Corea del Norte y Cuba: recalentando el desafío frente a Trump

Corea del Norte y Cuba: recalentando el desafío frente a Trump

El canciller norcoreano Ri Yong-Ho de visita en Cuba.

Por Jorge González

En medio de una escalada de sus tensiones con Estados Unidos, los gobiernos de Cuba y Corea del Norte buscan renovar fuerzas en su histórico enfrentamiento con Washington, enviando un mensaje desafiante a Donald Trump.

Una delegación norcoreana, encabezada por el ministro de Relaciones Exteriores Ri Yong Ho, viajó a La Habana, con el objetivo de reunirse con autoridades del gobierno de Raúl Castro.

El reporte de la agencia estatal de noticias norcoreana KCNA no ofreció detalles sobre las razones por las cuales se da esta visita a La Habana, la agenda que cumplimentarian los representantes norcoreanos ni la extensión de la estadía en la nación caribeña.

La prensa oficial cubana, por su parte, se ha mostrado bastante circunspecta. Ningunos de los dos periódicos nacionales, Granma y Juventud Rebelde, comunicaron con anterioridad la visita del canciller norcoreano, que por supuesto había sido planificada con antelación. Solo una escueta nota publicada por el sitio web del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba hizo el anuncio.

El periódico Granma hasta el momento solo ha dado cuenta del encuentro de Ri Yong Ho con su homólogo cubano, Bruno Rodríguez Parrilla.

Pico de tensión

Este movimiento cubano-norcoreano, que puede ser interpretado como un calentamiento de las relaciones entre dos aliados desde tiempos de la Guerra Fría, ocurre luego que el presidente estadounidense Donald Trump incrementara la presión contra el régimen de Pyongyang debido al programa nuclear norcoreano, y diera pasos para revertir la política de apertura hacia Cuba que impulsara su predecesor Barack Obama.

En su política de “presión máxima” contra Corea del Norte, el presidente estadounidense ha incluido nuevamente al país asiático en la lista de países patrocinadores del terrorismo, y la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro impuso nuevas sanciones contra el “régimen asesino” de Pyongyang.

Las nuevas medidas, encaminadas a recortar el financiamiento hacia el programa de misiles norcoreano, afecta a 13 empresas navieras y comerciales de China y Corea del Norte, así como a 20 buques cargueros norcoreanos.

Trump regresó a Washington el pasado 16 de noviembre, luego de una gira de 12 días por Asia, la más larga hecha por un presidente estadounidense por esa región en más de un cuarto de siglo. El jefe de la Casa Blanca aseguró que en sus escalas en China, Japón, Corea del Sur, Vietnam, Filipinas y Hawai, recibió apoyo en su estrategia para conseguir la desnuclearización de Pyongyang.

Recordando el mal acuerdo

Además, muchos otros países han recrudecido sus vínculos contra el régimen autoritario de Kim Jong-un. España, México, Perú y Kuwait, por ejemplo, expulsaron el personal diplomático norcoreano. Otros como Singapur y Filipinas, quienes ocupan el séptimo y el quinto escaño respectivamente en la lista de principales socios comerciales de Norcorea, anunciaron que suspenderían sus relaciones económicas con la nación asiática.

En tanto, Trump ha recrudecido su política hacia Cuba con el objetivo de desmantelar lo que considera “el mal acuerdo” llevado a cabo por Obama al establecer relaciones con el régimen de Raúl Castro, al que cataloga de “brutal” y culpa por incentivar el caos en Venezuela. Su giro reafirma el embargo estadounidense impuesto a Cuba y la prohibición para que las empresas de Estados Unidos. hagan negocios con compañías cubanas de propiedad o controladas por los servicios militares, de inteligencia y de seguridad de Cuba, así como restricciones de los ciudadanos norteamericanos a la isla.

Las relaciones entre ambos países están en máxima tensión otra vez a raíz de los reportes de ataques sónicos, hecho que motivó a Washington a expulsar a 15 funcionarios de la embajada cubana, y retirar la mayor parte del personal del Departamento de Estado acreditado en la isla.

Recelos norcoreanos

La nota publicada por Granma deja entrever que ambos gobiernos discutieron las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas como castigo por sus provocaciones nucleares, así como el estrechamiento de alianzas ante el “enemigo común”.

Bruno Rodríguez Parrilla condenó y rechazó lo que denominó medidas unilaterales y arbitrarias establecidas por el gobierno de los Estados Unidos en referencia a la inclusión de Corea del Norte en la lista de países patrocinadores del terrorismo.

Aunque Granma no lo dijo, y por supuesto los reporteros no tendrían acceso a esa parte del diálogo, tampoco puede descartarse la intención de Pyongyang de apuntalar el apoyo cubano después que se ha propiciado un tibio acercamiento entre Cuba y Corea del Sur, con la firma de acuerdos de cooperación.

Ambas naciones continúan sin tener relaciones diplomáticas, pero el establecimiento de mayores vínculos económicos es un buen comienzo hacia la normalización de vínculos políticos.

El año pasado, en el contexto de la cumbre de la Asociación de Estados del Caribe -en la que Corea del Sur tiene estatus de país observador- los cancilleres de Cuba y Corea del Sur sostuvieron el primer diálogo después de décadas de ausencia de intercambios diplomáticos oficiales entre ambos países.

El ministro surcoreano mostró entonces gran optimismo en el futuro mejoramiento de las relaciones bilaterales.

Por tanto, ahora Corea del Norte podría estar buscando asegurarse que en caso de que Cuba y Corea del sur vayan más lejos en este acercamiento, ello no implique una traición cubana a los comunistas norcoreanos.

Desafío cubano

Algunos análisis han sugerido que en los últimos tiempos Cuba podría haberse comportado más cautelosa en referencia a Corea del Norte y que el apoyo hacia Pyongyang era más simbólico que práctico. De acuerdo a esta lógica de pensamiento, a Cuba le interesaba mostrar una mejor imagen a Estados Unidos, con quien intentaba normalizar sus relaciones.

Sin embargo, en julio de 2013, cuando La Habana y Washington negociaban el restablecimiento de relaciones por detrás del telón, una embarcación norcoreana zarpó desde Cuba rumbo a Pyongyang cargada con 240 toneladas métricas de armamento (explosivos, sistemas anti aéreos, y aviones de combate) camufladas bajo unas 10,000 toneladas de azúcar.

Aunque Cuba no contaba con que la farsa sería descubierta -el buque fue interceptado por las autoridades panameñas cuando la embarcación se aprestaba a cruzar el Canal de Panamá-, no dudó en tomar el riesgo a ser expuesta ante la comunidad internacional por violar una serie de resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas emitidas desde 2006 que prohíben a Pyongyang comprar o vender armas.

No obstante, este suceso no dañó las negociaciones entre La Habana y Washington, y en diciembre de 2014, estos históricos rivales restablecieron sus relaciones diplomáticas.

Con mano dura

Ahora, cuando Trump endurece la mano contra el régimen cubano, a Raúl Castro podría importarle un bledo gritar a los cuatro vientos que seguirá apoyando a Norcorea, aunque Cuba no está en condiciones de ofrecer más que influencia diplomática en Naciones Unidas para evitar la aprobación de resoluciones de condena contra Pyongyang.

A Castro tampoco parece intimidarlo la posibilidad de que Trump decida volver a incluir a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, en la que la isla estuvo desde 1982, por su apoyo a las guerrillas centroamericanas, hasta mayo de 2015, cuando el entonces presidente estadounidense Barack Obama buscaba allanar el camino para el restablecimiento de relaciones bilaterales y la apertura de embajadas.

De hecho, Rodríguez Parrilla dejó claro que la visita oficial del canciller norcoreano impulsará, sin dudas “nuestros vínculos y dará continuación al diálogo político provechoso de ambos pueblos, partidos y gobiernos”, citó Granma.

Viejos aliados

Los representantes norcoreanos llegaron a La Habana a pocos días de celebrarse el primer aniversario de la muerte de Fidel Castro el día 25 de este mes.

En diciembre de 2016, aprovechando la participación de una delegación norcoreana en los funerales de Fidel, el gobernante Raúl Castro sostuvo un encuentro con el jefe de ese grupo, Choe Ryong Hae, miembro del Presidium del Buró Político del Comité Central del Partido del Trabajo de Corea y vicepresidente del Comité de Estado de ese país.

En ese entonces, ambos países acordaron consolidar aún más las relaciones bilaterales establecidas en 1960 por Fidel y Kim Il-Sung -abuelo del actual dictador norcoreano- al calor de un intenso enfrentamiento a Estados Unidos. Asimismo, se pronunciaron a favor de “trabajar juntos para luchar contra el imperialismo”, en referencia a Estados Unidos.

Kim Jong-un declaró tres días de duelo nacional por la muerte de Fidel. Desde la muerte del líder palestino Yasser Arafat en 2004, ninguna figura política había recibido un homenaje de ese calibre en Corea del Norte.

Unidos en la enemistad

A ambos regímenes comunistas los une la enemistad con Estados Unidos, así como el autoritarismo, y el sistema represivo con el que controlan a sus ciudadanías.

No obstante esta afinidad ideológica, Fidel visitó Corea del Norte solo en una ocasión, en 1986, para reunirse con Kim Il-Sung y su hijo y sucesor Kim Jong Il.

Cuba siempre ha defendido a Corea del Norte ante las acusaciones de violaciones sistemáticas de derechos humanos, las políticas de exterminio, las ejecuciones sumarias, persecución por motivos políticos, entre otras nefastas formas de control y castigo con las que el régimen norcoreano somete a sus ciudadanos.

Por su parte, Corea del Norte le devuelve el gesto a Cuba con declaraciones de apoyo en la ONU y con reiteradas alusiones en sus medios estatales. La propaganda norcoreana siempre se ha referido a Cuba como la nación “camarada” en la lucha militante contra Estados Unidos y de defensa al comunismo, y califica de “invencible” la amistad entre ambos regímenes.

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