Manolín, segunda oportunidad para estar encima de la bola

Manolin-displayPor Clive Rudd Fernández

Hace unas semanas escribí sobre el cantante Manuel González,  Manolín, el médico de la salsa, comparando su caso con la fábula del rey desnudo.

Mi premisa era que Manolín estaba comentando cosas que son obvias y que todos sabemos, como que en Cuba hay falta de libertades fundamentales, pero que deberíamos ir más allá de la queja.

Terminé con una afirmación y una pregunta: Sí, Manolín, el rey está desnudo. Pero nosotros también. ¿Y ahora qué hacemos?

Observando la trayectoria de Manolín en Cuba y ahora su (temporal) regreso a Miami para ofrecer un concierto el próximo viernes en el club The Place, en plena Pequeña Habana, el artista parece estar respondiendo por estos días a mi pregunta inicial.

Hay muchísimas cosas con las que discrepo de Manolín. Una de las más básicas es que ha dicho que si Fidel le devuelve sus derechos, él le cantaría un feliz cumpleaños en Cuba, olvidando a todos sus muertos y violaciones de los derechos humanos. Pero hay otras cosas en las que estoy muy de acuerdo con él.

Usurpación de los derechos

La más importante es que el país no solo nos lo han usurpado, sino que muchos de nosotros la pusimos fácil al salir corriendo, en lugar de quedarnos a disentir y a luchar por nuestros derechos.

Lo otro que me parece crucial es que él está utilizando esos pequeños espacios de libertad que el gobierno concede a cuenta gotas para reclamar sus derechos, aunque lo que más le interesa a Manolín no son precisamente la libertad de prensa o de sindicatos independientes, sino que no lo censuren en la radio y la televisión.

La utilización óptima de esas pequeñas grietas de libertad es la clave para poder derrumbar el muro de la dictadura. Pero para que eso funcione debemos tener el coraje de exigir lo que es nuestro abiertamente en cualquier foro donde tengamos espacio, ya sea en las redes sociales o en una calle de La Habana Vieja.

Hay que tener claro que ese es nuestro país y aunque muchos hayamos salido huyendo en busca de un futuro o por miedo a represión, Cuba es nuestra y no de la familia Castro.

Aunque durante muchos años el gobierno comunista nos haya llamado desertores, no lo somos. Son los jerarcas gubernamentales quienes desertaron del concepto de patria al instaurar una dictadura totalitaria en la nación cubana.

La ventana entreabierta

Lo más interesante de la entrevista de Manolín con Juan Manuel Cao en el programa El Espejo la pasada semana, fue que el cantante dio puntos de vistas que, como él sabe muy bien, no van a agradar a personas en ninguno de los dos espacios donde se dirime el dilema cubano: ni a sectores del exilio en Miami ni a la nomenclatura que detenta el poder en Cuba. Y para eso se necesita una dosis de coraje.

Me gustaría pensar en un escenario hipotético pero posible para los miles de compatriotas que han emigrado por diversas razones. ¿Qué pasaría si todos los cubanos que viven en el exilio y tienen permiso para entrar en Cuba utilizaran las pequeñas cuotas de cambio que el gobierno se ha visto obligado a conceder a sus ciudadanos para pedir más libertades en Cuba? ¿O si exigiéramos nuestros derechos y pidiéramos la salida del gobierno actual, como muy tímidamente lo ha hecho Manolin en sus declaraciones dentro de la isla?.

Es muy posible que el gobierno reaccione con represión y cierre algunas de las ventanas entreabiertas, o  tal vez muchos de nosotros tengamos que pagar con represalias contra nuestros familiares en la isla, pero también es posible que el resto de la población cubana despierte, se movilice, exija más derechos, porque la libertad es contagiosa y una vez que la llama se enciende, es muy difícil de apagarla.

La respuesta ante cada espacio de libertad que se abra, por pequeño que sea, debe ser ocuparlo, agarrarlo con ambas manos, utilizarlo al máximo y no dejarlo cerrar de nuevo. Aunque no concordemos con ciertas declaraciones de Manolín, no le regalemos Cuba por segunda vez al régimen dictatorial. Si usted ha decidido hacer uso de un derecho que nunca debió serle arrebatado y visita o decide radicarse en el país, haga uso de todos los pequeños espacios de autonomía entreaabiertos y no deje de comportarse como un individuo libre. Cambiar un país comienza con el primer paso de cambiar la mente y la actitud de sus ciudadanos.

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