Reflexiones de la Caimana: Fábula del Gusano que se convirtió en ñángara

Bicitaxi patriótico por la céntrica avenida de Galiano en La Habana.

Bicitaxi patriótico por la céntrica avenida de Galiano en La Habana.

Por Ramón Alejandro*

Un buen y viejo amigo acaba de volver de pasar 15 días con su mujer en La Habana.

Como hacía como 20 años que no había vuelto a aquellos queridos predios de su infancia y juventud, ahora que gracias a esas terribles contradicciones del capitalismo Yuma finalmente tenía suficiente baro en el bolsillo para darse semejante lujo, quiso alojarse en el histórico hotel de Ambos Mundos en la céntrica arteria de Obispo, en  medio del corazón de la ciudad popular y colonial.

Apenas llegado, impaciente por averiguar cuales eran los mejores paladares recién inaugurados gracias a las reformitas de Raúl el Pragmático, se dirigió al apretado grupo de bicitaxistas que ofrecían sus servicios a los escasos turistas, y por natural simpatía escogió entre ellos al que orgullosamente había inscrito el nombre de “El Gusano” sobre el toldo de su vehículo.

El Gusano, un blanco joven alto, flaco y desgarbado de ojos claros, llevaba su nombre tatuado sobre su propio antebrazo, entre los muchos otros tatuajes que ostentaba sobre su fibroso cuerpo.

Cuéntame tu vida

Inmediatamente procedió, como suelen tener los cubanos la mala costumbre, a contarle su vida, de cuyos 30 años había pasado 10 en prisión.

Le mostró muy ufano las cuatro cicatrices de tantas puñaladas que atestiguaban de su condición de guapo en todo el entorno de su barrio.

A medida que ofrecía la información objetiva sobre las novedades de la ciudad que mi amigo requería, iba añadiéndole progresivamente a su discurso cada vez más precisos detalles sobre su vida íntima y, naturalmente, tratándose de un habanero, en seguida llegó al crucial tema del amor, que es el eje vital de todas nuestras caninas existencias.

Le contó como un buen día de esos estaba en una esquina fumándose un pito de marihuana, porque debido al deterioro físico que su perra vida le ha causado, antes de ponerse a trabajar tiene que darse un trago de ron y fumarse un tabaco con los cuales levantar el ánimo necesario para poder pedalear por todo el casco viejo de la ciudad, cuando delante de él se le presentó tremenda mulata india vestida de policía que le dijo entre severa y socarrona:

-¿Y ahora qué?

Tengo que poner al día a quienes aún no lo saben, que Eusebio el Sabio, queriendo mostrar a los visitantes extranjeros una faz menos brutal de la constante represión policial aún en vigor, ha transformado en sensacionales ejemplares de las más tremebundas hembras que el feliz mestizaje que las provincias orientales haya jamás producido, a aquellos rudos palestinos que la moña revolucionaria había inicialmente hecho venir desde sus agrestes sierras con la finalidad de vigilar al exasperado pueblo habanero, y que en el maleado ambiente capitalino, parasitando a las infelices jineteras, poco a poco terminaron volviéndose proxenetas.

La prueba del delito

El Gusano se le encaró muy zoquetico y sobándose provocativamente la barriga, le dijo que no tenía más que  buscarle por ahí la prueba de su delito.

Como debida respuesta a su desacato, la sabrosona agente del orden le aplicó una eficaz llave de judo que echó al bello e insolente flacundengue al suelo, mientras que  le decía en tono lascivo:

-Mami, suéname to lo que tú quiera que de ti lo acepto tóo.

Como la palestina, tan nueva en este pueblo, ni sabía como llegar a la estación de Zanja, El Gusano la tuvo él mismo que ir guiándola entre empellones, insultos y bofetones de una parte y encendidos piropos pornográficos de la otra, hasta que finalmente llegaron a su destino, donde el famoso y popular Gusano fue recibido calurosamente, como asiduo huésped que acostumbraba a dormir en esas sobrepobladas celdas de reclusión mucho más a menudo que en su humilde covacha.

Por supuesto que al salir de nuevo tan campante a la calle al día siguiente se volvió a encontar con su adorado tormento, en la misma esquina de la tarde anterior, pudiendo así proseguir su singular cortejo, que enamorado como estaba, era lo que más le apetecía en ese momento.

Lujuria de escaleras y pasillos

Resultó ser que el subrepticio y subversivo idilio pudo pronto culminar satisfactoriamente para ambos, pues como suele corrientemente suceder, desde que era niña esa mulatona siempre había querido tener a un blanquito lindo y guapetón así, igualito a ése, en su vida afectiva. Desde entonces resuelven su problema inmediato en escaleras y pasillos fortuitos que se les antojen favorables para acoger los tiernos momentos de cariñosa intimidad y el fisiológico desahogo de sus juveniles ensueños.

Le confió a mis amigos que ya la revolución no le parece tan mala y que resulta que ella lo está convirtiendo en ñángara, porque al fin y al cabo el amor lo vence todo. Así que ni El Gusano ya es tan gusano ni el abusador agente del orden tan inhumano como cuando bajó de su loma.

Ahora soy yo quién le vigilo el barrio -le dijo a mis amigos entre sorprendido de sí mismo y algo escandalizado.

Quiera Ochún, Patrona de Cuba, que así de fácil se resuelvan los innecesarios malentendidos que entre cubanos han envenenado nuestras existencias durante estos últimos lamentables once lustros.

Porque el soñador poeta que tantas y tan contradictorias cosas dijo durante su corta existencia para terminar tristemente convertido en bola de cemento a la puerta de las escuelas, no solo afirmó que cubano era más que blanco y más que negro. También dijo que Patria era humanidad.

*Reflexiones de la Caimana es una sección de crónicas y testimonios que publica semanalmente el pintor cubano Ramón Alejandro en CaféFuerte.

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