El año de los cubanos en el béisbol de Japón

peloterosPor Alberto Aguila

El 2014 hará historia en relación con la presencia de jugadores cubanos en el béisbol profesional de Japón, imbuido por la buena racha de los nuestros -desertores y no desertores de los equipos nacionales- durante las últimas temporadas de Grandes Ligas.

El matancero Michel Abreu, encabeza la lista de cuatro cubanos que jugarán en La Liga Japonesa de Béisbol, fijada para comenzar el próximo 28 de marzo.

Abreu, toda una sensación al terminar de lider en jonrones (31) en Liga del Pacífico y segundo en impulsadas (95) en el 2013, regresa con Hokkaido Nippon Ham Fighters, equipo con el que ganará unos $96,000 dólares en cada uno de los seis meses de la campaña, cifra superior a los $40,000 de la lid anterior.

La formidable actuación del yumurino, de 37 años, seleccionado por la prensa nipona como el mejor bateador designado del circuito del Pacifico, también le abrió las puertas de la pelota nipona a otros tres compatriotas suyos.

Anderson, adiós a Tampa

La más reciente de las adquisiciones cubanas en la pelota japonesa fue la del camagüeyano Leslie Anderson, relegado durante varias temporadas de espera por la franquicia de los Rays de Tampa Bay.

Anderson estará con el Yomiuri Giants de la Liga Central, después de tener un buen desempeño en Venezuela durante la etapa invernal, y cuatro temporadas completas con el Durham,Triple A, sucursal de los Rays de Tampa, donde acumuló un porcentaje de 295 en 386 juegos, con 43 cuadrangulares y 208 impulsadas.

Con antelación, ya tenían contratos asegurados el pinareño Juan Miguel Miranda, con el mismo conjunto que Abreu, y poco después estampó su firma Bárbaro Cañizares, quien estará en el Fukuoka SoftBank Hawks.

Todos los integrantes de este cuarteto criollo ya tienen experiencia por más de tres años en circuitos profesionales, y fueron escogidos por sus resultados y pericia frente a diferentes tipos de lanzadores, sin olvidar que los nipones no pasan por alto la seriedad demostrada por ellos dentro y fuera del terreno.

La migaja cubana

En septiembre del 2013, el gobierno cubano autorizó que sus atletas pudieran ser contratados por equipos de ligas extranjeras, pero por lo pronto los gerentes de los clubes japoneses han preferido a estos cuatro toleteros, que demostraron su valía con antelación en las las Series Nacionales, pero que no dependen de ningún organismo oficial, como el Instituto Nacional de Deportes (INDER), y que pueden ser contratados sin intervención de ninguna entidad gubernnamental. Si algo han probado los japoneses es sabiduría como para no dejarse arrastrar por cantos de sirena.

Y aunque Cuba ha lanzado la medida, está por ver todavía el funcionamiento, el desempeño y la inserción real en las ligas profesionales de los peloteros cubanos que, en última instancia, siguen atados al cordón umbilical de la Federación Cubana de Béisbol y al voluntarismo de personajes como Higinio Vélez.

Y eso que desde finales del 2012, el mánager de la selección cubana, Víctor Mesa, anunció el interés de las autoridades deportivas para que peloteros de la isla jueguen en la liga profesional japonesa, y dejó entrever que existen desde hace tiempo conversaciones tras bambalinas para materializar esa alternativa.

No hay dudas que los directivos japoneses van a conversar y a escuchar. Pero la firma del papelito es otra cosa, y eso deben entenderlo Mesa, Velez y los muchachos del INDER.

Los dirigentes nipones también han tomando en cuenta que los mejores bateadores de las selecciones nacionales no han podido descifrar el pitcheo japonés en las últimas confrontaciones en las que equipos de ambos países se las han visto frente a frente.

El Niño Linares, el precursor

En la historia de la pelota japonesa de los últimos 50 años, solo el estelar Omar Linares logró jugar allí con el beneplácito (valga decir el permiso consultado al más alto nivel)  de las autoridades deportivas cubanas. Fue en el 2002, cuando a sus 35 años defendió el estandarte de los Dragones de Chunichi, equipo que lo acogió hasta el 2005.

Tras la incursión de Linares en tierras del Lejano Oriente, aparecieron en el escenario beisbolero japonés jugadores como Antonio Pacheco, Orestes Kindelán, Luis Ulacia y German Mesa, pero sin llegar a la exigente liga profesional.

El torneo japonés consta de 144 partidos para cada contendiente (18 menos que el torneo de Grandes Ligas en Estados Unidos). Son seis equipos en cada liga y la fase de entrenamiento arrancará el venidero 1 de febrero. Un par de semanas después se iniciará el calendario de juegos de preparación, previos a la apertura oficial de la temprada, el 28 de marzo.

El béisbol japonés -el segundo más poderoso, técnico y estabilizado del mundo- se nutre de sus mejores jugadores nativos, con refuerzos de otros países, generalmente de atletas que no permanecen en Grandes Ligas norteamericanas y de otros que han mostrado éxitos recientes. Algunos periodistas deportivos consideran que sus campeonatos son superiores a los de la Triple A norteamericana y que bien pueden llamarse una categoría Cuarta A.

Por lo pronto, los cubanos han comenzado a sentar sus reales en los estadios y en la cultura beisbolera de la gran nación nipona.

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