De la muerte del Gabo y otros demonios

GGMpl

Gabriel García Márquez en las oficinas de Prensa Latina en Bogotá en 1959. Foto: Hernán Díaz.

Por Carlos Cabrera Pérez

Resulta que la noticia de su fallecimiento trascendió de una manera inusitada: “Muere Gabriel García Márquez. Mercedes y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, me autorizan dar la información. Qué tristeza tan profunda”, escribió en la red social Twitter la periodista Fernanda Familiar.

Duele que la muerte de un narrador deslumbrante se anuncie al mundo con un mensaje al estilo soviético de autorizaciones para informar, pero son las cosas de la vida y de la muerte y que nadie -por grande que sea- puede controlar absolutamente todo, incluidas las emociones que despierta en otros.

A Gabriel, como lo llamaban varios fundadores de Prensa Latina (PRELA), incluida mi madre, lo conocí en la primavera de 1979, en el Hotel Riviera de La Habana, donde aguardaba a una comitiva de la agencia en la que me colé. Estaba en una esquina del lobby, con un codo apoyado en el granito de la larga Recepción, vestido de blanco como un iyabbó (iniciado en la Regla de Ocha) y unos botines carmelitas con zipper, quizá la prenda suya que más lo acercaba a la guara castrista.

Gabo hablaba con todo el cuerpo, como buen caribe, y movía sus manos al ritmo de la gravedad de lo que fuera a decir. La propuesta era simple: invitarlo a Caracas, Venezuela, en junio de ese año para celebrar los 20 años de PRELA, junto a Miguel Otero Silva, Juan David, y Alejo Carpentier.

La idea pareció entusiasmarlo; pero respondió a la gallega, con una pregunta: ¿Ustedes han hablado con Conchita? Se refería a Conchita Dumóis, la viuda cubana de Jorge Ricardo Masetti, el primer director de la agencia cubana, creada como parte de la Operación Verdad, tras las críticas a los fusilamientos castristas de 1959.

“El Che [Guevara] le dijo a Masetti que fuéramos a ver a Raúl Chibás, entonces Tesorero del Movimiento 26 de julio, al Hotel Habana Hilton y Chibás nos dio una maleta con 250 mil dólares de la época y con eso fuimos por todo el continente abriendo las oficinas de Prensa Latina, incluido el primer sueldo”, recordó el Nobel colombiano.

Pero el relato de la fundación de PRELA tenía otros entretelones que el novelista no se cohibió de contar. “Ya en la calle, Masetti me dijo, Gabo yo he firmado con una sola T porque ya sabes que en tiempos de revolución se forman carajales y no todos salen bien”. Y a seguidas pronosticó: “Fidel debe tener unas ganas locas de escribir sus memorias, pero el día que lo haga se va a armar un mierdero del carajo…”

CATEGORÍAS

COMENTARIOS