Historias olvidadas: De cuando La Habana perdió su Proyector

proyector

Portada del diario Proyector del domingo 28 de noviembre de 1954

Por Daniel Palacios

LA HABANA.- Cuando los periódicos eran aún una industria floreciente y La Habana tenía una veintena de diarios de amplia circulación, un periódico comunitario del barrio de Los Pinos llamado Proyector vivía también su época más luminosa.

Han pasado más de cinco décadas desde que la prensa cubana abandonó su papel de catalejo social y comenzó a ser instrumento de propaganda y conducción política de los ciudadanos, pero merece mirar atrás y reconocer la vitalidad del sistema informativo y la proliferación de periódicos que circulaban en Cuba antes de la llegada al poder de Fidel Castro.

El primer número de Proyector, emitido el 15 de diciembre de 1940, pasó inadvertido para la mayoría de los pobladores del actual municipio de Arroyo Naranjo, que en aquel momento era mencionado como el “Chicago habanero” por lo tradicional de sus edificaciones, el floreciente comercio y el control de sus calles por alguno que otro lugarteniente de la mafia, proveniente de esa metrópoli estadounidense.

Un periodista emprendedor

William Pupo Sagoyner, un joven periodista de ascendencia catalana y que había sido despedido del Diario de la Marina, emprendió la tarea de editar un periódico por su propia cuenta.  Con la ayuda de su hermano Wilder y su esposa América, puso el sentido de pertenencia al barrio como su principal escudo, y los ahorros como empeño para tener los suficientes materiales de producción.

“Yo nací con montones de papeles a mi alrededor y una admiración tremenda por mi abuelo en todo el barrio. Aún después de décadas del cierre forzado del periódico la gente pasaba por casa a plantearle dilemas con la esperanza de que él interviniera con las autoridades”, comentó Deborah Pupo Sánchez, nieta del fundador de El Proyector.

Pupo Sánchez es una de las más celosas albaceas de la memoria histórica de su familia y todavía vive en la calle Bella 10415, en la misma dirección que viera nacer esa empresa editorial.

En 1943 la popularidad local de Proyector alcanzó niveles impresionantes, al punto de contar ya con sólidas secciones de noticias sociales, deportivas, culturales y políticas.  Estas últimas fueron responsables de varios debates con el Congreso nacional, los cuales reportaron dividendos positivos para la localidad. Para esa época el periódico tenía ya una tirada superior a los dos mil ejemplares.

Todos querían aparecer

“Proyector era el lugar donde todo el mundo quería aparecer y denunciar sus problemas, porque vieron que así tenían alguna solución. La Asociación de Propietarios y Vecinos siempre se `ponía para las cosas´ cuando salía algo fuerte. Incluso hubo un dilema de los editores con el Congreso sobre fondos para la unión de la carretera entre Los Pinos y el reparto Poey que terminó con la ampliación de la calle Perla en 1944”, rememoró Herminia Solaya, una anciana octogenaria que en algún momento de su adolescencia colaboró con el periódico en los temas estudiantiles y con entrevistas a señoritas de sociedad.

Casi todos los entonces habituales lectores de Proyector han fallecido, pero aún hoy se pueden encontrar algunos ejemplares ya bañados por el tono amarillento que imprime el tiempo. Como múltiples empresas periodísticas, fue acallado en horas tempranas de la revolución, luego de que en 1961 el gobierno ordenara su cierre con la nueva Ley de Prensa que ilegalizaba toda publicación que estuviese fuera del sistema oficial.

“Mi abuelo siempre se lamentaba por la forma en que le destruyeron su obra y Los Pinos ahora es un barrio más entre los desbaratados suburbios habaneros, porque no tiene a nadie que lo defienda, así que todos perdimos”, apuntó Pupo Sánchez..

Monopolio informativo y editorial

El gobierno cubano cuenta con el monopolio de los medios de comunicación y por ende de sus líneas editoriales. En la capital circulan los tres periódicos de tirada nacional (Granma, Juventud Rebelde y Trabajadores), además del semanario provincial Tribuna de La Habana, así como alrededor de una decena de revistas como la centenaria Bohemia, de exigua presencia hoy en los puntos de venta.

Mientras la radio cuenta con cinco emisoras nacionales -Radio Rebelde, Progreso, Taíno, Reloj y Enciclopedia- y las ondas locales son llenadas con Radio COCO, Metropolitana, Ciudad y Cadena Habana. Los televisores habaneros cuentan con los cinco canales de impacto general: Cuba Visión, Tele Rebelde, Multi Visión, Educativo 1 y 2, además del Canal Habana en las ondas restringidas.

Pero ningún medio posee capital privado u objetivos editoriales independientes, lo cual está prohibido por las leyes vigentes. La Constitución socialista, aprobada en 1976 y ratificada en 1992, indica que “la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada”.

La libertad que llevó a Proyector a impactar en su comunidad aún queda flotando por las calles e imprentas cubanas, con la ilusión de recuperar alguna vez su luz propia.

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