Meme Solís, sin un reproche

Meme02-displayPor Luis Deulofeu

Hasta hace muy poco, mi recuerdo del cuarteto Los Meme era en blanco y negro. Y muy borroso. Y es que en el Entronque de carreteras pinareñas donde nací, había solo tres televisores “de cuando el capitalismo”. Por suerte, uno de ellos era de mi vecina. Pero, además, yo tenía dos hermanos que eran tremendos pepillos. Desde mi portal, los veía asomados por las persianas de la casa de al lado, viendo los programas musicales que venían después del noticiero. Así fue como empezaron a sonarme Los Meme en su última edición: con la impresionante Farah María, los bellos Héctor Téllez y Miguel Ángel Piña, y el altísimo y apuesto Meme Solís, su creador.

Mis hermanos eran todo lo que yo quería ser y me encantaban sus pantalones campana, sus camisas bien entalladas con pinzas y sus pelos largos con la raya al lado y sendos pies de patillas anchos y frondosos. Cantaban a escondidas las canciones de los Beatles, pero públicamente se sabían todas las de Los Meme. Disfrutaban a tope aquellas coreografías tan pop y futuristas para aquellos años. En el Entronque nos sentíamos de lo más modernos viendo a Los Meme.

La otra imagen que yo tenía del cuarteto, también en blanco y negro, adornaba la portada de uno de aquellos cancioneros que los guajiros pepillos se pasaban de mano en mano, como en España los cromos. Era la pieza clave para los domingos de chaparrones. Las chiquitas del pueblo  venían a cantar con ellos en el portal y, cancionero en mano, pasaban el día dándose tremendo sillón. Así, entre numerito y numerito de Los Meme, ellos les “tallaban” a ellas. Pero de repente, como en el cine, se hizo un fundido a negro o, más bien, a verde olivo. ¡Zas! Los Meme desaparecieron de la retina de los viejos televisores americanos y, en poco tiempo, de la memoria de los guajiros pepillos.

En blanco y negro

Tampoco reaparecieron en el nuevo aparato soviético, también en blanco y negro, que un día ‘aterrizó´’ en la sala de mi casa como llegado en un Sputnik. Los entronqueños empezamos a dejar de sentirnos  tan modernos. Con el tiempo, veríamos reaparecer a los ex Meme por separado, pero del padre artístico de estos nuevos solistas, ni rastro. Era como si a Meme Solís, el compositor de aquellas canciones tan pepillas, el director de aquel coro de voces que juntas y bajo su talento marcaron un antes y un después en la música cubana, se lo hubiese tragado la tierra. Entonces empezaron a regarse bolas de todo tipo: que si se fue del país, que si lo tronaron por una cosa o por la otra o por todas a la vez… Hasta que, con el tiempo, muchos llegásemos a pensar en él como se piensa en los muertos. De alguna manera, Meme Solís ha sido el Sugar men del panorama musical cubano.

Hoy, 25 años después de aquel fade a una oscuridad y un olvido forzados, el azar y unos amigos comunes me han sentado frente a este artista… He aquí que estoy a punto de darle la mano a Meme Solís, el compositor; a Meme Solís, el pianista; a Meme Solís, el director de voces; a Meme Solís, el intérprete…

¿Cómo preferirá que lo considere?, me pregunto para mis adentros, mientras espero mi turno en la ronda de presentaciones. “Todo, yo soy todo eso que casi tú no recuerdas. Yo tengo que hacerlo todo porque si no, no me siento bien. Necesito cantar, tocar, dirigir, hacerlo todo…”, me suelta a bocajarro.

Mi resucitado y magnífico Meme está en plena forma. Enseguida me invita a su concierto del sábado 13 de diciembre, aquí en Madrid. Es el tercero de esta temporada española. Viene de tocar, cantar… de darlo todo, como le gusta a él, en Vigo y Santander. Lo miro con detenimiento y pienso en mis hermanos y en el Entronque… ¡Si me vieran! Pero este Meme no es aquel en blanco y negro que conocimos entonces. Este Meme es en colores. Está lleno de matices. Resulta tan cercano, que enseguida se me quita la guajirá y nos ponemos a hablar como cotorras. Meme se entrega sin tapujos.

Aprovecho el aparte que vamos haciendo casi sin darnos cuenta y y lo cojo a lo cortico para que me suelte algo de todo eso que nunca supe: su repentina desaparición de la escena cubana en el momento en que su cuarteto era símbolo de nuestra modernidad; su vida de tronado durante aquel largo silencio, su salida de Cuba, su llegada a aquel Madrid y su concierto en este de hoy, sus nostalgias y, por supuesto, sus reproches.

Un silencio verde olivo

“Mira, desde 1959, yo siempre me quise ir de Cuba, pero me fui embullando con el éxito del cuarteto y me fui quedando… Hasta que me presionaron para que me integrara en la revolución y dije que no. Por eso siempre digo que a mí no me ‘dimitieron’, fui yo quien dimití al negarme a ser un… integrado. Ahí fue cuando empezaron a quitarme de todas partes. Dale que te dale, hasta desaparecer de la radio, de los clubes, de los teatros y de la televisión. No me volviste a ver ni oíste hablar más de mí porque  me mandaron a trabajar a una fábrica de cartón. Allí duré unos cuántos meses, hasta que un gran amigo, revolucionario él, pero un gran Amigo, y fíjate que lo digo con letras así de grandes…, y ponlo ahí con nombre y apellido: Felipe Yaudi, habló con Celia Sánchez y le dijo que cómo era posible que Meme Solís estuviera en una fábrica. Y le dijo que esa era la locura más grande del mundo. Entonces me sacaron de allí y me metieron en la oficina de estadísticas de este amigo. Para que tú veas, aprendí estadística y todo, pero en poco tiempo Celia dijo que ella quería que empezara en algo relacionado con la música. Ahí fue cuando me mandó para las playas del este con esta acotación: Respetando los deseos que él tiene de irse y para que esté allí hasta que la revolución decida cuándo se puede ir”.

Enseguida me llama la atención en Meme su vitalidad, su gracia, su ecuanimidad, su mirada dulce a pesar de las amarguras que lo forzaron a vivir. De alguna manera, aquel “Bebé”, como lo bautizara y le siguiera llamando su “descubridora” Olga Guillot, no ha desaparecido del todo. Hay algo de niño feliz en la bulla de su alegría. En su amor por la música y por la vida. Meme colorea también cuando habla.

Condenado a la sombra

Cual demiurgo en la sombra, este maestro nuestro, este hacedor no solo de canciones y música, sino de artistas, fue obligado a permanecer en la sombra en 1969. No quiso integrarse en la revolución y, por tanto, no podría seguir compartiendo su arte con su público. Aún pagando ese alto precio para cualquier artista, el de ser silenciado, se negó a ser lo que no era. Se negó a mentir y a dejar de ser coherente con sus ideas. No ha sido hasta más de cuarenta años después, cuando decidieron considerarlo un “emigrante recuperable”, que se volviera a hablar oficialmente en Cuba de Meme Solís. En 2013 autorizaron un homenaje en el teatro América conocido como Otro Amanecer: la música de Meme Solís en las voces de los principales intérpretes de Cuba. La última vez que los cubanos lo habían visto actuar en la televisión cubana, fue en un programa con Rosita Fornés y Armando Bianchi, por allá por 1967.

Sigo insistiendo en ese enorme intervalo de silencio verde olivo: “En Playas del Este fui nombrado jefe de los espectáculos de los cabarets de esa zona de La Habana. En Cuba en esos años, todo los shows pretendían ser un Tropicana chiquito. ¿Acaso porque tenían dos matas en el escenario? Me dije, no, qué va… y metí toda mi energía en cambiar eso. Quería hacer cosas diferentes, más creativas, que me servían a su vez para olvidarme de lo demás.” Lo demás es que le habían prohibido tocar y cantar frente al público cubano. “Hasta que una madrugada, casi diez años después, llegó al cabaret del Atlántico el comandante Guillermo García Frías. Preguntó la hora en que salía a cantar Meme Solís y le dijeron que a ninguna. Se asombró, dijo que llevaba una delegación de mujeres de Perú, que querían escucharme. Me mandó a buscar y fui a su mesa y le dije que yo solo era el director del lugar, que tenía órdenes de no cantar. Quiso saber de quién era esa orden y le dije que de mi jefa más inmediata, la Sra. Edith Romagosa, que trabajaba directamente con Celia Sánchez. Mandó a uno de sus escoltas a buscar a Edith a esa hora de la madrugada y la pobre… la sacaron de la cama para que autorizara mi actuación. Nadie se podía creer aquella orden, dada un poco a grito pelao: ¡Saquen el piano para que cante Meme Solís!”

Del absurdo nuestro de cada día

¿Eso significó un resurgimiento?

“¿Un resurgimiento?…, sí, puede decirse así, pero fue algo tímido. A partir de ahí pude volver a actuar, aunque solo para las delegaciones extranjeras… Era un poco absurdo porque a esas delegaciones no les importaba quien tocara en aquellos shows. No sabían ni quién era yo, muchacho, a ellos les daba lo mismo Meme Solís que Juana Bacallao… Pero de lo que se trataba era de impedir a toda costa que yo estuviera en contacto directo con el público de Cuba…”

Debió ser duro para usted, viniendo de una etapa de tanta popularidad y  reconocimiento…

“Sí, esa etapa anterior con Los Meme fue la más popular, sin embargo, fíjate, pienso que las mejores canciones me salieron en esa otra que estuve prohibido”. ¿Por qué piensa que ha sido así? “Ay, chico, ya, no me trates más de usted, acaba de tutearme, viejo, anda, déjate de boberías”… Se lo agradezco y me echo a reír, pero siento que me pongo colorao como un tomate. Meme ríe conmigo y me riega el pelo con una caricia amistosa. “Claro, viejo, ¿qué bobería es esa?, suéltate los ariques, guajiro, anda, que yo tampoco soy habanero, acuérdate que nací en Mayajigua. ¡Yo soy tan guajiro como tú!… No, mira, ahora en serio, te decía que quizás esas canciones escritas en la época en que estaba prohibido, llevan un sentimiento más fuerte… La etapa de Los Meme sin duda había sido una etapa muy bonita. Imagínate lo que es hacer seis shows diarios, ¡seis espectáculos día tras día! Íbamos corriendo de Tropicana al Riviera y de ahí al Teatro Musical de La Habana, para después ir a descargar en varios de los mejores clubes de la época. Era una locura, pero una locura feliz. Y además de ese ritmo de trabajo en los escenarios de toda La Habana, hacíamos televisión, ¡imagínate tú como era aquello!…”

Sentado frente al piano

Meme Solís lleva la música dentro y eso no ha podido quitárselo nadie. Cuando mejor se siente y más se explaya es sentado frente a un piano. “¡Tengo tantas anécdotas que contar, Luis Orlando, tantas y tantas anécdotas!”, me dice sonriendo y tocando, y pienso enseguida en el tremendo documental que aún se le debe a este artista, a este hombre. “¡Son tantos recuerdos, tantas canciones, tanta gente bella que ha pasado por mi vida!”

Suspira de nuevo, toca unos acordes y me mira con picardía. Coco, su inseparable mascota, un Bichón maltés, está también en Madrid. Aunque es muy celoso y vigila a todos los que nos acercamos a su dueño, se me sube encima. Meme se alegra mucho más: “¡Coco te quiere! Eso significa que ya eres un miembro más en esta familia, es él quien lo decide”. Nos reímos, brindamos, y Coco se deja acariciar todo lo que me da la gana.

Durante esa época de silencio hacia tu verdadero público, el cubano, ¿qué otras cosas te dejaron hacer?

“Pude hacer alguna cosita suelta, aunque a veces ni siquiera aparecía mi nombre. Me llamó Condal, que iba a dirigir el espectáculo La Fornés Tridimensional, y me propuso ser su director artístico. Pero no fue solo eso, me permitieron ser el director artístico del propio Tropicana y del Copa del Riviera…”

¿Sabiéndose tu intención de irte del país?

“Sí… Ah, y con contrato y todo, ¡eh! Me pagaban de todos esos lados a la vez hasta que a alguien le molestó y dijo: ‘¡pero y eso qué es!, ¿cómo un tipo que se va del país va a ganar tanto dinero?’”

Un nuevo resplandor

¿Y tus canciones no se seguían escuchando en las voces de otros cantantes?

“Sí, en realidad podría decirse que mis canciones nunca han dejado de escucharse en Cuba. Muchas, incluso clandestinamente. Pero hubo también dos estrenos míos como compositor durante ese tiempo de oscuridad oficial:  Un nuevo resplandor, que la estrenó Ela Calvo en el teatro Amadeo Roldán… ¡Aquello fue una explosión!…”

Meme gesticula entusiasmado: “…Ela tenía que actuar allí con Elena, Moraima y no recuerdo si también Omara, y me dijo: ‘Meme, me siento desvalida ante estos monstruos, no sé lo que voy a hacer’… Entonces le ofrecí esa canción. La había escrito hacía poco. ¡La negra acabó! Ela Calvo acabó en ese espectáculo. Tuvo que cantar mi nuevo resplandor dos veces en el mismo show. Eso sí, sin decirse nunca públicamente que el autor era yo”.

¿Y Sin un reproche la compusiste también estando vetado?

“Sí, ese fue el otro estreno…”

Te pregunto por esa canción específicamente porque al conocer ahora todo lo que te pasó, uno se da cuenta enseguida de que su letra te viene como anillo al dedo… Aunque sea una canción de amor…

“Espera, después te explico eso, pero antes te hago bien la historia de esa canción… Rosita Fornés fue la primera persona a la que le enseñé Sin un reproche y se arrebató. Hasta lloró al leer la letra. Se la aprendió allí mismo en su casa y fue corriendo a decirle a Condal que ya sabía la canción que iba a estrenar en la Tridimensional. Condal la escuchó y le dijo: ‘Pues dale’”.

Meme se queda pensativo sin quitarme los ojos de encima… “Y lo que tú dices de que a pesar de ser una canción de amor, puede ser algo más, lo es, lo es y mucho. Sin un reproche tiene una carga muy simbólica en relación con las cosas que me han ido pasando… Es una canción de amor, pero efectivamente, no fue escrita para ningún amor. Ponlo ahí también”.

Salida de Cuba

“Mi nombre estaba en una lista en la que aparecían algunos ex presos políticos… Nombres que llegaron a manos de Fidel Castro en una carta en forma de petición, como de una amnistía, vaya, de parte del presidente español Felipe González. Le estaré siempre muy agradecido, me devolvió la vida de alguna manera. Pero mira, hay una cosita que quisiera agregarte ahí, es sobre una persona fundamental en esas gestiones de mi salida, se trata de Maribí Alonso. Nos habíamos casado en La Habana y ella, ya fuera de Cuba, movió cielo y tierra para que me sacaran, hasta que logró llegar a González y hasta a Yves Montand, el actor francés, que en aquellos momentos era de los derechos humanos… Ella tocó todas las puertas, sin su empeño nada de eso habría sido posible, por eso quiero hacer esta mención a ella”.

El Madrid de 1987

“Fue una locura. Un reencuentro con mucha gente que vino de Miami a verme. Todos los días tenía algo, enseguida empecé a trabajar en Madrid. Inauguré una sala preciosa, en la que cabían 300 personas, y yo la llenaba todos los días. Había una comunidad cubana en aquel momento en Madrid que me conocía, y aquello se llenaba de cubanos. Después fue llenándose de españoles. Solo descansábamos los domingos, hasta que el dueño me dijo: ‘¿Tú crees que puedes trabajar también los domingos?’ Le dije que sí, pues yo quería trabajar todos los días. Amo lo que hago, disfruto tocando, cantando, componiendo”…

Y es que para Meme Solís, la música es su vida, no su trabajo.

Concierto en el Madrid del 2014

Y un trozo de todas esas vidas vividas es lo que viene a ofrecernos Meme este sábado 13 de diciembre, en el legendario Ateneo de Madrid. Pero no estará solo: “Actuaré con Alina Sánchez, que ha trabajado mucho conmigo en España. Estará también Gema Castaño, una excelente cantante de musicales muy conocidos y con mucho éxito en Madrid, como Los Miserables, El hombre de la mancha… De Miami viene para cantar conmigo, Ana María Perera, que es una pianista fabulosa y una cantante de primera. Y estará también un muchacho español, Juan Dorá, que va a hacer una canción mía muy difícil, que se titula Todo, todo. La vamos a cantar juntos. Le queda muy linda. También va a hacer mi versión de A mi manera, que ya hizo Annia Linares en su momento en Cuba. Hay muchas otras sorpresas en este concierto… Mira, Otro amanecer lo voy a montar a cinco voces con todos ellos”.

Va a ser emocionante, me digo para mis adentros y pienso en mis hermanos guajiros ex pepillos.

“La única nostalgia que yo pueda tener en realidad es del pueblo de Cuba que, a pesar de tanto tiempo y tantas cosas pasadas, de tanta distancia, aún me quiere. Tengo nostalgia de los muchos afectos que mantengo allí. Sin embargo, no tengo nostalgias de las cosas de Cuba. No me acuerdo del mar ni del malecón. Sinceramente, no extraño nada de eso. Yo tengo nostalgia de la gente, de esa parte de mi público que sigue allí”.

Sin un reproche

“Eso se ha dado solo. Es una cosa mía, algo que ha salido así y ya, no lo he forzado, quizás porque no me gustan los rencores. El rencor amarga a la gente, les quita vida y las enferma. Yo quiero vivir todo el tiempo que pueda vivir como estoy, trabajando. Me gusta mi trabajo y lo disfruto como he disfrutado ahora en Santander, viendo a la gente de pie, pidiéndome otra y otra… Estuve cerca de tres horas y media tocando y cantando… Eso es lo que me hace vivir. No puedo estar pensando en que me hicieron esto o lo otro. Tampoco es que lo haya olvidado, eso no se puede olvidar, pero son más las satisfacciones que he tenido desde que salí de Cuba que las cosas malas que me pasaron allí”.

¿Has perdonado?

“Chico, el perdón es una cosa preciosa. Perdonar es lo más lindo que hay en el mundo. No que te tengan que pedir perdón, no, me refiero a poder perdonar desde dentro de uno mismo. Perdonar me da vida a mí. Por eso he podido a vivir sin un reproche”.

Meme Solís en Concierto. Ateneo de Madrid, sábado 13 de diciembre, 8:30 p.m.. Entradas en el (618) 237-526

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