Esperando al Papa: Cuba, su Rebelde Santidad

PANCARTAS DE BIENVENIDA AL PAPA EN LA HABANA.

PANCARTAS DE BIENVENIDA AL PAPA EN LA HABANA.

Por Martín Guevara*

El surtidor paró repentinamente y el empleado nos dijo que lo sentía pero que nuestro crédito no llegaba a más.

Habíamos alcanzado el límite que le estaba permitido al padre de mi amiga, entonces le propuse que si le echaba 10 litros más le pagaba por encima con dos dólares. Trato cerrado. Fue a buscar un latón un embudo y una manguera y nos terminó de echar lo que habíamos acordado.

Manejé hasta su casa y la dejé con el Lada. Teníamos que devolverlo con algo de gasolina en el tanque si queríamos volver a usarlo otra vez.

Una semana en Varadero

Me despedí y fui a sentarme en la parada de la guagua que me llevaría a casa. Me sentía bien, había pasado una semana en Varadero soltando toda la adrenalina que me sobraba, el festival era lo de menos, aunque había estado muy divertido, pero lo que me recargaba las pilas era el buceo y nadar en aquellas aguas turquesas de temperatura perfecta y luego salir a aquella arena a dejar que los bichos de la imaginación hiciesen su trabajo mientras me secaba al sol. La guagua demoraba  mucho, así que me dispuse a caminar unas seis cuadras donde se tomaban otras dos además de aquella, el problema era que llevaba el petate al hombro, no contenía mucha ropa pero sí un cinturón de plomos y las patas de rana, que incomodaban un poco al andar.

En el camino encontré abierta la cafetería que me temía estuviese cerrada. No había casi nada como de costumbre, así que me pedí una línea de ron y me senté en la barra. Dada la cercanía y el volumen de la misma no tuve otra alternativa que  escuchar la conversación de los parroquianos vecinos, pero en La Habana lo indiscreto era mostrarse discreto así que giré mi banqueta al grupo y sonreí. De a poco la sonrisa se me empezó a desdibujar.

Estaban comentando una noticia fresca, que más que una noticia era un trascendido a modo de rumorología como se comunicaba en La Habana lo que olía a verdadero, que iba por fuera del Granma y el Juventud Rebelde, en otras palabras: todo, con excepción de la fecha y la meteorología. Incluso las noticias ya publicadas rubricadas y aceptadas por la población como ciertas, se refrendaban en los discutideros y mentideros de la calle, con volumen de voz más o menos alto según el tenor de la información. Decían que iban a echar al cantante de salsa Oscar de León de la isla. Que las autoridades le habían recomendado no ponerse el tremendo crucifijo de oro en el cuello, en la actuación del festival de Varadero que esperaban fuese todo lo multitudinaria que de hecho fue, y se lo puso.

Los crucifijos de Fidel

Yo no daba crédito a lo que oía, habían ido grupos  de rock como los húngaros Lokomotiv LTG a tocar y yo los había visto en el teatro Karl Marx con crucifijos, dicen que también lo llevaba Billy Joel, pero a ese concierto solo pudieron acudir militantes del Partido y de la juventud comunista, ni un solo elemento humano que se pudiese considerar auténtico público.

Y es verdad que no tenía en mente muchos más ejemplos de personas que pudiesen manifestar su religiosidad a través de las indulgencias, de los elementos fetiches de las mismas, pero creía recordar que todos me contaban que cuando bajaron de la Sierra Maestra muchos rebeldes lucían en sus pechos al aire sendos crucifijos, incluyendo al mismo Fidel.

Lo cierto es que  aunque yo no asistí a ese recital ya que no me apasionaba la música de Oscar de León, lo había visto a él en el lobby del  Hotel Internacional y sí que no pude dejar de mirar la cruz de oro que llevaba en el pescuezo, era verdaderamente llamativa y de un gusto que lnvitaba a dudar si no habría sido ese el verdadero motivo de su expulsión. Pero les pregunté que como sabían que lo habían expulsado, les dije que yo venía de allí, y que aunque se hubiese acabado hacía tres días el festival, nadie comentaba nada en las calles ni en los bares sobre esa noticia. Me dijo uno de los tres que se lo había comentado un periodista en la UPEC hacía un par de horas, que él había ido a buscar a su novia que trabaja allí y escuchó el comentario.

Hablar mal de Cuba

Pasaron los días y supe que a Oscar de León no lo habían echado de Cuba, aunque quizás sí habían estado algo molestos con él, ya que lo cierto fue que no lo dejaron volver otra vez, y la versión semioficial, o sea, la que no salió en los periódicos pero sí se podía repetir por la calle sin problemas, era que a su llegada a Puerto Rico o Miami lo presionaron sus patrocinadores para que hablase mal de Cuba y así lo hizo. Yo me preguntaba cómo podía ser que si sabían que lo habían presionado lo culpasen de algo tan habitual como era hablar mal de lo que estaba mal. Aunque esto no validaba por sí la inmediata versión underground del trío noticioso, les otorgaba el beneficio de la duda.

A lo largo de los 12 años que viví en la isla si bien no estaba perseguida penalmente la práctica de la religión con  excepción de los testigos de Jehová y los Abakuá o el ñañiguismo que eran derivadas de las creencias africanas con deidades del panteón Yoruba, sí es verdad que a nadie que no tuviese 80 años y por ende atesorase el deseo de alguna clase de futuro, se le ocurría colgarse una cruz, ni 20 veces más pequeña y de metales menos nobles que la del cantante venezolano. Las iglesias eran solo visitadas en las misas dominicales por ancianas o feligreses que por alguna otra causa, ya estaban muy jugados y no temían una nueva mancha en el expediente.

No iba preso quien acudiese a una iglesia, pero se debía olvidar de ascender el más mínimo escalón en su profesión, de salir del escueto salario de 98 pesos, por supuesto olvidarse de tener la posibilidad de viajar algún día, de tener acceso a un automóvil, a una moto, a un aire acondicionado, ni siquiera a cenas en restaurantes que se daban por los CDR o por los centros de trabajo. No debía albergar el más mínimo anhelo de que se lo tuviese en cuenta para los beneficios, y encima cada vez que había algún hecho que se consideraba “atentado a la Revolución”, y se precisaba un sospechoso desafecto del sistema, los agentes del MININT no dudaban en hacerle la visita de rigor, solo para tener una conversación informal.

Cambios y pompas del Estado

En fin, hace mucho no vivo en la isla. Y me dicen que las cosas están cambiando, y algunas cambiaron hace muchos años, como cuando el anterior Papa polaco anticomunista visitó la isla y fue recibido con pompas del Estado.

Dicen que esta visita papal de Benedicto XVI que se avecina unirá a todos los cubanos, pero que tendrá como fin darle un tiempo más de vida al régimen, amigar poderes que nunca debieron estar enemistados, ya que nadie, puede estar medio siglo gobernando un país, excepto un Papa, un dictador o un rey. Me cuentan que Cuba ha cambiado que ahora se puede hablar, que el Cardenal sale por la televisión y que se transmite en Miami.

Mientras, otros amigos me cuentan que la gasolina sigue estando regulada para cubanos, como todo en la vida cotidiana, y si la quieren deben pagar por fuera algunas divisas, como antes, solo que ahora con Euros y con bastante más que dos. Estos me cuentan que en esencia nada ha cambiado, que los desafectos son más pero  continúan yendo a prisión, que siguen los mismos en los mismos sillones, y que aunque hoy te permitan ser católico, incluso parece ser promovido el deseo institucional de que así sea, me confirmaron que los religiosos aún son los que no viajan, los que no ascienden en el empleo, los que no mandan. En fin, que puedo seguir encontrando la información fiable en las caladeros de charlatanes y chismosos de la ciudad, más que en la prensa oficial,  y que en el Granma ya solo queda de noticia fiable el estado del tiempo.

Ya que escamotean hasta la fecha, porque no hay esfuerzo que las autoridades no estén dispuestas a hacer para detener la llegada del mañana.

* Sobrino del Che Guevara. Vivió como refugiado en Cuba por 15 años y permaneció en La Habana hasta 1988. Actualmente reside en España y escribe un libro testimonial sobre su experiencia cubana y el peso del mito que rodea a su célebre tío guerrillero.

CATEGORÍAS

COMENTARIOS