Reflexiones de la Caimana: Artista asesina en La Habana

Ochún Panchágara. Pintura de Ramón Alejandro

Ochún Panchágara. Pintura de Ramón Alejandro

Por Ramón Alejandro*

Hace poco más de un mes que supe, por indiscreciones conjugadas de dos amigos que tienen algunos medios particulares de enterarse de ciertas cosas sigilosas que suceden en La Habana y no salen publicadas ni en la prensa de allá, ni en la de Miami. Prefieren no hacerlas conocer al vulgo, probablemente por pura indiferencia por el sufrimiento humano al que se han habituado.

De uno de ellos por lo menos, sé que siendo culto y habiendo conversado en ocasiones conmigo sobre La Divina Comedia de Dante no debe haber recapacitado sobre el sentido profundo de ese terrible verso que dice: “Guardar silencio sobre una injusticia es tan despreciable como aliarse con quién la comete”.

Sucedió que una reconocida intérprete de violín o de piano, que para el caso no importa, que en ocasiones anteriores había salido de gira al extranjero y tenido merecido éxito por su talento y volviendo a Cuba con algo de dinero para enfrentar más cómodamente su vida, volvió a pedir el permiso de salida que exije arbitrariamente la fantasiosa legislación cubana.

Pero ésta vez el empingorotado funcionario que tenía el poder de dársela o negársela y que por más señas era un viejo “amigo” suyo de toda la vida. Como ella lo era igualmente de toda su familia, pero sobre todo su adorada madre. Vaya usted a saber por qué a este malhadado individuo no le dió la gana de concederle el deseado permiso de salida del país.

Este sujeto tenía fama de autoritario, pues siendo de esos homosexuales que en la isla sufren de poca consideración social por lo que se sigue considerando su “defecto” -a pesar de los meritorios esfuerzos de Mariela Castro-, tenía la mala maña de desahogar sus frustraciones con los pobres músicos que necesitaban de él para efectuar sus fructuosos e imprescindibles viajes al exterior.

La artista se dirigió al familiar domicilio del susodicho funcionario y fue recibida por su señora madre de 90 años, que a la sazón estaba solita en su casa. Esa pobre señora era el delirio de su hijo único, quien la cuidaba con primor y quería más que a su vida. Siendo conocida de la casa y muy querida por demás, se introdujo en la bella morada sin ninguna dificultad, a su aire, y sacando tranquilamente un matavacas le asestó a la inocente anciana treinta, ni una más ni una menos, puñaladas por todo el cuerpo.

Alaridos y sangre fresca

Los vecinos acudieron azorados por los alaridos de la víctima y encontraron el teatro de los hechos empapados con sangre fresca.

Ni Julio César en el Senado Romano de aquellos funestos Idus de Marzo.

Les dejo a ustedes considerar el hecho así pelado tal como yo lo supe y escuché de la boca temblorosa de emoción de mi querido amigo que conocía a todos los personajes de esta tragedia. Justo después de que recibiera la llamada de otro amigo suyo que acababa de hablar por teléfono con La Habana.

Al yo decirle que lo peor del caso era que eso se pegaba, se rió nerviosamente encontrando graciosa mi manera de expresarme al respecto de tan terrible suceso.

En efecto, recuerden aquella vez que Jan Palach se dió candela en Praga cuantos no se quemaron después igual que él alrededor de todo el mundo. 

Recuerden la fiebre de suicidios que siguió a la publicación de Los Sufrimeintos del Joven Werther, de Goëthe. Y como cuando un bonzo ardió en Saigón protestando contra la guerra del Vietnam cuantos fueron los que siguieron su triste ejemplo.

No es algo de desear, pero como seres humanos que somos es natural que sobrevenga ese tipo de reacción cuando el abuso viene de la impunidad que un sistema deficiente de justicia desespera a los desamparados. Muchos asesinatos de madres inocentes como éste harían temblar a unos cuantos funcionarios que hoy ejercen tan campantes y por sus timbales su ridícula parcelita de poder a pierna suelta y mandíbula batiente.

Como decía mi pobre abuelita: “Dios nos coja confesados”.

*Reflexiones de la Caimana es una sección de crónicas y testimonios que publicará semanalmente el pintor cubano Ramón Alejandro en CaféFuerte.

CATEGORÍAS

COMENTARIOS