La música cubana está de duelo: Fallece el célebre trompetista Chocolate Armenteros

Acaso el más vital, el más prolífico y trotamundos de los trompetistas de la época de oro de la música cubana. Una leyenda que abarcó más de 60 años como intérprete de las más renombradas orquestas soneras y jazz bands de su tiempo.

La música cubana está de duelo: Fallece el célebre trompetista Chocolate Armenteros
Alfredo Armenteros, Chocolate (1928-2016), genio de la trompeta.

Por Wilfredo Cancio Isla

Un clásico de la trompeta, los ritmos cubanos y el jazz latino, Alfredo Armenteros, Chocolate, falleció este miércoles en Nueva York, a los 87 años.

Acaso el más vital, el más prolífico y trotamundos de los trompetistas de la época de oro de la música cubana. Una leyenda que abarcó más de 60 años como intérprete de las más renombradas orquestas soneras y jazz bands de su tiempo, junto a luminarias de la estirpe de Arsenio Rodríguez, Beny Moré, Machito, Israel López “Cachao”, Nat King Cole y Dizzy Gillespie, y que aún octogenario continuaba en plena efervescencia creadora.

El deceso de Chocolate se produjo en horas de la mañana de este Día de Reyes, en el Centro de Rehabilitación de North Westchester, Nueva York, donde era atendido por un cáncer de próstata, según confirmaron fuentes familiares.

“Quiero ser recordado como el trompetista que tocó más tiempo y el que más gozó también”, acostumbraba a decir Chocolate, que vivió la mayor parte de su vida en un apartamento en el barrio neoyorquino de Harlem.

Trompetista inagotable

Chocolate -identificado como una suerte de Louis Armstrong latino- deja un aporte inmenso a la música cubana y continental, un voluminoso catálogo de grabaciones como solista, acompañante y director orquestal, y una obra llena de “inconfundible sabor e inagotable picardía”, como la definió Nat Chediak en su Diccionario de Jazz Latino.

Fiel a su trompeta como al tabaco, al coñac y a la alegría de vivir. “Chocolate Armenteros es la más cubana y  a la vez innovadora de todas las trompetas que pudiera albergar Nueva York”, escribió el historiador César Miguel Rondón.

Su apodo fue fruto del error de una muchacha, que lo confundió, en sus años mozos, con el famoso boxeador cubano Kid Chocolate (Eligio Sardiñas, 1910-1988).

Nacido el 4 de abril de 1928 en el poblado de Ranchuelo, antigua provincia de Las Villas, Chocolate recibió tempranamente la influencia de una familia musical por los cuatro costados. Su padre, Lázaro Alfredo Armenteros, era músico y su primo hermano más notable haría historia en la canción y los ritmos populares con el nombre de Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez, el gran Beny Moré.

Se enroló en la música desde niño, vinculado a la banda municipal de Ranchuelo. A los 11 años aprendió a tocar la trompeta de la mano del padre de Richard Egues, flautista de la Orquesta Aragón, y también comenzó a estudiar la música.
Hacia 1947, con 19 años, se integró al conjunto de René Alvarez y Los Astros, con el que grabó su primer disco. Fue este primer escalón el que lo condujo a cumplir el sueño de sumarse a la orquesta de Arsenio Rodríguez, dos años después

Días de gloria habanera

En el conjunto de Arsenio Rodríguez coincidió con uno de los artífices de la trompeta que formarán parte de su inspiración, Félix Chapotín, y grabó números clásicos del Ciego Maravilloso, como “La La vida es un sueño“, “Deuda” y “Tengo que olvidarte”.

En 1953 la enfermedad de Calixto Leicea, primera trompeta de la Sonora Matancera, lo lleva a hacer una suplencia en esa agrupación, a la que regresaría mucho después, ya en sus años de exilio, entre 1977 y 1980.

Cuando Beny Moré funda su Banda Gigante y se da a conocer en los estudios de la CMQ, el 3 de agosto de 1953, Chocolate no podía faltar entre los trompetistas.

Son sus días de gloria en una Habana que no duerme ni se apaga. A esta fecha se remonta la adquisición de la trompeta que lo acompañó ininterrumpidamente hasta el final de su vida, y a la que calificaba como “mi novia, mi alma, mi vida, mi corazón”.

La Orquesta de Fajardo y sus Estrellas lo convencen para viajar a Nueva York a amenizar un baile privado en el Hotel Waldorf Astoria, contratado por la campaña presidencial del senador John F. Kennedy, en noviembre de 1958.

Adiós a Cuba

Así fue como comenzó su quehacer artístico en Nueva York y su despedida de Cuba, con 30 años. Nunca más regresaría a la isla.

En 1963 es contratado por la Orquesta de Machito (Frank Grillo), donde ocupa el puesto de su compadre Mario Bauzá e intercambia improvisaciones con Doc Cheatham.

En esta época colabora con los hermanos Charlie y Eddie Palmieri, participa en las llamadas “descargas” y se convierte en figura clave del Grupo Folklórico Experimental Nuevayorquino, a mediados de los setenta, poco antes de sumarse a la segunda experiencia con la Sonora Matancera. En 1977 participó en el primer disco de Cachao, Descarga 77.

A finales de 1980 fundó su propio grupo, asociado al sello SAR. Realizó giras mundiales y grabó tres títulos memorables: Chocolate dice (1982), Chocolate en Sexteto (1983) y Estrellas de Chocolate (1987).

Creador incansable

Su participación como invitado en conciertos, festivales de jazz, grabaciones y proyectos artísticos alrededor del mundo lo mantuvieron en febril actividad aún octogenario. Graba calipsos con el ex boxeador y cantante jamaicano Growling Tiger y participa en la banda sonora de la película española Lulú de Noche (1986), de Emilio Martínez Lázaro.

Se suma al grupo de estrellas musicales que protagonizan el concierto y disco Cuban Master. Los originales (2001) y participa en el filme The Lost City (2005), del actor y realizador Andy García.

Una de sus colaboraciones más recientes fue con el grupo neoyorquino Aurora y Zon del Barrio, en ocasión de los festejos por su cumpleaños 85 en compañía de familiares y amigos En ese encuentro se inspira el álbum Zon de Chocolate, dedicado al maestro trompetista.

“Con la trompeta me siento como si fuera un niño de kindergarten, que tiene siempre algo que aprender”, confesó en una de sus últimas entrevistas.

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