cortesía para las chicas y en algunos casos hasta shows de strippers.

Entre quienes divulgan estas seductoras propuestas para un rato de esparcimiento nocturno hay ciudadanos cubanos que se encuentran en situación irregular desde hace más de cinco años.

Mauricio habla muy poco sobre su labor diaria. Reconoce que cumple más de ocho horas al día y no le pagan el salario básico, y que a veces hasta le demoran el pago, pero asegura que “es mejor a no tener nada”.

El cubano, de 32 años, vive alquilado en un cuarto cerca de su lugar de trabajo y confiesa que el pago mensual solo le alcanza para abonar la renta y alimentarse básicamente.

“Trabajo en bares, aquí es más fácil conseguir empleo, aunque he pasado algunos sustos cuando los agentes de Migración hacen requisas”, señala Mauricio mientras sigue indicando las promociones a los transeúntes.

Salario diferente

El sueño de poseer algo propio y mejorar las condiciones de vida hicieron que Basilio N. emigrara hace dos años y tres meses a Ecuador desde la Habana, según el reporte de La Hora.

Llegó a Baños de Agua Santa, en la turística provincia de Tungurahua, con muchos sueños y proyectos, pero las cosas no fueron como imaginaba. Basilio ha tenido que hacer de todo para poder mantenerse.

“Llegué a través de una carta de invitación que me puso un amigo. Me siento bien con la gente de acá, pero he tenido que trabajar de albañil, en el lavado de vehículos, restaurantes y un sinfín de cosas”, explicó.

De acuerdo con Basilio, el pago para los cubanos es diferente al de los ecuatorianos.

“Como no tenemos los papeles de residencia, nos dan entre 200 y 230 dólares al mes. Tenemos que conformarnos a no estar afiliados al Seguro Social”, dijo con su acento que delata el origen caribeño.

Iliana, la esposa de Basilio, habló en voz baja y mirando a su alrededor, pero pese a su evidente temor pidió al gobierno ecuatoriano -y ahí sí lo hizo exaltada- que ayude a los cubanos a que agilicen los trámites para obtener su residencia. Ella cree que solo de esa manera se evitará la explotación laboral.

En bares y restaurantes de las ciudades turísticas de la provincia de Tungurahua es común observar que la atención a los clientes esté a cargo de ciudadanos cubanos y colombianos, quienes se niegan a identificarse como tales por temor a la deportación.

En el papel, los mismos derechos

Iván Nolivos, especialista en Derecho Laboral, indicó que la ley prohíbe contratar extranjeros que no estén legalmente en Ecuador, so pena de sufrir alguna sanción por parte de Migración.

Sin embargo, dijo que en caso de que hayan sido contratados a pesar de que su situación migratoria no sea legal, los trabajadores gozan de derechos y si sienten que estos son vulnerados como el pago  inferior del Salario Básico Unificado, la no afiliación al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) o el hecho de laborar más allá de lo estipulado para una jornada diaria, se debería presentar una denuncia.

“Que sean legales o ilegales queda al margen del tratamiento laboral, pero ya que fueron contratados por algún empleador, este debe cumplir con todas las obligaciones que le corresponden frente a un trabajador sea ecuatoriano o extranjero. Los derechos de los trabajadores son irrenunciables y eso incluye a los extranjeros ilegales. Un juez no puede decir usted ha sido ilegal, entonces lamento su causa”, dijo el experto.

Nolivos mencionó que si se descubre que el empleador contrató a una persona en situación ilegal, este deberá rendir cuentas al Inspector de Trabajo del Ministerio de Relaciones Laborales.

“El Inspector del Trabajo deberá notificar al empleador para que éste dé explicaciones de la contratación a un extranjero que no está legal en el Ecuador. Luego se notificará a Migración del hecho y esta deberá  hacer el trámite de deportación”, señaló.

De ningún lugar

Sin embargo, la deportación de los cubanos es un problema, pues Cuba no los recibe de vuelta pese a que siguen siendo ciudadanos de la isla. Aunque no la prohíbe, el gobierno de La Habana no reconoce la doble nacionalidad e impide a sus nacionales la entrada al país sin portar el pasaporte cubano, aunque posean otro pasaporte legal de un segundo país.

La Embajada de Cuba en Ecuador nunca se ha pronunciado por el problema de esos ciudadanos que -como se dice comúnmente de los que no regresan a la isla- “quemaron las naves” y decidieron quedarse en el exterior al cumplirse los 11 meses y 29 días que estipulan las leyes cubanas para el regreso, so pena de perder todos los “derechos”.

Se calcula que unos 20,000 cubanos han ingresado a Ecuador en los últimos cinco años.

Recientemente, el canal Teleamazonas insistió en la difícil situación que vive la mayoría de esos cubanos, convertidos en ciudadanos de ningún lugar. Mientras, cientos de ellos esperan por un milagro que les dé la residencia en Ecuador o que sus familiares en Estados Unidos paguen $8,000 dólares por un viaje irregular, lleno de peligros, hacia el “sueño americano”.

*Los nombres de los cubanos utilizados en este reportaje de investigación fueron cambiados, a petición de los entrevistados, para proteger su identidad.

CATEGORÍAS
TAGS

COMENTARIOS