Serie del Caribe: Lecciones urgentes en el páramo cubano

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Villa Clara, con Víctor Mesa (32) de jefe técnico en la Serie del Caribe.

Por Alberto Aguila

Del aldabonazo que recibió Villa Clara en la recién concluida 56 Serie del Caribe, a pesar de sus refuerzos del team Cuba, se ha comentado en estos días más que de la debacle cubana en el Clásico Mundial del 2013, quizás porque en esta ocasión se pregonaba un posible triunfo del elenco cubano.

Villa Clara llegó a Isla Margarita desconociendo a sus rivales -de la misma manera que sus contendientes no conocían ni una pizca del campeón nacional. El argumento de que los nuestros estaban en desventaja por no tener bagaje suficiente sobre los conjuntos en liza es completamente falaz.

Los 53 años de ausencia de Cuba del torneo regional no tiene que ver específicamente con el rendimiento de Villa Clara si nuestra pelota hubiera estado actualizándose -técnicamente hablando- a través del fogueo internacional en otras latitudes, o nuestros peloteros formaran parte de la normalidad del universo deportivo en el orbe. Pero ya sabemos que no es así.

Resalta en este ajuste de cuentas a los descuartizados villaclareños el agravio de sus seguidores por la pobre actuación en el torneo. Una gran parte de los foristas que frecuenan los sitios digitales, en Cuba y en el extranjero, consideran que la culpa completa le pertenecía a Higinio Vélez y Víctor Mesa, dos de los dirigentes máximos de la pelota cubana, mientras que otros apuntan a las deserciones de los peloteros, y casi todos a la merma de la calidad en nuestro pasatiempo nacional.

El tiempo que se fue

Pero para poner las cosas en perspectiva, los males de la pelota cubana no los trajeron ni Vélez ni Mesa. Desenterrar la pelota profesional cubana, después de 50 años de su defunción, no es tarea de meses: se necesita mucho tiempo para oxigenarla y sintonizar el ritmo de los tiempos. Seamos justos, porque cuando ocurrió el “velorio” de la pelota profesional,  Vélez tenía 15 años y Mesa, nació dos años después.

A partir de 1999, cuando las máximas autoridades internacionales acordaron la existencia de “un solo béisbol”, sea profesional o amateur, se han hecho numerosas sugerencias y proposiciones, para que nuestro deporte nacional se adapte a las nuevas circunstancias y mejore su nivel, que actualmente es bajo en comparación con aquellos conjuntos de los 70 y los 80.

Y no me cansaré de repetir algunas propuestas que considero esenciales para salir del huevco.

La pelota profesional no debe estar regenteada por el Estado o Gobierno. En Japón y Corea del Sur y otros países, los equipos pertenecen a empresas, corporaciones o grupo de inversionistas. Japón, por ejemplo, tiene 123 millones de habitantes y 12 equipos que juegan 144 juegos cada uno; Corea del Sur, con 50 millones de personas, posee seis conjuntos con calendario de 133 partidos para cada uno. México cuenta con 118 millones y ocho novenas, y Venezuela con 30 millones, tiene seis equipos.

Vuelco total

En la isla hay que darle un vuelco total a la pelota e iniciar cuanto antes la Liga Cubana Profesional, con cuatro equipos de 30 jugadores y no más de seis, repartidos equitativamente en un primer torneo de octubre a enero. En el verano se disputaría la Serie Nacional con ocho selecciones, y los más destacados podrían ser llamados al torneo invernal.

Resolver las discrepancias entre Estados Unidos y Cuba es una cuestión vital para lograr el regreso normal de los peloteros cubanos a organizaciones norteamericanas, pero eso ya cae en asuntos de la política y en las restricciones del embargo. Alguna vez tendrá que suceder, por decantación natural y cambio de política, pero mientras tanto no ocurra no estaremos en plena capacidad de competencia a niveles internacionales.

Amén de que Cuba haya dictado regulaciones para admitir el profesionalismo, incluir algunos jugadores en la Liga Veracruzana no significa nada para nuestro béisbol, debido a que la mayoría de los que allí juegan, ni siquiera hacen equipo en las Ligas Mexicanas de verano e invierno.

Conservar 16 equipos -como tiene la Serie Nacional cubana- es una idea descabellada, que ocasiona gastos e incovenientes de todo tipo y reduce al mínimo la calidad del espectáculo. Recordemos lo que significaron, a partir de 1976, aquellas Series Selectivas con seis agrupaciones y que tantas huellas dejaron en el béisbol nacional y en las mentes de sus seguidores.

Quiero finalmente recordar que durante las primeras series nacionales y partir de 1962, un grupo numeroso de entrenadores y ex jugadores profesionales contribuyeron a enseñar y pulir a las figuras -hoy retiradas- que dieron lustre y conquistas a los equipos provinciales y nacionales. No cabe la menor duda de que la pelota cubana está urgida de actualizarse a través de entrenadores, ya sean nacionales o extranjeros, de primer nivel.

Lección mexicana

Con la victoria de México (Naranjeros de Hermosillo) sobre Puerto Rico (Indios de Mayaguez) 7×1 en el juego por las medallas de oro, concluyó la Serie del Caribe 2014. El avance mexicano debe ser también otra lección para las autoridades cubanas, respecto a cómo se fortalece un deporte a partir de la apertura hacia el y la participación de jugadores foráneos. En tiempos de la globalización – y por mucho que le arda a los talibánicos comentaristas que todavía respiran en la prensa oficial cubana- es un absurdo mantener a ultranza torneos nacionales “descontaminados” de la participación de atletas de otras latitudes y territorios.

Si ya hay jugadores de otras provincilas que refuerzan los equipos finalistas de las últimas series nacionales, no debe continuarse el prurito de no aceptar peloteros al menos de la región caribeña. Empecemos -es una idea- con peloteros venezolanos, si es que se trata de un asunto de “afinidades” y tal vez esta “colaboración” pudiera ser parte de los tantos y tantos acuerdos que tienen establecidos La Habana y Caracas.

Y terminemos por integrar a los que se fueron y no tengan rechazo a hacerlo. Me resultó más que estimulante ver los desempeños del antesalista Adonis García con los Navegantes de Magallanes, la eficiente labor de Yunieski Maya desde la lomita de los Tigres del Licey y a Yuneski Sánchez, tercera base de los Naranjeros e incluido en el Todos Estrellas de la Serie del Caribe (también los villaclarenos Ramón Lunar y Yunet Flores fueron incluidos en el All Stars del torneo).

De todas estas lecciones debe sacar algo provechoso la pelota cubana. La próxima edición de la Serie del Caribe es en Puerto Rico y ya Juan Francisco Puello Herrera, presidente de la Confederación de Béisbol del Caribe, anunció que se iniciarían los trámites ante el Departamento de Estado para garantizar la presencia cubana allí. Y ojalá que nos vaya mejor que en Isla Margarita.

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