Cuba, desperdicio constitucional

Constitucion

Edición con el texto de la Constitución socialista, reformada en 1992.

Por Clive Rudd Fernández

Mi abuela tenía una obsesión desmedida contra los desechos, sobre todo los desechos de comida y de ropa. Si te servías mucho y sólo comías una pequeña porción, mi abuela decía que comías con los ojos y que eras un desconsiderado. Si comprabas alguna prenda de vestir y nunca la usabas, te machacaba hasta el cansancio por el desperdicio que creabas.

Recientemente estos pasajes de mi infancia en Nuevo Vedado me han llegado con mucha fuerza, con todo el runrún que hay en Cuba sobre la opción de crear una nueva constitución para la República.

A comienzos de este mes, un artículo aparecido en el periódico Trabajadores bajo el título de “¿Una nueva Constitución?” sugirió que “además del amparo a los cambios”, como la necesidad de limitar los principales cargos estatales a un máximo de dos períodos consecutivos de cinco años, u otros temas económicos, la descentralización y autonomía necesarias en varios escenarios de la nación deberán derivar, por ejemplo, en agregar mayor posibilidad de participación ciudadana en la generación legislativa”.

Una nueva constitución es algo que urge desde hace muchos años, pues las dos constituciones que se han creado durante el gobierno del Partido Comunista en Cuba están llenas de carencias y con ausencias de temas sobre los derechos fundamentales de los cubanos, mientras que los pocos derechos que están escritos jamás se aplican.

Separación de poderes

Pero lo que mi abuela sí no toleraba bajo ningún concepto era ir a un sastre, hacerte un traje a medida y después guardarlo en el armario y jamás usarlo. Y eso es lo que puede pasar en Cuba aún con una nueva Constitución: primero tiene que existir una separación de los tres poderes de gobierno (judicial, legislativo y ejecutivo), y también los medios de comunicación deben ser independientes, ya que hasta el momento pertenecen exclusivamente al gobierno, que es decir el Partido Comunista, definido en la constitución vigente como “la fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado”.

Por lo tanto, cuando en Cuba existen dudas si algo es constitucional o no la palabra final la tiene el Partido Comunista que es juez y parte, así que la Carta Magna, aunque hecha a medida, importa poco y a muy pocos en Cuba.

Aunque se escriba un nuevo texto para nuestra constitución, tengo muchas dudas de que de más peso explícito a los derechos de libre expresión y asociación de los cubanos. A fin de cuentas ningunas de las mejoras raulistas han apuntado en esa dirección.

Runrunes de cambio

Pero el runrun del cambio de constitución no viene sólo -rara vez los runrunes a este nivel caminan en soledad. El ruido acompañante es que los grandes socios comerciales del gobierno de Cuba que están invirtiendo cientos de millones en proyectos como el del Mariel, le han sugerido a Raúl Castro que modifique la constitución para que dé más garantías a la inversión. Tiene todo el sentido del mundo.

Si ambos runrunes son ciertos, estaríamos ante uno de los atropellos más flagrantes de los derechos de todos los cubanos. Los gritos de la sociedad civil son totalmente ignorados, pero el pedido de los socios comerciales de Raúl tiene prioridad sobre su pueblo. Lo que en sí mismo tiene lógica si no necesitas de ese pueblo para que te elija directa y democráticamente.

De todas formas, les tengo un mensaje a todos los inversores que ponen su confianza en la nueva Carta Magna cubana. Si se produce, hecha a su medida y donde explícitamente se protegen sus intereses, de seguro que entrará en el armario para nunca salir de él. Y por supuesto mi abuela pondrá el grito en el cielo ante tanto desperdició y ustedes se habrán arrepentido de haber invertido en un país donde la constitución es un elemento decorativo en el armario de un general.

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