Luis Carbonell, adiós al artífice de la alegría cubana

Carbonell

Luis Carbonell, una leyenda cubana y universal.

Ha muerto una gloria de Cuba: Luis Carbonell.

El artista que paseó la poesía costumbrista y la gracia criolla por los escenarios del mundo falleció este sábado en La Habana a los los 90 años.

Nadie como él llevó la expresión declamada de la poesía folclórica hasta tesituras tan altas de identidad cubana. Carbonell, el Acuarelista de la Poesía Antillana, fue un pilar de alegría, sentimiento, picardía e identidad nacional.

Nacido en Santiago de Cuba el 26 de julio de 1923, Carbonell desarrolló desde muy joven su vocación artística en el campo de la música, la declamación y la sátira humorística.

Su personalidad escaló hasta los primeros planos en la radio y la televisión, en los años 50. Fue la época en que también su nombre figuró como un sello indiscutible en la pujante industria discográfica de la isla.

No hay cubano que no haya reído -o sentido algo más que curiosidad- cuando escuchó piezas como “Esta negra Fuló”  o “Los quince de Florita”.

A manera de homenaje póstumo, CaféFuerte reproduce esta nota del maestro Cristóbal Díaz Ayala, publicada en nuestro sitio el pasado 17 de mayo. (Wilfredo Cancio Isla)

LUIS CARBONELL, LA POESIA EN LA DIETA DEL OCIO CUBANO

Por Cristóbal Díaz Ayala

Hace pocos años, el Museo de la Música de Cuba, viene publicando libros biográficos sobre músicos cubanos, algunos de los cuales tienen como editor a Radamés Giro, quien selecciona las vivencias y opiniones de varios escritores sobre una figura determinada. Aunque esto produce a veces repetición de la información brindada, tiene la enorme ventaja de ofrecernos visiones diferentes, agregar datos, en fin, darle más “carne” a la figura biografiada.

Así lo hace Giro en el libro El arte de Luis Carbonell, cubriendo la vida de este destacado artista. Comienza con una excelente ficha biográfica hecha por el profesor Raúl Fernández, y basada en la entrevista que él mismo hiciera a Carbonell en el Smithsonian Institute de Washington, en 1999. Le siguen 21 opiniones sobre el biografiado, de figuras importantes de Cuba, República Dominicana, Venezuela y España, que van agregando datos y evaluaciones importantes, al hombre que fue declamador, músico, maestro, escritor, y otras muchas actividades.

Es una historia fascinante la de este santiaguero universal, del triunfo del trabajo continuo, el deseo de superación y creación, junto a una humildad, modestia y bondad, incomparables.

Pintar con la voz

Como sabemos, este hombre -nacido en 1923- irrumpe de pronto en la televisión cubana declamando poemas de la negritud, en forma tal que pinta con su voz los personajes, para ser bueno el slogan de “El Acuarelista de la Poesía Antillana” con que se anunciaba.

Pero hay un aspecto del maestro que no se toca a fondo en el libro: su importancia para la discografía de la música cubana. Antes de él, la presencia del verso en discos cubanos, es casi inexistente: En 1907, la Edison lanza al mercado  ocho grabaciones bajo el acápite de “Recitaciones” hechas el año anterior en La Habana por los señores  Francisco Escarpenter, Benito Simancas y Antonio Hidalgo. Por los títulos, parecen haber sido humorísticas y tener que ver también con los negros: “Declaración de amor de un negro congo”, “El negro Domingo”, “Un meeting de raza” y “Carta de un isleño” entre otras.

CarbonellLibroNo aparece otra grabación de este tipo hasta que, en 1909, Gustavo Robreño graba para la Victor el disco V-62003, que aparece en catálogo como “poesía modernista”, tiulada A Chipre. La Victor va publicando de 1914 a 1918 varios discos del propio Robreño , que llaman “relato” de distintos episodios de la historia de Cuba. De todo esto solo hemos escuchado cuatro titulos: Fusilamiento de Plácido, Asalto a Güira de Melena, Combate del teatro Villanueva y Captura de un tren por el Coronel Aranguren.  El tono es más bien de simple lectura,  aunque pueden considerarse un lejano antecedente a los “cuentos”que hiciera muchos años después Carbonell.

Otro antecedente serían las grabaciones que hacen los artistas del teatro Alhambra entre 1907 a 1925, en que en monólogos y hasta diálogos humoristas, se usa el verso: anticipo de la obra que va a hacer Carbonell.

Van a pasar muchos años hasta que se haga un nuevo intento poético disquero: En 1928 la recitadora cubana Dalia Íñiguez graba el disco Victor V-46456  por las dos caras con fragmentos de obras de los Hnos. Quintero. Intentará nuevamente en 1939, con el disco Victor 82973, Al cerro Ancón, de Amelia Denis.

A la conquista del disco

Para los inicios de la década de los 50, ya Carbonell ha restaurado la poesía en la atención pública a nivel nacional, en radio y televisión. Pronto lo hará también en los shows que los cines de estreno deben tener, y también en cabarets. Pero hay otro campo que conquistar: los discos.

Es el dueño de un pequeño sello disquero, Mateo Sanmartín, quien se arriesga a grabarle un Lp en su sello Kubaney a Carbonell; lo titula Luis Carbonell en la poesía afroamericana, con una bella portada pintada por Andrés García, el respaldo musical de Numidia Vaillant al piano y el trío Los  Antillanos, y notas en la contraportada, del propio Carbonell. Aunque no contenía algunos de sus grandes triunfos en la televisión, el disco es un éxito.  Cuando sale el segundo, Estampas de Luis Carbonell, el éxito es rotundo, Ahí están poemas como “En el último cuarto hay son”, “Mi Habana” y “Los quince de Florita”.

Carbonell se había convertido en un artista disquero, o sea, que vendía discos. En el difícil mercado de la música popular cubana, tan competido, con tantas estrellas, este artífice rapidamente había conquistado un puesto de honor.

Desgraciadamente el libro trae su discografía en forma muy suscinta, y no incluye el nombre de los poemas que están en cada disco, y además, omite uno, el Areito 3324, Luis Carbonell en la poesía antillana. Años después, los discos cubrieron también su faceta de cuentista, con grandes éxitos.

Un lugar para la poesía

De pronto, había un lugar para la poesía entre los espectáculos preferidos por el público cubano: los declamadores  comenzaron a aparecer en radio, televisión y cabarets. Por supuesto, nadie se atrevió a usar el repertorio afroantillano en que Carbonell era rey absoluto; recitaban poesía amorosa y de otros estilos. Surgen figuras como Jorge Guerrero, que de locutor se convierte en declamador con decenas de discos; actores de la talla de Otto Sirgo, también graban poemas; y hasta el poeta José Angel Buesa, se atreve a grabar un LP como recitador de algunas de sus creaciones… Sin Carbonell, nada de esto hubiera sucedido.

Otra adición importantísima al fenómeno disqueril en Cuba, se lo debemos a Carbonell. La contraportada de los LP’s, en su parte superior, contenía la relación de los títulos incuídos en el disco, sus géneros musicales y sus autores; pero la parte inferior, contenían a veces párrafos insulsos sobre el artista grabado, con profusión de adjetivos, y poca sustancia. Las más de las veces, la casa disquera aprovechaba y colocaba la propaganda de otros discos del propio artista, u otros del mismo sello disquero.

Es Carbonell también quien va a revolucionar esto. Sus discos traen al dorso información  escrita por él, sobre los autores. Kubaney lo usa para que haga la misma labor en otros de sus discos con otros artistas,y también lo hará el sello Montilla. Carbonell estrena así en Cuba otra modalidad literaria menor, pero importante: la redacción de notas disqueras. No concebimos ahora un CD que no traiga literatura sobre lo grabado, pero eso, lo empezó Carbonell.

El libro trae también notas biográficas de los escritores. así como como una profusa sección de fotos. Un bello regalo para este querido, respetado y admirado artista.

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