Lorenzo García Vega: Adiós al niño travieso

El escritor Lorenzo García Vega (1926-2012)

El escritor Lorenzo García Vega (1926-2012)

Ha muerto en Miami el escritor Lorenzo García Vega (1926-2012), uno de los mitos de la literatura cubana del siglo XX.

Fundador del grupo Orígenes, creador irreverente, alquimista de los géneros literarios y crítico permanente de su entorno social (Playa Albina fue su definición de Miami, por considerarlo un sitio de permanencia circunstancial), García Vega deja una de las obras más polémicas y originales en el universo cubano de la isla y su diáspora.

Con poemarios como Suite para la espera (1948) y Espirales del cuje (Premio Nacional de Literatura en 1952), la antología Poemas para penúltima vez (1991), y los libros de memorias (1979) Los años de Orígenes y El oficio de perder (2004), la obra del siempre joven García Vega tiene un lugar asegurado en la cultura cubana.

En esta crónica de recordación póstuma, el pintor y editor Ramón Alejandro pasa revista a sus coincidencias y desencuentros con el “desmitificador excepcional” que fue García Vega. Alejandro publicó en 1998 Vilis, uno de los últimos libros raros del poeta.

OBITUARIO DISTANCIADO PARA UN DESMITIFICADOR EXCEPCIONAL

Por Ramón Alejandro

Para comenzar quiero romper la solemnidad de estos momentos, como a él mismo le hubiera gustado hacer, para sentirlo rabiar desde ese Más Allá que dicen que comienza detrás de esa puerta de cuerno y marfil de la nos habló Homero.

Decir que por haber seguido siendo un niño después de haber llegado a viejo, y haber sabido conservar su ironía de Niño Travieso, Lorenzo se me antoja haber sido un privilegiado hijo de Elegguá. Porque durante dos largos años dejamos de hablarnos después de una controversia en la cual él se atrevía a sostenerme que la pretendida cultura afrocubana era un invento de los intelectuales franceses y que en su Jagüey Grande natal él no había nunca visto un negro. Que Eshu Minguá lo tenga en su santo seno.

De ese nacimiento provinciano Lorenzo conservó la pasión que se puede sentir por las sonadas sanacadas vanguardistas que se suceden en el Primer Mundo desde hace ya un siglo. Pero no nos burlemos como Elegguá y él mismo solían hacer con todo prójimo que se le viniese en gana. Sin mirar cruelmente ese lado de su persona, ya que nadie es perfecto, consideremos que tuvo el valor y la gracia de desalmidonar para siempre a la pandillita catolicona de los seguidores del globo inflado del Curso Délfico.

Porque su estela puede llevar con orgullo la insignia de los desmitificadores por cuenta propia, que han rendido un valioso servicio a la República de las Letras desinflando al gordo Lezama, y de paso a los hipocritones Eliseo Diego y Cintio Vitier. Sus Días de Orígenes quedarán para siempre como la burla más eficaz contra el engolamiento reaccionario de la vieja guardia conservadora que cultivó el Tapujo como su flor más preciosa, y quiso convertir a la literatura cubana en un convento de escuálidas mariposas encaramadas en un andamio de marfil.

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