Reflexiones de la Caimana: Cuestiones incómodas para pasar un rato ameno

busto de José Martí en un rincón martiano.

busto de José Martí en un rincón martiano.

Por Ramón Alejandro*

Los pueblos son tremendamente fáciles de manipular, sobre todo por sus peores enemigos.

Hacia el fin de la Segunda Guerra Mundial las fuerzas japonesas de ocupación de la isla de Okinawa convencieron de tal manera a sus sojuzgados rehenes de que los americanos iban a maltratarlos tanto tras ocuparlos, que aterrorizados los infelices se fueron lanzando en masa desde el borde de un vertiginoso precipicio justo antes de haber podido ser liberados por las tropas yumas.

Una buena parte de la población desapareció de esa triste manera.

Hay temas que los cubanos evitamos ponderar, porque no nos atrevemos a mirar de frente nuestra condición de equivocados crónicos respecto a las posibilidades reales de sobrevivencia nacional como Estado soberano dentro del contexto del competitivo mundo globalizado.

Aquellos que hemos consevado nuestra libertad de acción natural huyendo a países cuyas leyes nos garantizan nuestros elementales derechos humanos, hemos idelizado en nuestras nostálgicas imaginaciones lo que fue la realidad cubana en tiempos de la República, mientras que la realidad concreta en la que ha seguido evolucionando la sociedad, se ha convertido en algo deleznable, en algo cada vez más dificil, cada día de mal en peor.

¿Qué fue aquella Cuba, qué es esta Cuba actual, qué será la futura Cuba?

La mala costumbre

El capital comenzó a acumularse en Cuba con la sustracción fraudulenta de los fondos de dinero que nos enviaba el Virreinato de la Nueva España desde México. Los encargados de administrarlos se iban robando lo que podían y así comenzó a enriquecerse la futura élite económica criolla. Quizás de ahí nos venga esa mala costumbre que ha tenido la revolución castrista de vivir a costa de una ocasional metrópoli protectora, como fueron los soviéticos rusos mientras pudieron regalarnos el baro, igual que ahora les vampirizamos su petróleo a los inocentes venezolanos en nuestro descarado beneficio.

¿Qué tienen que ver esas bolas de mármol -en el mejor de los casos- y generalmente de cemento, que se ponen a la entrada de las escuelas públicas con el pobre Apóstol Martí?

¿Qué pensar, por ejemplo, de la muerte a machetazos del patriota Quintín Banderas?

Hay cosas que preferimos no pensarlas, porque sencillamente no queremos saber o reconocer.

Atolondrados por la propaganda oficial, muchos cubanos se siguen creyendo que los americanos son nuestros peores enemigos.

En eso nos parecemos a aquellos incautos oriundos de Okinawa.

Triste destino.

¡Agárrenme ese trompo con la uña, aseres!

*Reflexiones de la Caimana es una sección de crónicas y testimonios que publica semanalmente el pintor cubano Ramón Alejandro en CaféFuerte.

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