Reflexiones de la Caimana: El reloj de Kcho y el pasaporte español de Mimí Yoyó

Mimí Yoyó, alias Miguel Barnet (izq.) y Kcho durante un homenaje por el décimo aniversario de la revista La Jiribilla, en el 2011.

Mimí Yoyó, alias Miguel Barnet (izq.) y Kcho durante un homenaje por el décimo aniversario de la revista La Jiribilla, en el 2011.

Por Ramón Alejandro*

La indiscreción de los amigos me actualiza de cuentos fabulosos sobre el acontecer cubano mientras me devano los sesos pensando en el pasado patriótico de la isla.

Mirando recientemente un video del entierro de uno de los generalotes de la revolución cubana conjuntamente con escenas de represión por turbas organizadas por el gobierno para reprimir manifestantes que reclaman serenamente más paz y libertades elementales, me pregunté cómo habrá sido que los ideales de aquellos románticos mambises que lucharon sacrificando vidas y haciendas por sacar a nuestra isla del inepto y brutal poder imperial español haya terminado en esta burlesca parodia de engolados mequetrefes y de enardecidos esbirros voluntarios salidos de las clases más populares, remedos de aquellos voluntarios peninsulares que ejercían la misma función represiva en nuestras calles y de los Capitanes Generales que gobernaron con poderes omnímodos durante cuatro siglos a Cuba.

Quizás alguien tan conocedor del largo y accidentado proceso de formación de la nacionalidad cubana y de sus sucesivas etapas como el extraordinario intelectual Rafael Rojas pueda un día aclararnos este doloroso enigma a través de sus apasionantes escritos.

Grotesco y aburrido espectáculo

Mientras, me dejo fascinar por el grotesco espectáculo que presenta un país donde la plana mayor de la clase gobernante parece ser una excursión al aire libre de los pacientes del asilo Santovenia representando una aburridísima pieza de teatro en sucesivas ocasiones supuestamente patrióticas.

De manera más ostentosa que la que es usual en otras culturas los cubanos tienen el arte de representar de manera burlesca los eventos más trágicos.

Vean si no estos dos cuentos que sin comerla ni beberla y sin yo buscarlo en lo más mínimo me llegan desde La Habana.

Una amiga me cuenta como una conocida suya está al borde de la locura y en plena depresión nerviosa, porque hoy está pasando las más humillantes necesidades materiales después de haber nacido en el seno de una opulenta familia burguesa, y de haber renunciado, irrevocablemente, en medio del entusiasmo idealista de igualdad social de aquellos primeros momentos del triunfo revolucionario de 1959, a las rentas de que beneficiaba de muchos negocios y posesiones heredados de su familia en el extranjero.

Su estado nervioso comenzó a alterarse cuando supo que la familia de Vilma Espín seguía recibiendo sin el más mínimo escrúpulo en una cuenta en Suiza las impresionantes rentas que el hecho de haber nacido descendiente de Bacardí le garantizaba de por vida a ella -y a sus aún hoy encopetados descendientes- dentro del sistema revolucionario.

La pobre parece que va de mal en peor porque el cable que se está comiendo le recuerda a cada instante el altísimo precio de su juvenil romanticismo.
No es para menos.

Escena vernácula

Pero aún mejor, alguien me relató esta escena de teatro vernáculo digno de los shows de La Alhambra de principios del siglo XX. Estamos en el elegante salón de una lujosa mansión que fue propiedad de los antiguos dueños de la gran tienda La Época situada en esa parte de Miramar cercana a la desembocadura del rio Almendares, donde está ese excelente hospital que cobra exclusivamente en dólares llamado “Cira García”.

Amplias habitaciones rodean un espacioso patio central donde cuelgan elegantes hamacas. La actual moradora fue mujer de un Ministro de transporte, que tal cual está ese ramo no debe haber sido muy eficaz en su cargo que digamos.

La señora se gana la vida actualmente alquilando a turistas bien escogidos las suntuosas habitaciones que rodean su patio.

En el momento que mi ojo indiscreto penetra en su existencia está recondenándose y explayándose a voz en cuello de que a pesar de tener otros hijos en el extranjero su hija más joven está en relaciones amorosas con el famoso Kcho y ella no quiere irse a vivir fuera de Cuba dejándola en manos de semejante sujeto.

Se explaya ante uno de sus exclusivos clientes, que siendo cubanoamericano es quien me cuenta esta cómica escena en una mansión recuperada por la revolución como tantos otros bienes materiales de las garras de sus antiguos propietarios huídos prudentemente al extranjero en los años sesenta del pasado siglo.

Reloj de 18 kilates

No faltan en la escena las usuales expresiones racistas, lamentablemente siempre en uso entre la mayoría de los blancos de buena extracción social refiriéndose al excelso artista pinero, favorito de Fifo y cheche de los artistas cubanos después de proponer a la Asamblea del Poder Popular legislar de manera que los artistas cubanos trabajaran voluntaria y gratuítamente para La Patria.

Acababa de llegar de exponer en Italia y llevaba a la muñeca un reloj de oro macizo de 18 kilates con la caratula incrustada de diamantes comprado por solamente $28,000 dólares. 

Allí se encontraba a la sazón la inefable Mimí Yoyó, también conocida como Miguel Barniz y hasta a veces como Miguel Barnet, que tenía cita con uno de sus amiguetes millonarios mexicanos. Y que me perdone que vuelva a hablar de ella, porque ya se tomó el trabajo de advertirme telefónicamente a través de Edmundo García que tuviera más respeto para el presidente de la UNEAC.

Parece que a este tan encumbrado sujeto le sobreviene a menudo una especie de terepe para vociferar su adhesión a la Moña Revolucionaria, porque cenando conmigo y otros amigos en mi propia casa de Montmartre en París, en 1990, le dió otro en el cual amenazó con alzarse en la Sierra Maestra si los americanos invadían la isla y hasta llegó a a invocar el poder de los Orishas.

Eso no le impidió pasarse un año en Nueva York disfrutando de la beca Guggenheim dentro de las mismísimas entrañas del monstruo. Y que muy bien que lo disfrutó según me contó cierta vez.

Luego se le pasa y vuelve a ser la persona de siempre, tan mundana, acomodaticia y frivolona como suele ser de costumbre.

Mimí Yoyó, dama española

Pues esa vez en casa de la ultrajada nuera de Kcho, le dió el mismo terepe delante del millonario mexicano, y justo después le confió sotto voce a ese huésped -quien quizás por su buena presencia varonil le había inspirado interés y excesiva confianza- que él mismo se acababa de hacer ciudadano español.

Mimí Yoyó le confesó al millonario azteca -testigo involuntario del exabrupto histriónico del destacado funcionario oficial- y que ya le habían dado el pasaporte de súbdito de nuestra antigua Metrópoli Imperial, por si acaso algo pasaba en Cuba, tratando descaradamente de congraciarse con él a ver si lo seducía y se lo llevaba al tálamo mullido a entablar una feroz batalla de plumas y almohadas. Mira tú lo vivillo que es el socio.

Que no pierde oportunidad de avanzar sus peones y que quiere ganar jugando en todos los equipos al mismo tiempo, asere.

No hay duda que por su bajeza natural y grosera manera de ser se ha ganado merecidamente el desprecio general de todos los cubanos, hasta de los mismos jerarcas del régimen que mastican pero no llegan a tragarse su condición de chernovil, y algunos odios justificados de mucho cubano de a pie, escritores o artistas dentro y fuera de su UNEAC.

Como sucedió en el pasado con otros personajillos autoritarios y grises del mundo uneacoide, la membresía no logra decidirse por fin si arrastrarlo, cuando llegue el momento, hacia el Malecón o hacia 23, partiendo de la esquina de la sede de la ilustre institución.

Conozco otras anécdotas que ilustran la interesante mentalidad de este por otra parte excelente escritor, que nos habrá dejado para siempre algunas deliciosas novelas que quedarán para futuros lectores, pero vamos a dejar ahí por hoy este paseo por la Triste Habana de hoy, a la vista con mi involuntario periscopio sin desplazarme de mi modesta comodidad de septuagenario retirado en South Beach.

Que la indiscreción de nuestros amigos y conocidos nunca cesará de alimentar el sabroso chismorreteo de este lado del Estrecho de la Florida. esperando que pronto algún Gorbachov cubano o el paso inexorable del tiempo disuelva la penosa pesadilla que no acongoja a todos.

*Reflexiones de la Caimana es una sección de crónicas y testimonios que publica semanalmente el pintor cubano Ramón Alejandro en CaféFuerte.

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