Reflexiones de la Caimana: Fiesta de Halloween con Fifo moribundo

Por Ramón Alejandro*

Sobresaltado me desperté de un sueño: estaba en La Habana y Edmundo García me había conseguido una invitación para una fiesta que daban en el Palacio de la Revolución.

El Consejo de Estado había decidido celebrar Halloween en la sala de cuidados intensivos donde tenían recluído al retirado Jefe de Estado. Estaba mal, pero no como  había anunciado un pulmonólogo austríaco, residente en Ocala, y disfrutaba calladamente toda la parafernalia de muerte desplegada en torno a su cama.

Lo habían disfrazado de zombie y le guindaban sondas, esparadrapos, tubos de oxigenación y todo tipo de adorno paramedical que le quedaba de lo más elegante sobre su enclenque compostura.

La idea directriz de la improvisada fiesta era invitar al jefe de la misión diplomática de Estados Unidos en La Habana para llevar adelante un nuevo plan de acercamiento ideado por Kcho. Tras su intervención en la Asamblea Nacional proponiendo que los artistas trabajaran gratis, Kcho se había convertido en el consejero principal de Raúl Castro después de que Abel Prieto se había asilado en el interior del Palacio Cardenalicio de La Habana bajo la protección del Cardenal Jaime Ortega Alamino, quien en esos precisos momentos le estaba tramitando con el Papa Juan Pablo Roque XVI su traslado inminente a Roma en una avioneta de Hermanos al Rescate.

Idea de Kcho

Según el audaz plan inventado por Kcho, ya estaba bueno con eso de las relaciones truncas entre los dos tan disímiles y asimétricos estados, por un lado la Rampante Potencia Mundial Cubana y, por el otro, el Decadente Imperio al Borde de la Ruina Económica, causada por el Presidente Barack Obama y sus dispendiosos planes de Seguridad Social más dos o tres guerritas por ahí que le habían salido de lo más caras.

Cuba le iba a perdonar generosamente la vida a los debilitados Estados Unidos a cambio de que le devolvieran a los Cinco de la Red Avispa y de paso a Rosita Fornés y a Daysi Granados, quienes habían sido secuestradas por un grupo de extremistas homosexuales interesados en nombrarlas alcaldesas del condado Miami-Dade.

La Rampante Potencia Mundial Cubana aceptaría que el Imperio le devolviese ciertas enormes sumas de dólares, cuyo monto exacto sería dado a conocer ulteriormente para intentar cubrir solo una pequeña parte del perjuicio que le había causado al pueblo cubano tener que recibir y alimentar a tanto exiliado que volvía a la isla -mil por año decían las estadísticas oficiosas- para poder comer a saciedad y vestirse decentemente después de que la crisis económica actual hubiera sumido en la miseria a gran parte de la población de los países del Primer Mundo, como bien lo explicó Mariela Castro en su reciente viaje a Bélgica.

Raúl, Mariela y Tortoló

Raúl Castro estaba vestido de Turandot de Puccini con una aguja enorme atravesándole un moño descomunal, que era parte de su disfraz de emperatriz china. Mariela iba de Madame Butterfly. Los dos se pavoneaban montados encima de un dragón de plástico dorado que la República Popular China había solidariamente prestado para la ocasión.

Dalia Soto del Lotto, así llamada por haberse ganado el premio gordo casándose con el dueño del Manicomio, se quiso vestir de negro, pero un babalao se lo desaconsejó por parecerle que inevitablemente traería osobbo provocando a Ikú, y que de todas formas ya muy pronto se podría poner toda la ropa de luto que quisiera, así que fue vestida de Drácula con dos colmillitos botados saliéndosele sobre el labio inferior para que no la acusaran de armar arayé.

Hasta el olvidado Coronel Tortoló apareció en el convite disfrazado de Guillermo Tell con la Manzana de Máximo Gómez puesta en la cabeza, atravesada por una flecha.

Alfredo Guevara, recién llegado de un festival de cine erótico en Nigeria, no estaba invitado porque últimamente Fifo había terminado por darse cuenta de que él era el único causante de su nefasta equivocación táctica, induciéndolo a ser proclive al marxismo. Un error fatal que había dado al traste con todos los planes de desarrollo económico y social que la Revolución habría realizado en beneficio de su sacrificado pueblo si se hubiera inspirado en un modelo más adecuado que el de la occisa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la cabecera del fracaso y madre de todos los desmerengamientos.

Lo tenían castigado y sin disfraz, considerando que ya no le hacía falta, porque con su cara tenía bastante castigo.

Todo eso me lo iba explicando Edmundo de lo más serio.

Dos brujas desde Suramérica

Cuando en eso, entre estruendosos aplausos, se abrió de pronto una puerta y salieron volando Hugo Chávez y Evo Morales, vestidos de brujas y montando sendas escobas, que estaban manipuladas por poleas y cables sostenidos por carrileras corredizas instaladas en el cielo raso gracias a la pericia del ingeniero Ramón Castro, hijo de Quién Tú Sabes, que fue vestido de Elena Ceausescu, Danubio de Ciencias, y cubierto de medallas y diplomas Honoris Causa dados por las más prestigiosas universidades rusas, checoslovacas, húngaras, polacas, búlgaras y hasta una de Kasajstán.

El momento estelar fue cuando el Comandante con voz temblorosa comenzó a explicarle al divertido público, que agitaba frenéticamente banderitas cubanas de papel reciclado, que el Universo estaba en constante expansión.

Se bebió maltinga y se comió moringa aderezada de mil diversas maneras gracias, al talento de Erasmo, ejemplar de chernipato de lentejuela y pandereta que lejos de encontrarse en peligro de extinción medra gozosamente en el caldo de cultivo machista de las gloriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias, que tanto se distiguieron en la heroica defensa de la isla de Granada y la independencia de Namibia, y que además de todo eso es el cocinero favorito de Raúl.

Se lanzaron confetis y serpentinas, y la cosa estaba programada para durar hasta la madrugada, pero a partir de medianoche el ánimo decayó considerablemente al percatarse los invitados de que en fin de cuentas el diplomático americano no iba a venir a la fiesta.

Cada uno se fue retirando con la mayor discreción y el sigilio de rigor en caso de fiasco, mientras que en medio del salón decorado de esqueletos, calabazas talladas iluminadas desde adentro por velas, ratones ensangrentados, telarañas y otros espantos de ocasión, Raúl lloraba en brazos de Mariela con una cola de burro colgándole de la rabadilla.

Vaginoplastia gratuita

Kcho se daba tremendo pase de nieve andina delante de todo el mundo. Un coro de transexuales ostentaba sobre sus enhiestas cabezas sus cercenados genitales puestos en valor por Javier Guerra, un brillante pinero alumno de Kcho que los había hábilmente montado sobre extravagantes pamelas en forma de botecitos con remos, que tuvieron muchísima aceptación y despertaron el interés de numerosos intelectuales europeos y hasta de un famoso galerista de Nueva York que ahí mismo le firmó al socio tremendo contrato.

Al mismo tiempo, los beneficiarios de la vaginoplastia gratuíta bailaban un desenfrenado french cancán para intentar disipar el muermo provocado por el nuevo y fracasado intento de reconciliación con nuestro Gran Hermano del Norte.

Que los yumas son tan hipócritas, rencorosos, vengativos, abusadores e intolerantes que ni fingiendo adoptar sus decadentes usos y costumbres con la mejor voluntad del mundo, le perdonan al pueblo cubano el haber reconquistado su dignidad perdida con la infausta Enmienda Platt hace ya más de un siglo, porque seguramente los muy tacaños siguen furiosos por aquellas justas nacionalizaciones de los primeros años de la siempre victoriosa Revolución, que total no fue tanto como para que nos hayan cogido tanta jiña por esos cuatro quilitos que perdieron los nagües.

¡Esos americanos son de verdad retama de guayacol y calcañar de jíbaro, asere!

*Reflexiones de la Caimana es una sección de crónicas y testimonios que publica semanalmente el pintor cubano Ramón Alejandro en CaféFuerte.

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