En la despedida de Alejandro Barrios: Palabras con amor de padre

AlejandroCorona-displayEl padre de Alejandro Barrios Martínez, joven cubano fallecido en la masacre de Orlando, nos ha hecho llegar estas sentidas palabras en la despedida de su hijo. El último adiós a Alejandro, sepultado este sábado en Orlando, estuvo matizado por la presencia de la cantante Olga Tañón, a quien el joven admiraba y soñaba con conocer personalmente. El canto de Olga en el funeral fue un tributo póstumo que vino a cumplir los sueños de Alejandro.
MI HIJO TUVO LOS MISMOS SUEÑOS QUE YO TUVE
Por Saúl Barrios
Agradezco a todos los amigos, a mis compañeros de trabajo que han venido a la casa, y todas las personas que de una forma u otra me han hecho llegar el más sentido pésame.
Mi hijo tuvo los mismos sueños que yo tuve. Alejandro, como yo, llegó a este país para cambiar la historia de su vida, para salir adelante, para construir su proyecto de felicidad. Nunca tuvimos nada material donde nacimos, pero sí el amor tremendo de una familia humilde fogueada en la sobrevivencia del día a día. La Florida era el escenario desde donde comenzábamos, recién, a retribuir tanto esfuerzo. Fuimos llegando de a poco. El último en aterrizar fue mi hijo Alejandro, en el 2014. Sin embargo, como ha visto el mundo entero, sin que lo buscáremos y sin que lo imagináramos, esta historia de emprendimiento (transversal a casi todas las familias cubanas), se convirtió en una tragedia de dolor, en un drama colectivo, en una rabia y angustia eterna.
¿Cómo sigue este camino? Yo no lo sé. Uno está preparado para cualquier cosa menos para la muerte de un hijo, en cualquier circunstancia; menos lo vamos a estar para una masacre como la que ocurrió. Él no salió a buscar la muerte, a él le arrebataron vil y cobardemente su futuro. Él no estaba haciendo nada que justificara este nivel de maldad humana. Él estaba feliz, enamorado, con sueños, riendo, con amigos celebrando que estaba comenzando a construir la vida que él quería y como la quería.

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Alejandro Barrios Martínez (1995-2016)


Quiero dejar claramente dicho, y aunque él nunca lo dudó y siempre lo supo, que quise a mi hijo con locura, que su llegada al mundo fue la primera gran bendición de mi vida, que siempre estuvimos cerca y que cuando estuvimos separados geográficamente ansiábamos que el tiempo pasara rápidamente. ¿Qué hijo no tiene diferencias con su padre? Puede ser incluso que alguna vez no compartimos algunas determinaciones; sin embargo, mi corazón, mis manos y mi cuerpo siempre estuvieron a su disposición, como yo sé que él lo estaba para mí. Entre Alejandro y yo, y de manera mutua, sólo hubo amor incondicional, como lo tengo con mi otra hija en nombre de la cual, he sacado las fuerzas para estar de pie.
Las puertas de mi casa y de mi corazón nunca se cerraron para prohibirle salir, pero siempre, siempre siempre, estuvieron abiertas para que entrara, cuando quisiera, como quisiera y por lo que quisiera.
La madre de Alejandro y yo queremos agradecer públicamente tanto amor de la gente, tanta misericordia, tanta ayuda, tanta palabra de aliento y energía positiva.
Queremos agradecer:

  • A mi esposa que sin ser la madre de Alejandro lo amó intensamente y me ha acompañado en estos dolorosos días, siendo un puntal imprescindible para mi hija y para mí.
  • A mi hija, por haber sacado tanta fuerza… Aquí estoy -hija- cada vez que estés a punto de derrumbarte. No hay nada malo en vivir la pena por la ida de ese hermano que amaste y que te amó. ¡Tú lo sabes!
  • A mi madre, por haber sobrevivido a esta tragedia con valentía y por estar soportando estoicamente estos interminables días. Y porque a pesar de sus enfermedades y arrugas, Alejandro se fue feliz por tanta entrega y amor que recibió de ti, “Yayita”.
  • A Orquídea, la madre de Alejandro, por estar aquí compartiendo unidos el dolor por la pérdida de nuestro hijo.
  • A la familia que nos ha acompañado en La Florida desde aquel domingo de dolor que destrozó mi vida.
  • A la familia que desde Cuba ha llorado la muerte de su nieto, sobrino, primo y que lo ha acompañado con sus fotos, santos y velas.
  • A Aday Suárez Molina, la pareja de mi hijo. Porque a pesar de que el tiempo alcanzó para poco, con él Alejandro fue inmensamente feliz. Mi hijo también –lo sé- lo amó a él hasta el último minuto, hasta el último mensaje que pudo enviar. Por algo, Aday, los mensajes fueron para ti. Hasta el último minuto, aún rodeado de sangre, gritos y miedos se refugió en el amor.
  • A todos los vecinos que han llenado la casa de mi madre para expresar tanta pena colectiva.
  • A mis amigos del Barrio de Bayate donde nací y crecí, que se han preocupado en todo momento.
  • A la comunidad y a las organizaciones e instituciones sociales en La Florida.
  • A los funcionarios, rescatistas y policías de la ciudad de Orlando.
  • A los políticos que intercedieron para que su madre esté aquí acompañado el cuerpo de su único hijo.
  • A la Embajada de los Estados Unidos en La Habana, por la empatía mostrada al entregar rápidamente la visa a su madre.
  • A las personas comunes y corrientes, como Alejando y como nosotros, que se han acercado y preguntado todo el tiempo cómo colaborar.
  • A los desconocidos que han vivido este dolor como suyo y que han llenado las páginas de internet y las redes sociales con su repudio a esta matanza donde se truncó la vida de tantas personas, entre ellas la de mi hijo con sólo 21 años. Muchas gracias por tantos mensajes y tantas palabras hermosas que nos han dado fuerzas.


Quiero mandar también un abrazo a los padres y familias que, como yo, hoy lloran la muerte de las otras 48 víctimas de la discoteca de Orlando. Con ellos mi solidaridad. Nadie como nosotros en estos momentos para saber cómo se sienten y cómo viven esta pérdida irreparable.
Quiero disculparme con los medios de comunicación, por no querer aparecer y dar declaraciones. Quiero agradecer incluso la ayuda de algunos de ellos que intercedieron y apoyaron. Todavía sigo creyendo que de nada sirve que hable, más que lo que ahora estoy diciendo. Todavía hoy no tengo respuestas para casi nada nada. Estamos llenos de preguntas y de incertidumbres. La única triste certeza es que nos arrebataron a Alejandro Barrios Martínez.
Y por último quiero hablarte a ti, hijo mío. Tu hermana, tu madre, tu abuela, tus tíos y tías, tus primos y primas, toda tu familia, tus amigos, tus vecinos no te olvidarán. Será imposible. El poco tiempo que estuviste de paso en la tierra fue inolvidable, fue una dicha, una fiesta como las que te gustaban, un canto de esperanza como los que cantabas. Seremos fuertes por ti y por los que quieres. Perdóname por no haber estado allí ese día y no haber puesto el pecho a las balas para salvar tu vida.
¿Qué podía hacer por ti en estas horas del adiós definitivo de tu cuerpo? Cumplir tu sueño. Sé cuánto querías conocerla, cuánto te gustaba su música… tu sueño era conocer a Olga Tañón.  Olga está aquí, a tu lado, ayudándonos con este último regalo. Olga, te quiero agradecer que una vez más estés junto a los cubanos en su dolor y en su sueños. Quiero agradecer la humildad con la que aceptaste conocer a Alejandro y permitir que su ida sea en medio de la alegría de tu canto y de baile.  Muchas gracias, en nombre de nuestra familia. Tu presencia aquí es tan importante para nosotros como lo hubiera sido para nuestro hijo.
Hijo no dejes de bailar, de cantar y de amar.  Te amamos. Te amo.
Orlando, sábado 18 de junio de 2016

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