José Martí: Una muerte de película

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“La muerte de  José Martí” (1918), óleo de Esteban Valderrama.


Por Miguel Fernández Díaz
Tal y como suele suceder con muchos asuntos de progenie cubana, la muerte de José Martí suele discutirse sin saber qué pasó exactamente y así mismo fue llevada a la pantalla grande por José Massip (1926-2014), Premio Nacional de Cine en 2012. Su película Páginas del diario de José Martí (1971) incluyó el pasaje absolutamente ficticio de un mulato que remata con disparo de fusil a Martí en el suelo, luego de que cayera del caballo por otros balazos y su único acompañante, el subteniente mambí Ángel de la Guardia, saliera espantado de la escena.
No obstante, Alejo Carpentier alabó el filme por su “afán veracidad, de autenticidad” (Granma, enero 30 de 1972), y su criterio fue santiguado por la revista especializada Cine Cubano (No. 73-75, 1973).
Versión desacreditada
Massip recicló en la cinta el testimonio del cabo sanitario español Juan Trujillo, una suerte de Ángel Carromero decimonónico, quien aseguró al periódico La Discusión, el 23 de mayo de 1899, que el práctico cubano Antonio Oliva “remató [a Martí] de un tiro de tercerola Remington”.
Sin embargo, los corresponsales de guerra de La Discusión y del Diario de la Marina, Máximo Doubochet y Miguel Espinosa, respectivamente, habían reportado de inmediato, el 23 de mayo de 1895, que Martí cayó revolver en mano bajo las balas enemigas, y el capitán Fernando Iglesias, jefe de la compañía española que sostuvo el peso de la escaramuza en Dos Ríos, confirmó el 30 de enero de 1899 a La Discusión que Oliva disparó contra Martí al venir este cabalgando.
Desde el argentino Ezequiel Martínez Estrada en Martí revolucionario (1967) hasta el cubano Guillermo Cabrera Infante en Mea Cuba (1992) han recogido la versión de Trujillo, que nadie más difundió y contradice flagrantemente los demás testimonios, incluso del propio Ángel de la Guardia, expuesto de oídas por su hijo el 15 de marzo de 1964 en la Fragua Martiana. Aquí mismo el Dr. Francisco Lancís, Profesor Titular y jefe del Departamento de Medicina Forense y Toxicología de la Universidad de La Habana, remató la versión de Trujillo en junio de 1968 al demostrar, con ayuda de perfiles a tamaño natural del jinete y su potro, que Martí recibió, desde diferentes posiciones de tiro, el primer disparo en el tórax, el segundo en el cuello -con la cabeza hiperextendida por efecto del anterior- y el tercero mientras caía, al cruzar la pierna derecha por encima del caballo.
Otras películas
Así y todo, el médico José Antonio Soto publicó  “Nuevas revelaciones sobre la muerte de José Martí”, aparecido el 27 de enero de 2014 en primera plana de El Nuevo Herald y repleto de falencias historiográficas. Antes el artista pinareño Pedro Pablo Oliva, Premio Nacional de las Artes Plásticas (2006), había celebrado la Navidad de 2010 en un programa de la radio local con otro rollo alucinante: según su papá, Antonio Oliva “se parapetó en el sitio por donde, por su criterio, [Martí] iba a pasar obligatoriamente”.
Siendo alumno de quinto año de la Escuela Nacional de Arte, Pedro Pablo Oliva había aparecido en la película de Massip para sostener que su abuelo Antonio había matado a Martí. En el referido programa de radio remachó con que “comencé a pintar a Martí un poco como para sacar la otra cara, la otra imagen, sacar a ese hombre, flagelarme, no sé cuántas cosas más, un poco que sentí una deuda”.
No hay tal deuda ni por qué flagelarse. Tal y como no remató a Martí en el suelo, Antonio Oliva no pudo saber jamás por dónde iba a pasar Martí, quien simplemente se extravió en Dos Ríos y sería la única baja mortal entre los mambises, porque el General en Jefe, Máximo Gómez, dio la orden imprudente de cruzar el río Contramaestre y atacó a la columna española que mandaba el coronel José Ximénez de Sandoval sin explorar antes sus posiciones ni conducir después el combate racionalmente.
Hacia mayo de 1976, el historiador tunero Juan Andrés Cué y Bada (1908-79), profesor de la Universidad de Oriente, conversó con otro práctico de aquella columna, Cayetano Martí Arias, quien precisó que ya se había hecho alto al fuego cuando apareció Martí a caballo y el tropel se percibió como una nueva carga de los insurrectos. Tras afirmar que “si a Martí no lo tumban los tiros, se hubiera metido dentro de las fuerzas españolas”, el entrevistado agregó que, de haberse sabido que era José Martí, nadie habría disparado, pues hubiera sido mejor hacerlo prisionero.
La suerte de Antonio Oliva
Todavía el historiador Rolando Rodríguez García, Premio Nacional de Ciencias Sociales (2007), pasó gato por liebre el 19 de mayo pasado, en la Mesa Redonda de la Televisión Cubana, con su alusión a que Antonio Oliva “fue muerto en Palma Soriano al finalizar la dominación española”.
Este cuento viene circulando por lo menos desde el 16 de mayo de 1969, cuando Bohemia publicó que Oliva habría sido ajusticiado a machetazos en una cantina de Palmarito de Cauto por matar a Martí, pero tanto la hermana de Antonio Oliva, Cecilia Flora, como su primo mambí, Juan Eugenio Oliva, dieron sobrado testimonio al mensuario Patria -publicación oficial, hasta mediados de 1985, de la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano, con sede en la Fragua Martiana- de que “Olivita” embarcó para España antes de terminar la guerra.
Así, por ignorancia o conveniencia, hasta los hechos más triviales de la muerte de José Martí se han ido distorsionando con versiones falaces o imprecisas desde hace 120 años. Y como en otros muchos asuntos de raigambre cubiche, la realidad se torna irreconocible por manipulación mediática.

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