Tortura sicológica a la familia: La fiesta de la Seguridad

Agentes policiales amenazan con recrudecer las condiciones de prisión del joven Eduardo Luis Fernández si su padre no abandona las publicaciones críticas y las denuncias contra el régimen en redes sociales.

Tortura sicológica a la familia: La fiesta de la Seguridad
Jorge Fernández Era (der.) junto a su hijo Eduardo Luis Fernández Suárez, quien cumple una sanción penal. Foto: JFE.

Por Jorge Fernández Era*

Los agentes de la Seguridad del Estado prosiguen su arbitrario actuar sin que nadie, absolutamente nadie, les ponga coto. No me abren causa por los delitos de «contrarrevolución» y «mercenarismo» que osan imputarme extrajudicialmente, y se entretienen, cual esbirros, en intentar doblegarme con una guerra de tortura sicológica en la que se superan a diario. He reseñado en los últimos meses de lo que han sido capaces conmigo y con mi familia, pero los muchachones que me atienden van por más.

El pasado miércoles 21 de diciembre los inefables Yordan y Manuel se presentaron en el campamento Toledo 2, establecimiento donde mi hijo cumple condena, y lo sometieron al tipo de «entrevista» de la que son capaces. En ella le dejaron claro que, si no influye sobre mí para que deje de escribir en las redes, le serán suprimidos los beneficios que ha ganado por su buena conducta y se procederá a su traslado a una cárcel de máxima seguridad en Guantánamo, para alejarlo definitivamente de mis nocivas influencias.

Sospechosamente, días antes había sido retirado de la brigada de trabajo que de lunes a viernes labora en la Unidad de Patrulla de Tránsito de la PNR de Cinco Palmas, en San Agustín, decisión que concatena con los chantajes proferidos por Yordan desde el 28 de noviembre. Eduardo Luis lleva dos semanas sin salir de Toledo 2. Recuérdese que su incorporación a las brigadas de trabajo se hizo efectiva hace más de medio año tras situación similar de amenaza de traslado si no se lograba el objetivo de callarme. En aquella ocasión le fue sembrada un arma blanca en el puesto de trabajo donde oficiaba como barbero en el centro penitenciario, sin que el MININT realizara investigación alguna para aclarar el gravísimo hecho, lo que me llevó, para evitar males mayores, a retirar los aperos de la barbería y demandarle a la entonces directora de la institución, en reunión efectuada con ella y con otros oficiales, que le fuera asignada a mi hijo otra tarea.

Para que no se diga que me desvío del camino legal que dicta el Estado de Derecho refrendado en la Constitución, me dirigí el martes 26 de noviembre a Toledo 2. Me atendió su segundo jefe, quien no solo se negó a explicarme las «irregularidades» en que había incurrido mi hijo en su brigada, sino que justificó el actuar de los dos agentes de la Seguridad del Estado, alegando que él no tenía por qué dar crédito a lo que me informó Eduardo Luis sobre la «visita» y yo le trasladaba oralmente. Ante mi pregunta de si dichos individuos tenían luz verde para semejante procedimiento, me respondió que el Departamento de Seguridad del Estado es una entidad superior del MININT con todo el derecho a hacerlo.

Dos horas después, en la Oficina de Atención a la Población de la Dirección de Establecimientos Penitenciarios del MININT, una oficial buscó a mi hijo en los registros y me comunicó que no constaba medida disciplinaria tomada contra él. Tras una pausa en la que habló por teléfono en privado con el segundo jefe de la prisión, me instó a que me marchara tranquilo de allí: la demanda de trabajo disminuye en estos días de fiesta y es común el cese de actividades en casi todos los centros. Los internos pueden ser retirados de su labor. Eduardo Luis Fernández Suárez para nada ha sido castigado, se le asignará el próximo año otra brigada.

Quiero pensar que así sea. Pero como no está de más poner el grito bien alto, no importa si la arquitectura de las edificaciones que nos amparan no le hacen eco, mis pasos enrumbaron hacia la Fiscalía Militar General del MININT, donde se me pidió fundamentara por escrito mi denuncia contra la Seguridad del Estado. Acabo de entregarla.

En un contexto donde se supone que los cubanos estamos más protegidos que nunca con la reciente aprobación por la Asamblea Nacional de la «Ley del sistema de atención a las quejas y peticiones de las personas», que apuntala el ya vigente precepto constitucional de que «Toda persona que sufriere daño o perjuicio causado indebidamente por funcionarios o agentes del Estado con motivo del ejercicio de las funciones propias de sus cargos, tiene derecho a reclamar y obtener la correspondiente reparación o indemnización en la forma que establece la ley», cabe esperar que alguien les ponga un pare a los reprimidos matones que me acosan. De lo contrario, quedará demostrado que actúan así porque cumplen órdenes y son mero instrumento de un Estado totalitario y represor.

Una vez más, responsabilizo al Gobierno, al Partido Comunista de Cuba y a todas las instituciones cuya obligación es mantener la legalidad y defender los derechos de los ciudadanos a quienes se deben, por el daño físico y sicológico que pueda derivarse del proceder fascista que sigue tocando a mi puerta.

*Periodista, escritor y humorista cubano. Las autoridades le mantienen impuesta una medida cautelar con reclusión domiciliaria, sin derecho a salir del país, mientras aguarda por un proceso judicial por supuestos delitos de desobediencia y sedición.

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