Reflexiones de la Caimana: El guerrillero argentino que no murió en Bolivia

Foto de Ramón Alejandro en París tras concluir sus aventuras latinoamericanas de los 60

Foto de Ramón Alejandro en París tras concluir sus aventuras latinoamericanas de los 60.

Por Ramón Alejandro*

Nunca aprenderíamos nada si no estuviéramos provistos de la facultad de imitar a nuestros semejantes.

El niño que no quisiera imitar a sus padres nunca aprendería a hablar la lengua de su propia cultura.

Siempre, aunque no nos demos cuenta, en cada una de nuestras acciones tenemos en nuestras mentes a alguien como modelo.

Esa es la razón fundamental del atavismo.

Si un individuo no toma la iniciativa de transformarse él mismo desde adentro de su propia mente, en el caso que seamos libres y capaces de hacerlo, lo cual aún no hay manera de probarlo científicamente, no puede haber ningún cambio en nuestras torcidas costumbres.

Ni paz en la Tierra para los hombres de buena voluntad.

De cuando apareció el Mundo

En su De Rerum Natura, Lucrecio nos explica la aparición de los diversos fenómenos que constituyen el Pluriverso en que vivimos, por un misterioso desvío de uno sólo de los átomos que en lluvia contínua y con trayectorias perfectamente paralelas fueron el caldo de cultivo y tejido primordial de la aparición del Mundo, tal cual lo podemos percibir hoy en día.

A ese hipotético recurso, de carácter puramente retórico, le llamó “Clinamen”. 

Se quedó de lo más orondo con su invento.

Pero nunca pudo explicar por qué ese dichoso átomo desvió de su perfectamente rectilínea caída.

Los monoteístas vieron la mano de Dios, por supuesto.

Eso es recurrir al mito, y del mito de nuestros antepasados a la ciencia actual van siglos de perseverante racionalidad. La neuropsiquiatría se inclina a afirmarnos hoy, que nuestra pretensión a ser libres es pura fantasía antropocéntrica. Estaríamos determinados en cada uno de nuestros actos, por más mínimos que sean, por nuestro arrastre genético. De ahí que no seríamos ni culpables ni responsables de nada que pudieramos cometer.

The girl could not have helped it, nor either the boy! Whatever happened!

Volvamos a la cosa

Pero no era de esos asuntos tan profundos de lo que me disponía a hablarles, sino contarles como fue que la vida de aquel bello Daniel de Avellaneda, de dorados socairos florentinos, tomó un rumbo que a la larga lo condujo a un alto grado de sabiduría del cual hoy disfruta en su natal Buenos Aires.

Después de que yo me fui huyendo del Rio de la Plata, donde tan agitadamente hube permanecido yendo del timbo al tambo casi dos años y medio, dirigiéndome subrepticia pero decididamente hacia los famosos carnavales de Rio de Janeiro, según me hubo sugerido esta naturaleza gozadora tan propíncua a la fofoca que el demonio me dió. Y después de ahí finalmente a Europa a hacerme pintor frecuentando las grandes obras de los antiguos maestros que están conservadas en sus Museos.

Daniel encontró manera de irse a Cuba tal cual se lo exigió su juvenil fe revolucionaria.
En nuestra paradisíaca antilla lo pusieron a entrenarse como guerrillero internacionalista con miras a mandarlo de vuelta a Bolivia a liberar quechuas y aymarás de la opresión en que los descendientes de españoles los han mantenido durante los largos últimos 400 años en oprobio y afrentas sumidos.

Mientras estuvo en el Paraíso Socialista instaurado sobre las ruinas de la economía antaño floreciente de la corrupta República, se percató, porque el muchacho a pesar de tener esa fe, no se chupaba el dedo, de que los mayimbes vivían como Carmelina, mientras que el populacho supuestamente dueño de los bienes materiales y medios de producción y en pleno goce de su soberanía más petulante, se jamaba tremendo cable.

Los Mayimbes, o Pinchos, son los que cortan el bacalao en Cuba desde que desalojaron a los burguesitos de la Cuba prerrevolucionaria.

La inocencia perdida

Sunsún Mayimbe es en lengua conga el nombre del aura tiñosa, que es el ave que vuela más alto y por lo tanto está más cerca de Nsambia, el Dios Supremo que está por encima del Kimpungulu, o conjunto de Fuerzas Naturales que rigen el universo en la cosmogonía de la Regla del Palo Monte o Palo Mayombe, bastante seguida por una parte de nuestro pueblo, aunque no tanto como la Regla de Ocha también llamada Santería.

El caso es que Daniel se ofuscó en su juvenil inocencia del jolgorio y bienestar material que reinaba entre los “escogidos” de la nueva clase. Aunque a él personalmente lo trataron de maravillas, algo en su pura conciencia se asqueó de nuestro régimen pretendidamente igualitario. Que la chispa del sentido ético inherente en nuestra naturaleza, por otras partes tan animal y egoísta, a veces se enciende en donde menos se lo esperan los empedernidos esbirros de la Ley del Más Fuerte.

Esos que gozan de mandar por el puro gusto de mandar y por el ronquido ensordecedor de sus santos cojones, como hacen sin ninguna vergüenza quienes gobiernan aún hoy en Cuba.

Que hay mamíferos y mamíferos, aunque mamíferos seamos todos los seres humanos. Como todos los animales eran iguales en la Granja de los Animales de Georges Orwell, pero sin embargo algunos de ellos eran más “iguales” que los otros.

Pues veamos entonces lo que siguió aprendiendo el joven Daniel cuando se instaló en la guerrilla liberadora de la lucha popular en aquellas frondosas e inhóspitas selvas bolivianas.

Infiltrados de la CIA

Sus compañeros se fueron eficazmente eliminando mutua y sucesivamente, poseídos por una desconfianza innata e inherente a sus purísimas convicciones guevaristas.

Uno a uno fueron sospechosos a los demás del grupo de ser infiltrados de la CIA. Igualito que sucedió cuando le tocó su turno al lamentable arquitecto Vittorio Garatti, inventor de la Escuela de Danza del proyecto de las Escuelas de Arte de Siboney, abortado por exclusiva decisión personal y categórica de la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso.

Se fueron ñampiando los unos a los otros, como en una novela de Conrad. Nunca se les dió la posibilidad de enfrentar al enemigo en heroico combate.

Los últimos que quedaron se piraron y el último no tuvo ni siquiera que apagar la luz,  porque no tuvieron nunca electricidad en sus precarios refugios silvestres. Rodeados de una población indígena que se preguntaba qué coño era lo que estaban haciendo allí, en el culo del mundo, esos blanquitos tan bonitos.

Enriquecido por esa experiencia, Daniel reformó su visión del mundo y es hoy un telentoso pintor que teoriza inteligentemente sobre la Historia del Arte, mascullando el amargo saber que su vida le regaló. Da pena escucharlo evocar por sus nombres propios a cada uno de sus queridos compañeritos asesinados estúpidamente en Bolivia.

Se ha vuelto muy crítico de todo tipo de revolución, y con razón.

La reaparición del guerrillero

Los adelantos tecnológicos que nos vienen del Norte revuelto y brutal que nos desprecia hicieron posible que me contactara un inesperado día, cuando yo -deprimido en mi apartamento parisino- creía que mi vida se había agotado definitivamente. Acababa entonces de suicidarse, a los 19 años, mi querido hijo mayor, poseído por el demonio de la esquizofrenia.

Me dió tremendo alegrón el reencuentro con Daniel y hemos reanudado nuestra temprana amistad.

Él, impulsado por la testosterona quiso comportarse como el macho argentino que sigue siendo y se fue al monte a luchar por la libertad de los pueblos. Yo, guiado quizas por un defecto de esa misma hormona, me incliné a pular brincando no Rio, fodendo tudo o que eu tinha a possibilidade de foder.

¡Gozando até a loucura, meu filho! Maluco de prazer…

¿Quién fue quién decidió que así viviéramos cada uno a nuestro aire y por cuenta propia? ¿Dios? ¿Las hormonas? ¿Los cromosomas?

¿El clinamen de Lucrecio?

Los dejo con ese problema.

Agárrenme ese trompo con la uña, aseres, que ya estoy muy cañengo, por no decir cagalitroso, como para ponerme a romper el coco a estas alturas con tamaña maraña, y con esa malanga tan extraña.

*Reflexiones de la Caimana es una sección de crónicas y testimonios que publica semanalmente el pintor cubano Ramón Alejandro en CaféFuerte.

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